Estaba terminando de arreglarme cuando mi celular sonó, lo agarré y miré quien era, Pilar.
— Emmita, ¿por esas casualidades trajiste tu labial violeta? — ni bien atendí pude oír la voz de mi mejor amiga.
— Creo que si, ¿lo quieres?
— Si, por favor.
— Esta bien, ahora lo busco y te lo llevo a tu casa.
— Gracias, sos la mejor. — dijo y cortó.
Volví a lo que estaba haciendo, me acerqué al mueble, me apliqué labial, algo de iluminador y finalicé. Guardé mi labial y el violeta en la cartera porque antes de salir era obligatorio que me lo retocara.
Había decidido ponerme el vestido rojo que había usado para el cumpleaños de Sara, solo me lo puse aquella vez y me parecía un desperdicio dejarlo guardado, además de que era rojo, quedaba perfectamente para esta fecha.
En los pies me calcé unos zapatos no tan altos pero guardé en una bolsa mis zapatillas blancas, no tenía pensado salir con aquellos zapatos porque aún estando sobria sabía que me caería con ellos.
Salí de la habitación y me topé con mi abuela que venía del baño.
— Abuela, estás bellísima. — le dije con una sonrisa.
— Y tu mi niña, estás hecha toda una adulta. ¿Que tal anda tu novio? — me preguntó.
— No somos más novios, digamos que terminamos hace unos meses, seguimos llevándonos re bien pero no volvimos a serlo. Además se mudó a Nueva Jersey. — le comenté y se sorprendió. — ¿No lo sabías? — le pregunté y negó. — Creí que papá te lo había dicho.
— Tu sabes cómo es tu padre, con suerte se acuerda de que existimos y nos llama una vez a la semana.
— Deja de meterle ideas mentirosas a mi hija, mamá. — papá fue quien nos sorprendió a ambas apareciendo a nuestro lado.
— Yo nunca digo mentiras y menos a mis nietos. — dijo mi abuela haciéndose la inocente.
— Como digas. — dijo papá revoleando sus ojos. — ¿Están listas?
— Si. — dijo la abuela y yo asentí con mi cabeza.
— Bueno, es hora de irnos.
******
Al llegar a la casa de Pilar, que solo quedaba a un par de cuadras de la de mis abuelos, toqué timbre y esperamos a que nos abrieran.
Unos minutos después apareció la mamá de mi amiga y nos recibió.
— Emma, ¿como has estado? — dijo y me abrazó. — Te extrañamos tanto estos meses.
— Hola Moni, todo bien. Yo también los extrañé mucho. — respondí aquel abrazo y me aparté para que mi familia también entrara.
— Pili está en su habitación, pasa. — me dijo su madre y le sonreí.
— Gracias. — respondí y me dirigí hacia allí. Era una casa algo pequeña pero lo que más impactaba era el gran parque que tenía, con pileta, parilla y una mesa bastante grande, donde cenaríamos.
— Hola. — golpeé la puerta con mis nudillos. Nick y Pili se encontraban mirando algo en la computadora, ambos levantaron la vista al escucharme y sonrieron.
— Em, ven. — dijo Pili y ambos me hicieron espacio para que me sentara en la cama. Los saludé, saqué el labial de mi cartera y se lo tendí a mi amiga.
— Tuyo.
— Gracias, sos la mejor. Me salvaste. — dijo y me abrazó.
— De nada. — le sonreí y me acomodé. — ¿Qué estaban viendo?
— Nick me estaba mostrando sus videos graciosos. — comentó Pili con una risa en su rostro.
— Va a pasar el tiempo y nunca vas a cambiar. — admití mirando a mi amigo.
— Eso nunca pasará. — respondió. — Miren este. — dijo y puso un video de caídas de bebés. Desde que éramos chicos que Nicolas se la pasaba viendo esa clase de videos, que debía admitir que si eran graciosos pero él, los amaba.
— Bueno, después seguimos. — dijo Pili mientras cerraba su computadora. — Ahora cuéntanos que pasó con Cameron.
