Alerta! Chica Nueva ©

Capítulo 3.

3. Primer día, algo vergonzoso.

 

Cassie

Ingresamos al salón donde se dicta la clase y en cuál tendré que tolerar dos horas de Matemáticas. ¡Dos horas de Matemáticas! Mientras tomo asiento al lado de mi mejor amiga no puedo dejar de preguntarme por qué la primera clase que debo de tener es está.

«Habiendo tantas otras...»

Helena me contó que la profesora, encargada de impartir las clases de esta materia, no es muy amigable. Por mi bien tendría que prestar atención e intentar entender lo que explica en sus clases, y me iría bien. O esas son las palabras de ella, pero ambas sabemos que no es muy fácil que recuerde las explicaciones de esta materia.

Nuestros asientos están ubicados en el centro del salón, los demás asientos restantes comienzan a ser ocupados por los estudiantes que ingresan con algo de prisa y otros, sin importarles mucho si llegan tarde. Observo a cada adolescente que se encuentra presente, como una forma de conocer a los que serán mis compañeros a partir de este momento.

La intriga de saber si los profesores pedían a los estudiantes nuevos presentarse enfrente de toda la clase, aparece en mi cabeza. Me giro con la intención de preguntarle sobre ello a Helena y me percato que la rubia baja su cabeza con velocidad, fingiendo estar concentrada observando el cuaderno que descansa en su pupitre.

—Helena, ¿qué...?

—Si vas a observarme y no quieres que me dé cuenta, deberías hacerlo bien —habla una voz masculina, interrumpiéndome.

Mi ceño se frunce, sin embargo, me percato que esa voz masculina no se dirige a mí. Un chico de estatura intimidante, cabello negro azabache y ojos oscuros se encuentra al lado de ella. Su mandíbula está ligeramente apretada, al igual que las demás facciones de su rostro mientras observa a Helena.

Puedo sentir los nervios de mi amiga, por lo que decido ayudarla. Carraspeo para llamar la atención del chico, pero él se encuentra muy entretenido con sus ojos puestos en la nerviosa y asustada Helena. Vuelvo a carraspear con más fuerza y eso logra que el chico me preste atención.

—Podrías dejar de intimidar a mi amiga.

Él eleva una ceja en mi dirección y sus facciones se relajan.

—¿Intimido a tu amiga? —inquiere, echándole una fugaz mirada a la rubia—. Me alegra saberlo.

«Quizá no debería haber abierto mi boca».

Helena carraspea, más para encontrar su voz que para sonar relajada. Sus ojos se dirigen al chico antes de hablar.

—Alex, ya te pedí disculpas.

El tal Alex sonríe de lado e inclina su cuerpo, apoyando su peso en sus brazos descubiertos encima de la mesa de Helena.

—Lo recuerdo. —Es lo único que dice y eso no solo deja a la rubia confundida, sino que a mí también.

—Entonces, ¿qué quieres?

—Solo darte el consejo de que para la próxima que quieras observarme sin que me dé cuenta, que lo hagas bien —culmina con un guiño de su ojo izquierdo.

El chico llamado Alex se incorpora y comienza a alejarse de nosotras, caminando hacia los asientos del fondo del salón.

—¿Quién era? —pregunto.

Helena suspira y cubre su rostro con las palmas de sus manos.

—Es Alex Holworth y la semana anterior derramé un batido de fresas en él —contesta con voz amortiguada por sus manos.

—¿Queriendo o sin querer? —inquiero.

Descubre su rostro, observándome con ofensa.

—Claro que sin querer. ¿Por qué querría derramarle parte de mi batido?

Me encojo de hombres.

—Quizá te había hecho algo y decidiste vengarte —respondo, pensando en esa posibilidad.

Niega.

—No me ha hecho nada, ni siquiera sabe que existo.

—Pues no parece que no sepa de tu existencia.

Me fulmina con su mirada, y me dispongo sacar un cuaderno y algunos lápices para la clase, a pesar de no creer necesitarlos porque no entiendo mucho.

«Pero hay que dar una buena impresión el primer día, ¿no?»

Las conversaciones de los adolescentes de mi alrededor se detienen cuando una mujer de cabello negro recogido en un moño algo desalineado, ingresa al salón. La mujer se sienta en la silla, detrás del escritorio, y deja encima de este un bolso.

—Buenos días, alumnos. Hoy vamos a continuar con el repaso de la última clase... ¡Oh! —exclama cuando sus ojos recaen en mí—. Tenemos una nueva alumna. Soy la profesora Charles y doy las clases de Matemáticas. Preséntate ante tus compañeros —pide.

Me levanto de mi asiento y observo a los que, desde hoy, serán mis compañeros de clases.

—Mi nombre es Cassie Foster —digo. Jamás me he presentado enfrente de mis compañeros, a excepción de cuando éramos niños y el profesor nos hacía decir nuestros nombres y nuestros gustos, pero aquí no sé si eso sea una presentación para una adolescente que comienza su último año.

La mujer de, aproximadamente cuarenta y tantos de años, asiente y me indica que vuelva a tomar asiento.



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En el texto hay: amor, chicossexys, bromasyvenganzas

Editado: 28.07.2019

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