Parecía que iba a ser un martes tranquilo, pero sucedió todo lo contrario.
La mañana si había sido normal. Habíamos recibido las notas de algunas de las evaluaciones de la semana pasada, obtuve un 9 en matemática y un 8,50 en literatura, nada mal.
A Simón también le fue igual de bien que a mi, él que no había tenido esa suerte había sido Cameron, que desaprobó matemática.
Con él las cosas ya se habían solucionado, lo del tema de Ámbar ya era historia vieja, nos volvimos a llevar bien como antes. De hecho en el recreo me había pedido ayuda con matemática, era la materia que más difícil se le hacía de entender, le dije que si, que no tenía ningún problema en explicarle los temas antes de cada evaluación y me agradeció por eso.
Al salir del colegio Simón se ofreció en llevarme de nuevo y se lo agradecí, debería hablar esto con papá, me sentía muy mal cada vez que debía pedirle a alguien que me alcanzase hasta casa.
A la tarde después de haber adelantado algunos trabajos de la escuela decidí ir a leer a una plaza, hacía unos días había encontrado una muy bonita cerca de casa. Y como últimamente estaba cansada de estar leyendo en casa encerrada decidí cambiar de aires, a veces eso era muy bueno.
Preparé mi mochila con el libro que estaba leyendo ahora, cargué mi botella con hielos porque hacía algo de calor, guardé mis auriculares por si acaso y algunos aperitivos como barritas de cereales por si me agarraba hambre después.
Tomé mis llaves del living y salí de casa, diez minutos después me encontraba allí. Busqué un banco, había uno que estaba alejado de la zona de los niños y me senté. Puse mi mochila a un lado, guardé mi celular y tomé mi libro.
Leí al menos 3 horas seguidas, amaba leer, y sobre todo novelas, me encantaba shippear a los personajes, esas eran las únicas relaciones amorosas que había en mi vida.
Había terminado el libro, unas lágrimas cayeron a mis mejillas aunque el final fuese feliz yo siempre lloraba, siempre me encariñaba muchísimo los personajes y odiaba tener que soltarlos.
Guardé el libro, tomé mi cereal y mi agua y "merendé". Después de eso agarré mis auriculares y mi celular, puse una playlist de Shawn Mendes, miré hacia los costados asegurándome de que no hubiera nadie y comencé a cantar. Cuando creí que era suficiente de Shawn elegí una playlist de canciones que me gustaban mucho también y apreté el botón "aleatoria" para que cualquier canción de esa playlist se reproduzca. Las primeras notas de Titanium de David Guetta comenzaron a sonar.
— You shout it out. But I can't hear a word you say... — empecé a cantar la letra con emoción. Amaba esa canción. — I'm bulletproof nothing to lose. Fire away, fire away. Ricochet, you take your aim. Fire away, fire away. — Me hacía acordar a la escena de Pitch Perfect, en las duchas cuando Chloe descubría que Becca si cantaba y cantaba como los dioses. — You shoot me down but I won't fall, I am titanium. — De pronto, no pregunten como, sentí la presencia de que alguien me estaba observando desde atrás. Me di vuelta y salté del susto. Era Cameron. No podía creerlo.
Rápidamente pausé la canción y me quité mis auriculares.
— Que haces aquí Cameron? — le pregunté, no podía ocultar mi cara de preocupación. ¿Y si me había oído? Obvio que te había oído estúpida, pensé. ¿Pero hacía cuanto estaba allí?
— Perdona — dijo y empezó a caminar hacia mi bordeando el banco para sentarse — hace un rato salí de entrenar y como no tenía el auto tuve que volver caminado, pase por aquí, iba a sentarme en un banco a descansar porque estar en esta plaza me trajo muchos recuerdos y cuando comencé a buscar un banco te divisé a lo lejos y decidí venir a verte. — dijo finalmente.
— Está bien. — dije simplemente, quería salir de allí lo antes posible, no quería que me dijiera nada sobre lo de cantar, se lo había ocultado la otra vez. — yo vine a leer — le expliqué para que supiera y levanté mi libro para mostrárselo. — y ya estuve bastante, es hora de que vuelva a casa. — agarré mis cosas lo más rápido que pude y empecé a levantarme del banco. — Adiós.
— Espera Emma. — dijo y puteé mentalmente, pero me detuve.. — de aquí no te vas a hasta que no me contestes. — finalmente acepté. — ¿Por qué me mentiste?.
— Yo no te mentí. — respondí, aunque era mentira, volví a levantarme para escapar, pero parece que eso no iba a ser posible, Cameron me agarró de la mano.
— Me dijiste que no cantabas, que tu voz era horrible y eso que dijiste no es para nada cierto, dios Emma tú sabes el talento que tienes... si tan sólo... — pensó por un momento lo que iba a decir y siguió. — en el colegio, en el mes de julio abren las inscripciones para un concurso de talentos. ¡Tienes que participar! — si me hubiesen visto mi cara mientras Cameron terminaba la frase ustedes la hubiesen dejado inconclusa, pero él no.
— No, de ninguna manera. Yo no canto. — respondí, quería continuar pero él me interrumpió.
— Te oí, sos más que increíble. — me dijo y cada vez mis mejillas comenzaban a tornarse de un color más rosado, esto me estaba dando vergüenza.
— Pero no me dejas terminar, vamos para el lado de casa y te explico, porque en serio tengo que volver. — dije y era cierto, sino mi papa llegaría y no sabría donde estaba.
— Está bien. — aceptó y emprendimos camino hacia casa.
Le conté toda la verdad sobre mi pasado.
— Entonces... no cantas frente a nadie, salvo tu familia, tus mejores amigos... — dijo un rato después.
— Exacto.
— ... y yo, no? — dijo. Lo miré, y reí.
— Alguna vez podría ser. — declaré y era verdad. La última vez que habíamos estado solos, en su auto casi que canto, aunque me controlé, pero me había dado cuenta de que ya le estaba tomando confianza.
Llegamos a casa. Esperé por si el decía algo y así fue.
— Podemos salir alguna vez, en plan cita, nosotros dos, solos? — me preguntó y me tomó por sorpresa. — prometo que esta vez no pienso dejarte plantada, por nada. — dijo para dejarme tranquila.
— No lo se Cam... — dije, porque la verdad era que no sabía si sería capaz de bancar que me dejara plantada una vez más, aunque me aseguraba que no lo iba a volver a hacer.
— Por favor Em, sino... — comenzó a convencerme. — le diré a todos que cantas. — dijo lo que menos esperé que diría y que sería capaz de hacer. Me quedé helada.
— No harías eso. — dije con miedo en mi voz, la verdad era que rezaba porque fuera broma, sino moriría.
— No sabes de lo que soy capaz de hacer. — dijo y comencé a notar un poco de risa en su voz, era broma.
— Está bien, acepto. Pero solo UNA cita. — dije señalándome con un dedo de mi mano. Finalmente acepté, este chico provocaba que hiciera cosas que nunca había hecho por nadie.
— Okey, aunque seguramente después vas a terminar queriendo más. — dijo con un poco de aire de superioridad.
— Como digas. — reí. — Gracias por acompañarme Cam, nos vemos. — me despedí y comencé a caminar hacia casa.
— De nada. Adiós rubia.
Entré en casa me tiré en el sillón del living, no podía creer lo que había sucedido hoy. Cameron había descubierto mi secreto.