Entre sus dedos rozaba una textura fina, alborotada y aceitosa. Abrió los ojos de par en par. Encontrándose frente a lo que no quería. Tan cerca, tan desesperante.
El pánico se apoderó, respirando de una forma demasiado agitada y pesada para sus pulmones. Dejó que la hora la atrapase. Completamente irresponsable.
—No...
Gimoteó con la garganta carrasposa, como siempre trataba de articular palabras incoherentes cuando lograba acercarse a la ubicación de Angie, y esta vez la había sobrepasado. Se levantó de la cama, enfrente, a sólo unos centímetros de su rostro. Podía percibir cómo únicamente el vapor de su aliento podía separarlas. Rodeada de frío y terror. Sin lugar donde huir, bajo las frazadas que la enjaulaban junto a su cuerpo.
— ¡Lárgate!
Cerró nuevamente los ojos, por fin gritando. Llorando, suplicante. La había alcanzado, llegó a Angie. El miedo la envolvía, nunca había sucedido esto, el punto en que su futuro pendía de lo desconocido.
—Ya... es tarde.
Levantó la cabeza, señalando detrás de Angie. Y en cambio ésta se quedó totalmente inmóvil. Nunca antes consiguió oír su voz con claridad, ni estado tan cerca como hace un instante.
El cuerpo oscuro se desvaneció, liberándola de los agarres de la cama. Permitiéndole respirar en inspiraciones pesadas, casi sofocadas. Se estaba ahogando, hiperventilando por lo recién descubierto... sin poder hablar, esbozar nada. Sujetó ambas manos alrededor de su cuello, rogando por tranquilizarse. Todo estaría bien ahora. Todo estaría... El aire salió de nuevo de su cuerpo, peleando por tomar una última bocanada que la liberase del pánico.
La cama se sacudió de un solo movimiento. Su cuerpo, totalmente empapado, congelándose por las frazadas en el suelo.
Sin comprender lo que sucedía, colocó una vez más las manos en su cuello, sentada esta vez en la cama. Giró la cabeza, intentado ver alguna sombra movediza: nada ¡Estaba a salvo! Sus ojos se nublaron por las lágrimas, ardiendo.
Era un sueño, nada más que un sueño... no, no fue sólo un sueño, lo sabía. Todavía podía recordar y sentir aquel tacto, exceptuando aquella presencia. Volvió por completo en sí, agudizando sus sentidos. Había algo nuevo en la habitación y un nuevo cosquilleo la perturbaba ¿O se trataba del mismo que sintió anteriormente? Era idéntico.
Se volteó, aferrándose al respaldo de la cama, intentando levantarse.
— ¿Carol?
Posicionó un pie en el suelo, cayendo en seco con un pequeño agujero en el pecho, lo suficientemente grande como para atravesarle una bala. Carol aún desistía con el objeto en su mano y una expresión indescriptible en aquellos ojos, irrazonable ¿El sonido habría despertado a los demás alumnos? No se oía nada.
Angie gimoteó en el suelo, intentando cubrir el hueco con sus manos, derramadas de sangre. No debía ser así. Esbozó un grito agudo, demasiado conocido. Giró la cabeza y el reloj de muñeca marcaba las 3:30.
Editado: 09.11.2020