CAMERON.
El sábado por la mañana me levanté y decidí ir a caminar sin rumbo alguno, necesitaba despejar un poco mi mente. Le avisé a mi mamá y salí de casa, me puse mis auriculares, le di play a una de mis playlists y comencé a caminar.
Recorrí cuadras y vecindarios que jamás me había detallado a prestarles atención. Eran alrededor de las nueve de la mañana por lo que muy poca gente se veía en las calles.
Me sentía un completo imbécil, no hacía falta que me lo dijeran, porque ya lo sabía. Mis días se basaban en levantarme, ir al colegio, interactuar lo justo e indispensable, volver a casa y quedarme allí, toda la tarde. Exceptuando aquellos días que debía ir a entrenar, aunque a decir verdad, no tenía ningún ánimo de hacerlo y la realidad era que a la hora de jugar un partido aquello se notaba y mucho.
Con Emma las cosas estaban muy tensas últimamente, después de aquel día en el que descubrió lo que aún no le había contado, todo se rompió aún más de lo que ya estaba.
La culpa había sido mía, se lo había querido contar en las vacaciones de invierno, aquella noche en la playa, pero estábamos tan bien juntos, que temía que todo se fuera por la borda por mi culpa, aunque meses después, igualmente había sucedido.
Cada vez que trataba de acercarme a ella para explicarle me esquivaba o me ignoraba. Había tratado de ir a su casa, pero no me había respondido. Decidí darme por vencido y esperar, aunque aquella espera me torturaba lentamente.
Lo peor de todo había sido tener que confesárselo a mi familia, todos preguntaban por ella y porque no venía, hasta que finalmente tuve que aceptar que era un hecho, Emma y yo habíamos terminado.
Mamá me había aconsejado lo mismo que todos, que le diera tiempo, pero sabía que finalmente no iba a ser capaz de soportarlo. Nunca había vivido algo parecido, me sentía un inexperto y frágil niño sin saber que hacer y a quien acudir. Era la primera vez que experimentaba un montón de sentimientos increíbles hacia aquella chica rubia de ojos claros que me había cautivado desde que la conocí.
Lucas no me hablaba más, desde lo que sucedió lo había visto compartir mucho más tiempo con Emma y aunque en cierto punto sentía celos por querer ser él en aquel momento, también se lo agradecía porque lo había visto provocarle algunas que otras sonrisas a pesar de cómo ella se sentía. Sabía que no era fácil, había perdido a su mamá desde muy chica, sus amigos se alejaron por un tiempo, aunque por suerte los había recuperado, pero eso produjo que me perdiera a mi y no podía vivir con aquella carga.
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Una hora después, terminé enfrente de la casa de Emma, sin saber como había llegado, aunque presentía que mis pensamientos habían sido los culpables de ello. Decidí impulsivamente por tocar el timbre y esperé.
El papá de Emma me miró sorprendido al verme allí pero nunca demostró algún gesto de odio, lo cual agradecí.
— Cam, ¿Qué haces por acá a estas horas?
— Decidí salir a caminar hace una hora y terminé acá por error.
— Dudo que realmente sea por error. — dijo. — Espera. — entró por unos segundos a su casa y regresó. — ¿Puedo unirme a tu caminata? Romina me dejó plantado. — preguntó y reí.
— Si, no hay problema. — admití, salió de su casa, cerró la puerta y comenzamos a caminar.
En aquel momento me percaté de su ropa deportiva que llevaba puesta, realmente era en serio lo que me había dicho.
— Y dime... — comenzó a decir y lo miré. — ¿Qué tal lo llevas?
— La verdad... muy mal, no creí que dolería tanto tenerla tan cerca pero a la vez tan lejos, no se si me expliqué bien.
— Si, si. Te entendí. — dijo. — Es difícil, y más siendo el primer amor, siempre duele. — finalizó.
— Tienes toda la razón. — decidí hacer aquella pregunta que todo el día me carcomía el cerebro. — y ella, ¿Cómo está?
— Emma es una chica muy fuerte, pasó varias cosas durante su vida que no fueron sencillas, pero lo superó. No sé la versión completa porque Em no me lo contó pero los he visto, vi la manera en que vos la ves y como ella te mira a vos. Creo que es necesario la distancia para poder sanar sus corazones de nuevo y volver a apostar en ello, si es que ambos quieren.
Finalmente me decidí contarle todo, lo de Bariloche e incluso lo que había sucedido el otro día en clase, aunque ante esto último no pareció tan sorprendido. Sentía que a pesar de ser el padre de mi exnovia podía confiar aún mas en él.
— Bueno, posiblemente debería matarte por lo que le hiciste a mi pequeña, pero no voy a negar que yo también lo hice en mi juventud. — dijo y lo miré sorprendido, él se encogió de hombros y rio avergonzado. — Aunque por lo que cuentas esto parece más una jugada sucia para que ambos salieran lastimados y lo lograron, pero lamentablemente tienes lo que mereces. La realidad es que la culpa es de aquella chica que decidió enviarle el video a mi hija a propósito. ¿Hablaron con ellas?
— Sara se encargó el mismo día y la obligó a eliminar el video completamente a las tres. — dije y el asintió, aunque volví a hablar. — Hay algo que nadie sabe, — comencé a decir. — el sábado estuve solo en casa, porque mis papás se habían ido a un cumpleaños con mis hermanos y Ámbar apareció de la nada. Me había traído comida y quiso entrar pero no se lo permití. Además de que le advertí que si volvía a hacerle algo a Emma se las vería seriamente conmigo.
