12. El arte es un estado del alma.
Cassie
La hinchazón de mi cabeza comienza a disminuir poco a poco, debido al hielo. La hinchazón de mi frente, también se encuentra mejor. Continúa conservando un color medio morado, pero con el pasar de los días no quedará marca alguna, palabras de la enfermera del instituto.
Gloria me había tratado con tanto cariño cuando desperté, que no me cabe duda que cuando me encontraba inconsciente me ha tratado de la misma forma.
—Cassie, prométeme que llamarás si te sientes mal —pide papá, antes que pueda bajar del auto.
—Lo haré, papá —afirmo.
Tanto él, como Helena no me dejaban de preguntar por mi estado en el resto del día de ayer y en el comienzo del día de hoy. Pero lo que no entendían es que me encuentro bien. Sin embargo, ellos temían que el golpe haya sido lo bastante fuerte como para dejar alguna secuela en mi cerebro.
«¡Dramáticos!»
Papá termina asintiendo, con duda, pero lo hace. Me acerco para besar su mejilla, en modo de despedida y bajo de su auto, dejando que se marche al trabajo y él dejando que yo me marche al instituto. No espero a Helena porque solo faltan cinco minutos para que la clase comience y ella debe estar dentro ya. Hoy iba a pasar a buscarme, pero como papá iba a traerme, le dije que fuera al instituto porque nos encontraríamos allí.
Ingreso al salón de Arte, justo a tiempo de que el profesor comience con la clase. Como lo imaginé, Helena ya se encuentra aquí, sentada, con un lienzo enfrente, al igual que el resto de la clase. Tomo asiento a su lado, dejando mi mochila en el suelo, y presto atención a las palabras del profesor.
—Alumnos, hoy quiero que expresen sus estados de ánimo. Quiero que reflejen con el arte de la pintura como se encuentran en este instante, y luego, todos juntos haremos una puesta en común.
—¿Estados de ánimo? —pregunta uno de los estudiantes del salón.
El profesor asiente.
—Así es, alumno. Expresen como se encuentran hoy, ahora. Quiero saber si están felices, tristes, enojados... Quiero saber que emociones están transcurriendo por sus cuerpos.
—¿Y cómo expresamos nuestras emociones a través de la pintura?
—Si están felices, cuéntenme cual es el motivo de la felicidad. Asimismo, si el sentimiento es de tristeza, quiero saber porque y cuál es el motivo para que se encuentren así. Pueden dibujar objetos, personas o todo lo que ustedes deseen.
La clase entera comienza a entender la actividad del día, incluyéndome.
—¿Podemos comenzar? —pregunta a mi lado, Helena. Por lo visto, ella está ansiosa por expresar su estado de ánimo.
—No. —Niega con un movimiento de cabeza el profesor—. Primero, de pie todos y acomoden sus caballetes hasta crear una ronda entre todos.
Comenzamos a movernos, haciendo ruidos estrepitosos en el salón mientras movemos los caballetes y nuestros asientos, acatando la petición del profesor. Finalmente, tenemos una ronda hecha a la perfección con todos nuestros lienzos delante de nosotros.
—Cuando acaben con sus pinturas, darán la vuelta a su lienzo. El compañero que tengan delante de ustedes, será con el que podrán conversar a cerca del estado de ánimo que plasmaron —sigue explicando.
Ladeo mi cabeza observando hacia el frente, en busca de mi compañero, a quién solo puedo verle su cabello castaño. Sin embargo, desaparece ante mis ojos por unos segundos, para emerger del costado del lienzo. Mi rostro se torna sin expresión al descubrir su identidad.
—¿No se puede cambiar de compañero? —pregunto, sin pudor.
El profesor frunce el ceño.
—¿Cómo, alumna Foster?
—¿No se puede cambiar de compañero? —reitero.
El hombre no borra el ceño fruncido de su rostro.
—No —responde, y chasquea su lengua—. ¿Tiene algún problema con el alumno Black? —inquiere.
Asiento, tomándolo por sorpresa. Quizás creía que iba negarlo y continuar escuchándolo como si nada, pero no.
—Problemas de pareja, profesor —habla Asher, dejando al profesor, a mí y al resto de la clase con la boca abierta.
—Oh, pero alumna Foster, vea el lado positivo de esto. La actividad, quizás, ayudé para que arreglé las cosas con su novio —opina.
Abro mis ojos ante sus palabras.
—¡¿Qué?! ¡No, no! —intento explicar, pero el profesor parece restarle importancia y se gira para caminar hasta la pizarra del frente del salón—. ¡Yo no soy su novia!
Observó a Asher, furiosa, porque haya dicho esa mentira.
«¿Problemas de pareja? ¡Ni siquiera lo conozco!»
—Profesor.
—Los compañeros que tienen delante no se cambiarán —advierte, al percatarse de que continúo llamándolo—. Alumna Foster, ahora estamos en clases. El alumno Black y usted, pueden arreglar sus asuntos personales con esta actividad o retirarse y arreglarlos con el director.