Al Ritmo de la Química

CAPÍTULO 13. Creo que me estoy enamorando

CAMERON.
Era martes por la tarde, me encontraba volviendo del entrenamiento, hoy nos habían destruido, estaba realmente cansado y para sumarle había llevado mi auto al lavadero y todavía no lo tenían listo, así que tuve que volver caminando.
Muy pocas veces había hecho este recorrido así, siempre me llevaba alguien de mi familia o años más tarde era yo quien conducía hacia el colegio.
Igualmente si lo conocía, pero era distinto, de casa al colegio se tardaba 20 minutos, imagínense caminando, si, una locura.
A unas pocas cuadras de casa se encontraba una plaza que siempre solía ir de chico, ahora no tanto, la verdad era que nunca organizábamos para juntarnos allí, pero esas cosas tendrían que cambiar.
Cuando llegué a la plaza decidí sentarme en un banco y descansar un rato, a veces me gustaba estar en contacto con la naturaleza, me hacía pensar, analizar ciertas cosas que me pasaban en aquel momento o simplemente para pasar el rato. 
Comencé a buscar algún banco vacío porque la verdad era que estaba bastante lleno a esa hora, cuando de pronto divisé una cabellera rubia bastante familiar. Era Emma, no sabía que estaría haciendo, por lo que decidí comenzar a acercarme despacio para que no notara mi presencia.
No voy a negarles que desde que la conocí mi vida había cambiado completamente. Solía ser un chico que no se interesaba mucho en las relaciones serias, siempre en una fiesta terminaba besando a alguna que otra chica, aunque nada más sucedía.
Pero desde que la vi por primera vez supe que eso no iba a durar mucho más.
Ese día que la vi saliendo de la casa de Lucas me sorprendí, no sabía que ella iba a ir a su casa. Si hubiera sabido tal vez habría ayudado a mi padre el día anterior, pero como creí que sólo iban a estar los chicos decidí ir más tarde.
Esa primera vez que tuvimos contacto y hablamos fue inexplicable, nunca me había sentido a sí por nadie, ni siquiera por Ámbar, con ella hubo un tiempo en el que habíamos estado juntos, pero los dos siempre fuimos muy distintos y queríamos cosas diferentes, por eso terminamos, al principio ella la pasó mal pero después se dió cuenta que yo tenía razón, aunque este último tiempo se había sentido "invadida" por la llegada de Emma, los chicos ya no le prestaban la misma atención que antes, la única chica que seguía estando a su lado era Sara.
En ese primer encuentro accidental con Em aún no sabía ni cómo se llamaba, si sabía que era nueva en el colegio, pero nada más. Por eso después de que todos se habían ido ese día yo me había quedado un rato más con Lucas y ahí pude averiguar un par de cosas más sobre ella.
El día que nos pusieron juntos no podía creerlo, no tenía alguien con quien quería hacerlo, siempre me llevé bien con todos, pero en el momento en el que la profesora Hernández había nombrado nuestros apellidos me alegré, podía comenzar a conocerla más, me había dicho. Ella minutos después se había dado vuelta y me miró, creo que tampoco se lo esperaba.
Cuando se sentó junto a mi pudimos presentarnos oficialmente y la había molestado un poco también, me encantaba cuando se enojaba, me daba mucha ternura.
Me agradaba pasar tiempo con Em, por eso cuando fuimos al cine me senté junto a ella y me reí cuando se llevaba un par de sustos por culpa de la película, me había dado cuenta que cuando Lucas y Nacho compraron las entradas había puesto cara rara, pero no dijo nada, prefirió guardárselo.
Luego cuando compramos los pochoclos le había asegurado que pagaríamos los dos, pero era obvio que no iba a dejarle hacerlo, por eso cuando me senté junto a ella, mientras las propagandas pasaban sin que se diera cuenta había metido su dinero en su cartera, que dejó entre nuestros asientos.
Había comenzado a darme cuenta que quería hacer cosas por ella que nunca se me habían cruzado por la cabeza con otras chicas.
Era consciente que la había cagado bastante cuando la deje plantada aquel viernes por la tarde, pero que culpa tenía yo de saber que el estúpido de mi entrenador iba a hacernos entrenar un día antes del primer partido.
Por eso le prometí que iba a hacer lo imposible para arreglar el terrible error que había cometido.
Razones por las que le dedicaba los goles que hacía, ella se merecía eso y muchísimo más.