— Realmente no hay demasiado del que hablar. — admití.
— Pero el día anterior a que se vaya ambos salieron, ¿a dónde fueron? — me interrogó Pilar.
— Ah, sobre eso. — dije refregándome la mano en mi cabeza. — En realidad tuvimos una cena romántica en casa, lo invité y cociné, aunque les admito que Santi me ayudó. — ambos rieron. — Y luego la foto esa fue de más tarde en mi habitación, vimos una peli, una cosa llevó a la otra y tuve mi primera vez, con él. — solté aquello último casi en un susurro inaudible.
— ¡¿QUÉ?! No puedo creerlo. — dijo Pilar totalmente sorprendida, Nick nos miraba con cara de no entender absolutamente nada, hombres.
— Pilar podes dejar de gritar y decirme lo que está pasando que no escuché absolutamente nada de lo último que dijo Emma. — habló Nick serio.
— Nunca escuchas nada Nicolas. Emma tuvo su primera vez... con ya sabes quién. — dijo mi amiga en voz baja. — los ojos de Nick se abrieron como platos, su rostro tomó un leve color rosado y ambas nos reímos a carcajadas. Podía ser insoportable en algunas oportunidades pero cuando hablábamos de cosas serias se avergonzaba.
— ¿Es en serio? — preguntó anonadado, simplemente asentí y él se dejó caer en la cama.
— ¡¿Realmente tuviste que esperar hasta venir acá para decirnos esto?! Emma Martínez un día de estos me vas a matar de un infarto, te lo aseguro. — me acusó mi amiga.
— Perdonen, es que solo confiaba en ustedes para contárselos y no quería que fuera por videollamada, imagínense que alguien de sus familias estaba ahí y escuchaba, me moría completamente, además de que preferiría que papá aún no se enterara. Encima que estuvo toda esta semana con Romina y mi hermano tratando de ver que podían hacer para sacarme de mi habitación.
— ¿Lo lograron? por lo menos. — preguntó Nick, que aún seguía recostado.
— Si no hubiese sido por lo de Puerto Madryn ni aparecía por la calle en semanas. Igual el lunes acompañé a Luke a anotarse a la universidad.
— ¡¿En serio?! ¿En donde se anotó? — preguntaron con curiosidad.
— En la misma que nosotros y adivinen que...
— ¿Qué? — dijeron ambos al unísono.
— Vamos a estudiar lo mismo.
— Pero, no era que a él no le gustaban tanto las matemáticas. — inquirió mi mejor amigo.
— Eso es lo mismo que yo sabía, pero según él fue por el secundario, dijo que el año entrante se va a poner las pilas realmente. Estuvo entre Arquitectura e Ingeniería Civil, pero se decidió por la primera.
— Me alegra muchísimo por él. — dijo Sara.
— Hablando de eso, ¿ya les respondieron los de la administración? — les pregunté. Pilar y Nicolas a principios de marzo se mudarían a Buenos Aires, los tres estudiaríamos en la misma universidad, aunque carreras diferentes. Pili seguiría Licenciatura en Publicidad y Nick haría Ingeniería en Sistemas.
— Si, ya nos mandaron todo. Ahora solo resta esperar. — dijo Pili emocionada.
— Que lindo va a ser que vivamos todos en Buenos Aires, quiero que ya llegue, aunque primero, tenemos que festejar de estas merecidas vacaciones.
— Nadie podría haberlo dicho mejor. — dijo Nick y los tres reímos.
******
Al finalizar la cena, entre todos ayudamos a desocupar la mesa para comenzar a traer los típicos dulces navideños argentinos, como el mantecol, las garrapiñadas, el pan dulce, los frutos secos normalmente bañados en chocolate, entre otros aperitivos.
Mi papá, junto con el de Nick comenzaron a destapar las sidras y el champagne para poder brindar a las doce en punto. Aún quedaban alrededor de veinte minutos por lo que teníamos tiempo.
