21. Una amistad incondicional.
Cassie
Después de unas arduas horas de limpieza, lo único que pasa por mi cabeza es apoyar mi trasero en unos de los sillones del living y respirar hondo.
—¡Ni se les ocurra sentarse en los sillones! —grita una voz, pero como me importa poco y nada esa advertencia, me siento igual.
Helena imita mi acción y se sienta a mi lado. Por el rabillo del ojo la observo, su cabello es una maraña de hebras azuladas y rubias con algo de pintura seca. Si el de ella se ve así, no quiero imaginar cómo se encuentra el mío. Su cabello no es el que capta toda mi atención, sino que se encuentra tan ensimismada en sus pensamientos.
—¡Están ensuciando los sillones! —exclama Jerry.
Ruedo los ojos.
—Estamos agotadas, no molestes —hablo.
—Debieron de pensar en eso antes. Las que pusieron las bombas fueron ustedes, nenas —se mofa él.
Lo ignoro, observando como toma asiento en otro sillón.
—Quiero irme a casa, Cassie —comenta Helena.
Asiento.
—Yo también, pero me duele las piernas para caminar hasta el auto.
El maldito de Asher me hizo limpiar toda su habitación, como si fuese su empleada. En algunas ocasiones, pensé en golpearlo y correr para no tener que hacerlo, pero el muy inteligente y egocéntrico no me dejó y hasta nos encerró a ambos en la habitación. Creí que se iría a bañarse y después a comer algo delicioso, mientras yo limpiaba su sucio suelo. Sin embargo, él solo se sentó en una esquina de la habitación y siguió con sus ojos cada uno de mis movimientos.
Y creo que eso fue peor de lo que creí, porque solo lograba ponerme nerviosa con su mirada puesta en mí todo el tiempo. Como si fuese poco, mis nervios les impidieron a mis manos que se muevan correctamente y tarde más de lo que creí limpiando cada rincón manchado con pintura.
—¿Haces el esfuerzo y nos vamos?
Su pregunta provoca que la mire. Ella se quiere ir ahora.
—¿Qué sucedió?
Helena niega con un movimiento de cabeza. Algo ocurrió y no quiere decírmelo.
—Solo... Me duele la cabeza —susurra.
Claro que no me creo esa mentira. Algo tuvo que haber ocurrido, y al recordar que ella estaba en la habitación de Alex, confirmo que algo ocurrió.
—¿Qué te hizo? —pregunto, directa. No hay necesidad de nombrarlo, ambas sabemos de quien hablo.
—Nada. Solo dijo la verdad.
No comprendo y quiero hacérselo saber, pero el resto de los chicos aparece en ese instante. O bueno, algunos de los chicos que faltaban porque hay dos de ellos que parecen haber desaparecido.
—¿Y Megan? —inquiere Asher, percatándose de lo mismo.
Jerry se encoge de hombros desde su sillón, quitando su mirada de nosotras.
—Está en su habitación —responde Logan, sentándose a mi lado pero al verme se levanta y camina hasta otro lugar. Lo miro de mala manera por su actitud—. Lo siento, Cassie, pero tienes un aspecto de terror.
—Gracias, Logan, gracias.
Él guiña uno de sus ojos y hace una reverencia con su cabeza y mano.
—¿Y Jad? —esta vez quien pregunta por el gemelo que falta es Alex.
—En su habitación —responde su hermano.
Helena se coloca de pie en el instante que Jerry acaba de hablar y comienza a caminar hasta la salida.
—¡Hey! —la detengo—. ¿Ya nos vamos?
No se gira para responder.
—Sí —es un susurro, pero llego a oírla gracias a que el living está en silencio.
—¿Se van a ir así de sucias? —inquiere, Logan, sin ningún pudor al nombrar nuestros aspectos.
—Wow, decir cumplidos es lo tuyo —comento.
Logan ríe.
—Es sinceridad. —Se encoge de hombros.
—Lo que digas. Y sí, tenemos que irnos.
Camino por donde lo hizo hace minutos Helena. Ella espera en el umbral de la salida del living. Una mano toma mi brazo y me detiene.
Asher.
—Pueden bañarse aquí y después irse.
—No tenemos ropa —habla Helena, intentando excusarse.
Él no quita sus ojos de mí.
—No importa. Ustedes suban a ducharse que nosotros nos encargamos en conseguirlas.
Observo a Helena y ella me observa a mí. Ambas queremos irnos, estamos cansadas pero también estamos sucias, como bien dijo Logan. Quizá sería buena idea bañarnos aquí y después marcharnos a cada una de nuestras casas. Además, después de que limpiamos los cuartos de los chicos, lo que menos merecemos es gastarles agua, productos para el cabello y jabón.
—De acuerdo —contesta ella.
Asher me suelta y me encamino hasta Helena para entrelazar nuestros brazos y seguir a los chicos.
—Cuando terminemos de bañarnos nos marchamos —hablo, a medida que vamos subiendo los escalones de la escalera.
Asher se dirige hasta su habitación, pero antes se gira y me da una mirada que no logro descifrar.
—Vamos —dice una voz a nuestras espaldas. Alex está observando a Helena, ella esquiva su mirada y camina hasta Jerry.