Alessandro.

Capítulo 3. (EDITADO)

Año 2021. Nueva York, Estados Unidos. 


Alessandro esperó pacientemente mientras John acababa de hablar con uno de los jóvenes conocidos suyos que se encontraban en aquella ridícula subasta.

En la entrada del hotel, tras haber saludado a algunas de las personas que estaban interesadas en sus obras y haberse presentado de manera cordial, de esa forma que tanto le caracterizaba, se sentó en uno de los bordillos de la entrada mientras uno de los chicos que se encontraban a su lado comenzó a fumarse un cigarrillo.

¡Que nostalgia! Había dejado de fumar porque no le pegaba, no tanto como a Giovanni, al menos y ahora podía sentir todos aquellos olores que por culpa de un cigarrillo que le nublaba el olfato, no podía oler.

El olor a perfume caro, de aquellos pocos que salían fuera a fumar, mezclado con el alto grado de contaminación de la ciudad y el ruido de aquel hotel en la zona más céntrica, formaba una bomba explosiva que hacía que su cabeza doliese más.

Desde hacía ya un buen rato, Alessandro solamente quería salir de ese ambiente y regresar a su pequeño estudio, con paredes insonorizadas, a relajarse, quizá a perderse en los recuerdos tras haberlo visto tan de lejos pero más cerca que nunca en esos seis años.

La ansiedad, le podía, algo en él le decía que tendría que volver a correr, a huir de manera apresurada, pero él, terco como siempre, se negaba a escuchar esas voces tan predecibles. No, quizá habría una oportunidad de que siguiese con ese tranquilo modo de vida en esa gran ciudad sin que Giovanni lo supiese.

Quizá, se iría, con su último cuadro de vuelta a Italia, sin saber que la obra de arte que poseía estaba hecha por la persona que estaba buscando tan ansiosamente, pero eso sí, cada uno por su parte, siguiendo con ese juego del gato y el ratón, esa especie de escondite o pilla-pilla que así a la tontería había durado más de seis años.

-¿Fumas?- Era un chico joven el que le preguntó, incluso más que él, parecía un colegial de diecisiete y no le transmitía peligro.

Alessandro negó con la cabeza, por educación y siguió mirando a la lejanía, al tráfico, a las luces, a la vida nocturna de Nueva York.

-Te he visto dentro, ¿Tú eres artista verdad?- El chico sonaba curioso, pero seguro de que lo había visto. ¡Como para no fijarse en él! Con la cara tapada con una mascarilla y unas gafas de sol que no conjuntaban para nada con el elegante traje negro de gala que llevaba puesto y que, al parecer no le importaba manchar si estaba dispuesto a sentarse en un bordillo tan sucio como ese.

Esta vez Alessandro asintió mientras el chico sacaba un bolígrafo y jugueteaba con él. Una pluma estilográfica negra, muy bonita pero algo inútil si no había papel con el que escribir.

-Me gustan tus cuadros, los dos que se han subastado, lo han hecho a precios increíbles. Tienes futuro, como artista en ascenso me imagino que estarás emocionado, aunque debe haberte sentado mal que todo el mundo malinterpretara que fue tu amigo el que los pintó y se acercaran a él antes de conocer la verdad y te siguieran como perros falderos. Hoy en día, ser un artista capaz de presentar sus obras en una subasta de este calibre, ya tiene mucho valor, pero tiene incluso más que una de ellas haya sido comprada por Giovanni Salvatore por el precio más alto que se ha ofrecido en la subasta, el Sr. Giovanni es un magnate del arte, nadie sabe porqué compra tantas obras o porqué se interesa en él cuando su empresa no hace nada muy artístico que digamos.-

Había elogios mezclados con sarcasmo en las palabras del joven, y Alessandro fue capaz de distinguirlos con precisión. También, se ocultaba un doble sentido provocador, pero esas soplapolleces no funcionaban en él. 

Se quedó callado, al parecer ese chico quería conseguir que hablase con él pero Alessandro ya lo había visto venir. Los elogios, el sarcasmo, la provocación al compararle con John, el hijo de la dueña de aquella galería de arte que no había tenido tanto reconocimiento como él y que ni siquiera lo tendría si no fuese por sus conexiones, toda aquella basura que había salido de la boca del chaval, en otra persona quizá hubiese provocado un sentimiento de ira, o incluso una risa incontrolable, pero él era Alessandro, inexpresivo, indiferente.

Alessandro se levantó decididamente, y tras sacudirse un poco el polvo de los pantalones agarró con velocidad y precisión una de las manos del chico y la retorció, haciendo que el cigarro sin terminar cayese al suelo.

-¿Quién eres?¿Por qué me estás grabando?- Su voz era suave, elegante y monótona y él miraba con tranquilidad la pluma que el chico sostenía con fuerza, donde estaba seguro de que se encontraba una pequeña grabadora.

-¡Suéltame!- El chico comenzó a retorcerse con fuerza, mientras trataba de zafarse de brutal agarre del que había creído inofensivo hasta ahora.

Alessandro ejerció más presión, pero controlando la fuerza que aplicaba, quería dejar una marca, no romperle la muñeca.

-¡Está bien, te lo contaré si me sueltas!- Y ahí, Alessandro aflojó el agarre mientras el chico comenzaba a explicarse.

-Soy periodista, bueno, estudiante de periodismo y quería sacar una noticia sobre ti, sobre tu sorprendente cuadro ya que muestras la figura masculina sin tapujos, recuperando ese arte clásico que aquí, en Estados Unidos, ya se había perdido o que nunca ha existido realmente. Eres increíble, como ya he dicho, y para mí proyecto, me gustaría entrevistarte, el pintor anónimo que conmovió el corazón del magnate más rico de toda Europa, y puede que de todo el mundo.- Alessandro volvió a apretar con fuerza, eso, sonaba a mentira.

-E...es verdad, mira, mi tarjeta de identificación universitaria.- El chico, mostró una tarjeta que tras examinar con cuidado, Alessandro le devolvió mientras lo soltaba por completo y le lanzaba una mirada arrepentida que el chico probablemente malinterpretó, muriéndose de miedo.



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Editado: 20.07.2021

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