Cuando estaba a dos metros de distancia había comenzado a escuchar una increíble voz que provenía del banco donde estaba sentada Emma y ella era la única persona que se encontraba allí. No podía ser cierto, pensé.
I'm bulletproof nothing to lose. Fire away, fire away. Ricochet, you take your aim. Fire away, fire away — era Titanium de David Guetta, yo me encontraba atrás de ella. Ya no había marcha atrás, Emma me había mentido, había descubierto su secreto, ella cantaba y tenía la voz más dulce que cualquier ser humano había podido escuchar.
Como si sintiese mi presencia, se dio vuelta y pegó un salto del susto. Rápidamente pausó la canción, se quitó los auriculares y habló.
— ¿Qué haces aquí Cameron? — preguntó con cara de preocupación.
— Perdona — comencé a caminar bordeando el banco para sentarme — hace un rato salí de entrenar y como no tenía el auto tuve que volver caminado, pase por aquí, iba a sentarme en un banco a descansar porque estar en esta plaza me trajo muchos recuerdos y cuando comencé a buscar un banco te divisé a lo lejos y decidí venir a verte. 
— Está bien. — dijo simplemente. — yo vine a leer — levantó su libro y me lo mostró. — y ya estuve bastante, es hora de que vuelva a casa. — agarró sus cosas y comenzó a levantarse. — Adiós.
— Espera Emma. — dije y ella se quedó en su lugar. — de aquí no te vas a hasta que no me contestes. — ella asintió. — ¿Por qué me mentiste?.
— Yo no te mentí. — hizo hincapié en volverse a levantar pero esta vez la tomé de la mano.
— Me dijiste que no cantabas, que tu voz era horrible y eso que dijiste no es para nada cierto, dios Emma tú sabes el talento que tienes... si tan sólo... — lo pensé y lo solté. — en el colegio, en el mes de julio abren las inscripciones para un concurso de talentos. ¡Tienes que participar! — A medida que terminaba la frase la cara de susto de Emma crecía aún más.
— No, de ninguna manera. Yo no canto. — respondió.
— Te oí, sos más que increíble. — Le dije y no mentía en ninguna de esas palabras.
— Pero no me dejas terminar, vamos para el lado de casa y te explico, porque en serio tengo que volver. — me dijo levantándose del banco.
— Está bien. — acepté y comenzamos a caminar hacia nuestras casas.
— Básicamente comencé a los tres años, en ese momento mi mamá se había ido de casa, mi papá y ella se separaron.
— Lo siento, no lo sabía... — Comencé a decir y era verdad, el otro día cuando fui a su casa creí que tal vez su madre estaba trabajando o en su habitación.
— Nunca estudié en ningún lugar, simplemente cuando fui creciendo cantaba y si me salía mal trataba de buscar en internet algunos métodos o datos para poder mejorar. Y así quedó. — dijo señalándose, rio y yo también.
— wow! Que increíble, nunca supe de alguien que con tan solo ver videos de YouTube pueda tener una voz tan maravillosa.
— Cam, puedes dejar de decir eso, me pones nerviosa. — admitió mientras sus mejillas se tornaban de un color rosado. Era muy adorable.
— ¿Acaso pongo nerviosa a Emma Martínez? — dije, solo para molestarla un poco más.
— Basta. — me empujó y reí.
— Entonces... no cantas frente a nadie, salvo tu familia, tus mejores amigos...
— Exacto.
— ... y yo, no? — terminé.
— Alguna vez podría ser. — dijo y le sonreí.
Habíamos llegado a su casa y se me ocurrió algo antes de dejarla ir.
— Podemos salir alguna vez, en plan cita, nosotros dos, solos? — le pregunté. — prometo que esta vez no pienso dejarte plantada, por nada. — le aseguré.
— No lo se Cam... — comenzó a decir.
— Por favor Em, sino... — solté lo último que esperaba decir. — le diré a todos que cantas.
— No harías eso. — dijo ella un poco asustada aunque creía que en el fondo sabía que era mentira.
— No sabes de lo que soy capaz de hacer. — obviamente no sería capaz de hacerle eso, y menos a ella.
— Está bien, acepto. Pero solo UNA cita. — me señaló con su dedo. Reí.
— Okey, aunque seguramente después vas a terminar queriendo más. — dije con un aire de superioridad. Aunque me consideraba alguien nada que ver.
— Como digas. — rio. — Gracias por acompañarme Cam, nos vemos.
— De nada. Adiós rubia. — la saludé.
Volví hacia mi casa, con una sonrisa en mi cara que nada ni nadie me la podría quitar.
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.