Alas sobre Elm Areu ©

Capítulo 8. Cartas a lo ambiguo

Aquella noche solo los grillos hablaban, se hacía presente con tanta fuerza que le resultaba complicado, a lo lejos unos cuantos relámpagos y el aire acariciando los corazones.

Los tonos gris tan notables, la miradas desapercibidas y trágicas, el chico que no podía arriesgarse, sabía que de eso traería algo bueno a su vida, pero no podía, por más que lo intentara, tantas atmósferas y bosques llenos de junglas, los sentidos se perdían, solo existía aquella magia, era como un libro y era excitante envolverse en su presencia, y es que no existía otro sol, ni otra luna, ni otra estrella; los palpables sueños se veían.

Los viajes llenos de locuras, nostalgia y un poco de todo, esos imperdibles momentos que te hacen humano, de esos que ya casi no existen, lo que menos esperas puede ocurrir con solo cerrar tus ojos, hasta el día puede hacerse noche, viajando por los senderos que llevan a algún lugar iba Elm, perdido en la ventana del autobús, o tal vez dormido; en un mundo tan desorientado, cualquier catástrofe podía ocurrir, al parecer era un viaje de tantos, uno totalmente normal, pero... quizás no lo sería, desde el momento que se detuvo una vez, no era igual, Elm siempre se ponía a pensar como tantas personas luchaban con lo mínimo para sobrevivir, que las personas se subieran a ofrecer sus productos con esperanza de llevar unas monedas a su hogar, una esperanza latente, que a veces salía defraudada; una chica joven, con señas de sufrimiento y esperanza, cargaba dos bolsas grandes, un maletín en su espalda y a su pequeña de unos seis meses al frente, puso sus cosas en el asiento de la par de donde se encontraba Elm y dijo: en el nombre de Dios, él quedó plasmado y fuera de órbita al escuchar eso, no sabía a qué iba hasta que comenzó a hablar en voz alta, ofreciendo unos malvaviscos, pues era el sustento para mantener a sus pequeñas, Elm vio aquella súper heroína que no se daba por vencida aun en el cansancio, pues él ya sabía qué hacer, tomó un billete de su cartera de esos que no darías porque te podrías quedar sin nada para comer, y sin nada Areu le dijo: antes de todo pensaste en Dios y eso es grandioso, por eso te lo doy, ella dio gracias y él sabía que ella se daría cuenta que cuando pones todo en sus manos, Él recompensa de gran manera, Elm fue lo que ella pidió antes de todo, la ayuda que Dios le pondría por honrarle, solo podía sonreír, y es que no podía guardar tanto sentimiento, ella tomó su rumbo, y para él su destino seguía, ardiente, mágico o fuera de universo, se comenzaba a cumplir la primera carta, y... ¿cómo lo sabía?, había llegado a su destinatario para hacerla suya y actuar.

El cielo se hacía penumbra para unos, y es que en el mundo es casi seguro, hasta hay muchos corazones agitados, sintiendo miedo, y viendo como la esperanza del día se esfuma como el aire y el oxígeno puro, querer afirmar eso, era fácil y complicado al mismo tiempo, al menos que algo pasara y lo hiciera ver, los kilómetros se iban con el tiempo hasta que uno de esos corazones agitados apareció, su mirada lo decía todo, su cansancio era evidente, se miraba tendido en la muerte o en el vacío abismo, tantos mundos en uno solo, algunos descubiertos, otros en el anonimato, todos con una historia que contar, toda una aventura.

En la angustia, y su mirada corrompida por un ideal, un hombre de unos treinta y cuatro años se paró frente a todos, y aun con miedo a ser ignorado habló, pues lo acababan de tirar a la deriva, a que el mismo se salvara, necesitaba su familia, pero estaba lejos de casa, ¡muy lejos! y no tenía muchas opciones, buscando salidas para poderse encontrar con sus seres queridos estaba, con hambre, y un cansancio notable, una manzana sería como un sueño, y era tan agradable pensar que habían personas que aun podían ser humanas y ayudaban, y eso llenaba, claro, Elm aunque se quedara sin nada, tenía que darle algo, y así lo hizo, muy agradecido con las personas se marchó con rumbo al mundo agitado y perverso, y todo se iba haciendo como una pesadilla, observabas el dolor ambiguo de las personas que luchaban por la esperanza, arriesgando sus vidas con tal de que al final del día haya algo para sobrevivir uno más.

Qué lecciones nos van dejando esos valientes, que con miedo a todo se alimentan de lucha, y aunque el miedo se los trague, seguirán hasta lograr cumplir sus sueños.

Así se volvía viva la segunda carta, ¿serían almas queriendo ser escuchadas? o ¿el mundo de los lamentos queriendo avisar algo?

¿Estaría a punto de ocurrir algo? hace frío en las aceras de los senderos del manantial, la sangre corre tan densa y sinfónica que nos vuelve frágiles, la invencible pésame de no poder triunfar porque te lo impide algo que no existe, tantos algoritmos y laberintos golpeándonos de vil manera, y vos solo pensás que querés intentarlo, pero la misma estupidez de creer en algo inexistente te hace como cuando la lluvia empieza a descender por las laderas del techo mientras el soplo eriza tus sentimientos, frágil y nostálgico, invadido de una mentira detestable que nos creemos sin primero sentir y descubrir que de fracasar se aprende.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.