— Bueno, sobre el sábado tengo algo que confesarte, sé que no debí escuchar detrás de la puerta pero estuve tan preocupado con Emma que no me resistí. — habíamos llegado al parque y decidí sentarnos para poder hablar allí, con más tranquilidad. — Emma, aquel día en el que enfrentó, cuando estuvo en el baño antes de que la profesora de música le dijera lo del concurso, escuchó a esta chica y sus amigas hablar sobre que había estado con vos en tu casa, que te había llevado comida y que pasaron el día solos. Esa fue una de las razones por las que explotó aquel día, no fue solo el concurso. — me quedé helado por algunos segundos sin poder creer lo que Cristian me contaba. Definitivamente tendría que hablar cuanto antes con Ámbar. — y tengo que comentarte otra cosa, necesito tu ayuda. — dijo, lo mire a los ojos y asentí. —?El miércoles, como ya sabrás, es el cumpleaños de Emma y por lo que hablé con ella hace un par de días, no quiere saber absolutamente nada. Igualmente nunca quiso festejarlo, ni siquiera hicimos fiesta de 15 ni nada, por eso decidí que esta vez si quiero organizarle algo. Además qué tal vez le hará bien ver a sus amigos y compartir un día con ellos.
— Me parece genial. — respondí.
— Tengo en mente hacerlo el domingo desde el mediodía, en una quinta, ya que anuncian un buen pronóstico. — dijo y asentí para que siguiera. — Eso si, será sorpresa, la idea es que con Santi planeemos alguna excusa, ir a comer, lo que fuese, pero en realidad iremos a la quinta. — me explicó. — Necesito que te encargues de armarme una lista con los invitados de sus amigos y yo me encargo de la familia.
— Esta bien, para hoy a la tarde te la paso con los confirmados.
— Buenísimo, entonces... ¿tenemos un trato? — pregunto estirando su brazo izquierdo.
— Tenemos un trato. — respondí con una sonrisa, estirando mi mano izquierda y estrechándola con la suya. — De hecho. — dije. — creo que ya tengo una sorpresa para ella. — concluí y se la conté. Cris pareció bastante emocionado y aceptó.
— Será fantástica. — me dijo con una sonrisa.
— Lo sé.
Al regresar a casa le avisé a mamá acerca del cumpleaños de Emma, Cris me había dicho que mi familia estaba toda invitada y se lo agradecí. Rápidamente subí a mi habitación, me descambié y entré a bañarme, cuando salí volví a mi cuarto, me puse un short deportivo negro y una remera azul, bajé a almorzar y luego me centré en organizar lo que Cristian me había pedido, tenía mucho trabajo por delante, debía mandar un mensaje a todos los invitados para que me confirmaran, todos habían dicho que si, por lo que sólo me quedaban dos cosas por hacer.
******
Me encontraba en la puerta de la casa de Ámbar cuando observé que mi celular marcaba las seis de la tarde. Toqué timbre y aguardé. Su hermana, Abril, apareció con una gran sonrisa a recibirme.
— Cam, ven pasa. — dijo ella.
— Hola Abril, no, estoy apurado, ¿está tu hermana? — pregunté.
— Si, ahora la llamo.
— Gracias. — le respondí mientras comenzaba a alejarse para volver a entrar a su casa. Unos minutos después una Ámbar bien vestida y muy maquillada apareció frente a mi.
— Hola hermoso, ¿Por qué no pasas? — dijo mientras se inclinaba para poder besarme, corrí mi cara antes de que eso sucediera, ya había pasado una vez por error, no lo permitiría de nuevo.
— No Ámbar, solo vine a preguntarte unas cosas que sé que andas esparciendo. — dije serio mientras tomaba cierta distancia de ella. — ¿Porque le dijiste a tus amigas que habías venido a casa y te quedaste cuando ambos sabemos que eso no fue lo qué pasó?
— ¿Te lo dijo esa mosquita muerta? — dijo minutos después tras quedarte callada.
— Como sabías que ella estaba allí? — pregunté interrogándola, Emma no había salido del cubículo hasta que la profesora golpeó su puerta. Ámbar había pisado la trampera y había quedado atrapada.
— Yo... yo... — comenzó a decir bastante nerviosa, no tenía idea que responderme, pero yo si.
— ¡Así que lo hiciste a propósito!, ¡Sabías que Emma había ido al baño! y fuiste a decir aquella mentira, porque sabías que ella estaba allí y te escucharía. — dijo Cameron. — No puedo creer lo bajo que caíste Ámbar, de verdad, cada día me sorprendes más. ¡Nuestra relación, amistad o lo que sea que teníamos se acabó! — sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas pero la verdad era que me importaba un comino. — Te dije que no la lastimaras de nuevo a Emma y lo hiciste, ahora acepta tus consecuencias, como yo estoy aceptando las mías.
— Lo siento Cameron, por favor perdóname... — se abalanzó sobre mi, haciendo que perdiera un poco el equilibrio y me abrazó.
— Ámbar suéltame, ya no hay marcha atrás. Esto se acabó, por última no vuelvas a molestar a Emma. — dije mientras la despegaba de mi cuerpo. Una vez que lo logré, me encaminé hacia mi auto y me subí.
— ¡Cameron! — pude escuchar que gritó, pero ya no me interesaba, no me interesaba nada proveniente de ella. La única que me importaba y que iba a tratar de recuperar era a Emma.