Una vez terminada la limpieza, todos nos dirigimos a la mesa para tomar una copa y aguardar un par de minutos. La cuenta regresiva había comenzado.
— Diez.. Nueve.. Ocho.. Siete.. Seis.. Cinco.. Cuatro.. Tres.. Dos.. Uno.. ¡FELIZ NAVIDAD! — gritamos entre todos y comenzamos a brindar con la familia. Al hacerlo con mis mejores amigos los abracé, me sentía tan afortunada de estar aquella noche celebrando junto a ellos.
— Feliz Navidad hija. — dijo papá acercándose hacia mi con su copa.
— Feliz Navidad papá, gracias por este hermoso año.
— Sin tu apoyo y tu ayuda no hubiese sido lo mismo, así que es todo tu logro mi pequeña. — chocamos nuestras copas, me abrazó y depositó un beso en mi cabeza.
Al despegarme de él brindé con mi hermano y con los demás familiares que restaban. Una vez que bebí el último trago, terminándome mi bebida, agarré mi celular y vi varios mensajes en el grupo de "Los 6 mosqueteros🤪", que hacía poco lo habíamos actualizado a "Los 7 mosqueteros🤪" por la llegada de Agus al grupo.
Sara: Feliz Navidad hermosos😍
Lucas: Feliz Navidad🥳
Nacho: Merry Christmas😎
Agus: Feliz Navidad❤️
Emma: Feliz Navidad🎄❤️
Simón: Feliz Navidad🥰
Sara: Emmita, ¿Qué tal todo?
Emma: Muy bien, estamos en la casa de Pili festejando con mi familia también.
Sara: Que bueno, te extrañamos. No olviden la videollamada de mañana. Tu tampoco @Cameron.
Cameron: Tranquila, no lo hare. Por cierto, Feliz Navidad, aunque acá aun no lo sea.
Salí de aquel chat y decidí mandarle uno de manera privada a él.
Emma: Hola Cam, Feliz Navidad. Perdona por no haberte llamado ayer, mis amigos no me soltaron en todo el día y cuando llegué a casa ya era demasiado tarde y me fui a dormir. Espero que estes pasando una linda noche con tus abuelos y tu familia, los extraño, aunque más a ti. Saluda a tus papás y a Emily de mi parte. Te quiero🥰
Cameron: Rubia, Feliz Navidad. No pasa nada, tranquila. A diferencia de allá, solo va a ser una cena tranquila y en familia. Ya les dije a mis papás que les mandas saludos y ellos también lo hacen. Disfruta esta noche con tus amigos y espero que salgas a divertirte mucho, Te quiero❤️
Una lágrima rodó por mi mejilla, cuanto lo necesitaba en aquel momento, acá, conmigo disfrutando de una de las fechas más lindas del año, o por lo menos lo eran, para mí. Pili al verme se acercó y me abrazó, no dijo absolutamente nada y no hizo falta, porque ella me conocía, era mi mejor amiga y sabía lo que necesitaba en aquel momento.
******
— Cuídense y por favor no tomen demasiado. ¿Está claro? — pidió la mamá de Pili y todos asentimos. — Disfruten de la noche y pásenla bien.
— Gracias Moni, adiós. — dijimos todos, caminando en fila hacia la salida. Pilar, Nicolas, Santiago, Alex, mis primas y la hermana de Pilar, todos nos dirigimos hacía la playa, donde toda la juventud se juntaría a festejar. Era la primera vez allí, a pesar de ya haber conocido algunos boliche en Buenos Aires y haber asistido a algunas fiestas, por lo que mi sensación de nervios seguía siempre viva.
Alrededor de quince minutos después, habíamos llegado, obviamente cada grupo se separó, quedando yo junto a mis dos mejores amigos. Nos adentramos hasta encontrar a mis excompañeros de colegio, que según me habían dicho, también iban a estar allí. Aún no había entablado relación con ninguno después de haberme ido a fines de febrero, por lo que iba a ser la primera vez en verlos, después de varios meses.
