-¡Albert! -Exclamó molesta la profesora Molton quien acomodando sus lentes prosiguió su grito con -Deje ya de ver a la chica y prosiga con su examen señor Matheus-Fue acercándose a mi con ambas manos tras la espalda (pose usada en exceso por las monjas del orfanato) y una sonrisa que dejaba ver esos dientes amarillentos -Simio que vista de ceda, simio se queda. ¿Me pregunto?, ¿que pensara la chica que con tanta admiración observa, cuando se entere que eres un huérfano andrajoso adoptado por, ni más ni menos, que el alumno más revoltoso y flojo que haya pisado esta institución?.
No les negare que dolió ese comentario indiferente. Siempre se ha dicho que con los años viene la sabiduría, pero ha esa vieja sin vergüenza no le queda tal frase. Con los años viene la sabiduría y también la capacidad de discernir para que emplearla. De reojo miró mi examen, dio una la vuelta y se fue a su escritorio. Miré hacia la ventana para vislumbrarme una vez más con la belleza de la chica, que ya se había marchado. Dejé salir un suspiro al mismo tiempo que posé la vista en la hoja frente a mi.
Trascurrieron varios minutos, a lo mucho media hora, en lo que logré terminar esas multitudinarias hojas llenas de dudas. (Con orgullo puedo decir que cada una de las preguntas fueron contestadas). dejé el examen en el escritorio de la bruja quien no dejó de asombrarme con su adorable forma de hablar -Veamos lo que te ha enseñado la calle muchachito -Antes de salir por la puerta dije unas palabras -Yo no puedo evitar ser huérfano, pero usted si puede eludir ser una mala persona -Terminé cerrando la puerta tras de mi. Sin mirar atrás le dije al vagabundo con casa que ya había terminado la prueba de suficiencia.
-Buena frase. ¿Por que? -No quise decir nada, no era necesario reavivar viejas rencillas entre él y la bruja-El último problema de la prueba era de castellano. Se me pidió decir una frase con la que me sintiera identificado, de ahí la expresión -Su eterna in-expresividad cambio para convertirse en duda, desvió su mirada al techo y rascando su mentón dijo -Mis frases contra esa bruja eran algo diferentes. Una de ellas, y mi favorita, era vieja maldita -Ambos estallamos en carcajadas.
-Oye, la niña que te observaba se llama Carly. Creí que te gustaría saber su nombre. Si apruebas tal vez te toque en su salón... Romeo-Termina sonriendo por un segundo, para seguidamente volver a su inexpresivo carácter.