Por suerte, no tuvimos que recorrer tanto, ya que se encontraban a unos pasos de distancia de nosotros, Pilar me tomó del brazo para que no me perdiera, debido a que había bastante gente agrupada en un mismo lugar. Al llegar allí mis amigos comenzaron a saludarlos y los traté de imitar, por suerte todos me recibieron con una sonrisa, preguntándome como estaba, como había sido vivir en Buenos Aires, o si era verdad que estaba de novia con aquel chico, entre otras preguntas más.
Un par de horas más tarde Nick y Pili habían desaparecido y tuve que quedarme junto a algunos de mis excompañeros, hablando y pasando el rato. En cierto momento una de mis excompañeras, Carolina, me pidió si no la acompañaba a buscar a unas amigas de ella, que estaban algo alejadas de donde nosotros nos encontrábamos.
Sin dudarlo, me levanté y decidí acompañarla hasta allí. De repente y sin querer choqué con alguien, haciéndole derramar algo de su bebida. Rápidamente me percaté de ello y me di vuelta para poder disculparme, al levantar mi rostro me congelé, aquella famosa frase de "que chico es el mundo" estaba siendo 100% real en ese momento.
— ¿Sebastián? — pregunté sorprendida.
— Emma. — me miró fijo al darse cuenta que yo era la chica que había causado aquel accidente.
— Perdona, estaba mirando el piso y no te vi, siempre soy torpe y suelo llevarme a la gente por delante.
— Esta bien, no pasa nada, tranquila. Fue solo un accidente. ¿Cómo estas? — me preguntó con esa sonrisa encantadora que tenía, ignorando completamente lo sucedido hacía minutos.
— Bien, bien. ¿Vos?
— Bien. — dijo y comenzó a ver hacia los costados. — ¿Estas sola?
— No, en realidad estoy con una... — lo imité y me di cuenta que no había nadie a mi lado. — Bueno, estaba con una excompañera, pero al parecer desapareció. Al igual que mis mejores amigos.
— Tranquila, puedes quedarte con nosotros, si quieres. — dijo él con una sonrisa de compasión, era muy incómodo que sintieran algo de lástima por mi en ese momento. — De hecho, te presento a Mati y a Flor, ellos son mis hermanos. Y a Mercedes y Camila, mis primas. — el primero era bastante parecido a él, aunque se notaba unos años más chico, su hermana debía de tener 16 y también era morocha como sus hermanos. Sus primas tenían el pelo negro y la primera parecía más grande que la segunda. — Chicos, ella es Emma, la chica que les conté que viajó conmigo en el avión.
— Hola, un placer. — dije con una sonrisa.
— Hola. — dijeron todos amablemente.
— ¿Cómo llegaron a acá? — pregunté sorprendida, era algo extraño que siendo su primera vez acá sabían de la existencia de esta juntada.
— Esta mañana cuando salimos a comprar para comer con Mati, nos detuvieron unas chicas y nos preguntaron de donde éramos y nos contaron que esta noche se juntaban acá después de las doce.
— Que genial. — respondí. — ¿y volvieron a encontrar a las chicas? — dije mientras señalaba el lugar.
— La verdad es que no y tampoco nos interesamos en hacerlo, sinceramente. — admitió y reí. De pronto mi celular comenzó a sonar y lo agarré.
— Perdona.
— No hay problema. — dijo él y atendí.
— ¿Hola? — hablé mientras trataba de taparme el otro oído con mi mano y cerrando mis ojos para concentrarme solo en ello.
— Rubia, Feliz Navidad hermosa. — podía percibir la voz de Cameron, definitivamente había tomado y mucho. — Te extraño muchísimo y quisiera que estés acá en Nueva Jersey conmigo.
— Cameron, ¿acaso tomaste? — le pregunté algo molesta. Él no solía ser una persona que bebiera por cualquier cosa, solo en fiestas, si era que le apetecía.
— Tal vez si, tal vez no. Quien sabe. — dijo y definitivamente pude reconocer que si lo había hecho. — No te enojes, por favor. Es solo que te extraño, quisiera que estés acá y no en aquella fiesta rara en la que estás.
— Cam, yo también te extraño un montón y lo sabes. Pero no puedo hablar ahora, hay demasiado bullicio y con suerte puedo escucharte. Ve a dormir y a descansar. Te prometo que mañana hablamos. — dije y corté. Estaba realmente shockeada por lo que acababa de pasar. Jamás había vivido una experiencia así con él, que bebiera porque si, además lo que más me asustaba de eso era que no estaba cerca mío como para ir a contenerlo o decirle que todo va a estar bien.
— ¿Pasó algo? — habló Sebastián, sacándome de aquel trance.
— Disculpa, nada de que preocuparte. — respondí con una sonrisa. — Creo que es hora de que me vuelva a casa.
— ¿Irás sola? — me peguntó sorprendido.
— Si, mis amigos deben estar besándose quien sabe donde y mi hermano, no tengo la menor idea.
— Te acompaño.
— No hace falta, además, ni siquiera sos de acá, te vas a perder. — respondí riendo y él también lo hizo.
— En eso tienes razón, pero tengo batería en el celular y una aplicación de mapas, así que puedo sobrevivir.
— Bueno, esta bien, yo no me hago cargo de lo que te suceda a la vuelta de tu camino. — admití y él rio.
— Esta bien. — dijo y se dirigió a su familia. — Voy a acompañar a Emma a su casa y luego volveré al departamento, ¿quieren venir con nosotros? — les preguntó y los cuatro asintieron.
— Seb, mira quienes son... — dijo Matías señalando hacia unas chicas que estaban a lo lejos. — Las chicas de esta mañana. — todos e incluso yo volteamos a ver y mi cara se sorprendió al ver a las dos chicas de las que hablaban.
— No puede ser cierto. — dije, creyendo que para mis adentros, pero no fue así.
— ¿Qué pasó? — me preguntó Sebastián. — ¿Las conoces?
— ¿Qué si las conozco? — dije y reí. — Son mis primas, Tamara y Mía. — respondí y todos rieron. Que chico que era el mundo.
******
— ¿El chico con el que estabas hablando hace un rato era tu novio? — después de un rato de caminar en silencio Sebastián me preguntó. Ambos íbamos algo más adelante que los demás.
— Es algo difícil de explicar. — admití. — Fuimos novios, después terminamos y volvimos a estar en algo, pero hace unas semanas se fue a vivir a Estados Unidos. Así que en definitiva, creo que quedamos como amigos.
— Entiendo, debió de ser difícil.
— Ni te imaginas. — respondí. — Aquí es. — dije mientras me detenía. Habíamos llegado a la casa de mis abuelos.
— Bonita casa, ¿era donde vivías? — preguntó pero negué con la cabeza.
— En realidad, es la casa de mis abuelos. La casa donde vivía esta a un par de cuadras para el fondo. — dije señalando al final de la calle.
— Realmente es muy linda.
— Gracias. — le sonreí. — ¿En qué departamentos se están quedando?
— En estos. — dijo y me mostró su celular. Era un complejo que quedaba solo a un par de cuadras de acá.
— Solo tienen que seguir hasta el final de la calle, doblar hacia la izquierda y caminar cinco cuadras. — dije, señalando a hacia la calle por la que habíamos venido.
— Genial, gracias Emma. — dijo con una sonrisa y sonreí. — Te parece... Si es que queres... — comenzó a ponerse algo nervioso. — Tener nuestros números. Tal vez no nos volvamos a ver en estos días porque seguro estarás ocupada con tu familia, pero en Buenos Aires a futuro podríamos organizar algo.
— Me agrada la idea. — dije, me tendió su celular y escribí mi número de teléfono.
— Gracias. — dijo y noté que se sonrojó un poco.
— Gracias a ustedes por haberme acompañado. Nos vemos. — dije saludando a todos y dirigiéndome hacia la puerta de entrada.