Año 2021. Nueva York, Estados Unidos.
Tras la demostración, Giovanni se sintió satisfecho.
Si Alessandro volvía a casa, a ser su mano derecha, sus subordinados tendrían que reconocerlo y temblar, no impedirle el paso o pensar en violarlo.
Giovanni, pasó sus dedos por la cicatriz, haciendo que Alessandro se estremeciera y un leve sonrojo apareciera por toda su cara. Al igual que Alessandro, él también poseía una, hecha por su hermano, con las mismas iniciales SGA grabadas a fuego en su piel e incluso en el mismo lugar.
Él, al contrario que Alessandro, no pudo evitar quejarse mil y una veces de lo mucho que dolía cuando este comenzó a grabarlo con la navaja sobre su piel, haciendo que Alessandro dudase en seguir cortando repetidas veces y dejando que Giovanni le hiciese lo mismo posteriormente sin emitir ni un solo sonido de dolor.
La marca, debían hacérsela cuando comenzaban a tener una función en la mafia, Giovanni se lo hizo con catorce años y Alessandro, sintiendo que se lo debía por haberle hecho daño, le siguió con ocho añitos y se convirtió en su mano derecha sin saber apenas limpiarse los mocos, siendo un crío sin experiencia ni entrenamiento.
John sentía algo indescriptible, un chico alegre y de buen talante como él, nunca había llegado a sentir una mezcla tan grande de confusión, sorpresa, vergüenza, furia y frustración, e incómodo, trataba de liberarse de esas cuerdas que estaban dañando sus muñecas.
Alessandro, perceptivo como siempre, salió de ese trance en el que Giovanni lo había sumergido acariciando su espalda con cariño, y se levantó.
Debía tener frío, pensó John, estaba solo en pantalones y zapatos, y ya era de noche prácticamente. Sacando una de las navajas del bolsillo, este se acercó y cortó las cuerdas con soltura mientras uno de los dos guardaespaldas gruñía indignado.
¿Quién era él para no pedir si quiera una orden del jefe?
Era uno de los chicos nuevos, que por suerte había logrado conseguir un turno al lado del jefe y esperaba tener un ascenso para incluso cobrar más, aparte de que no sabía mucho sobre la jerarquía de la mafia, porque si lo hubiese sabido, como su otro compañero que era más benevolente, ni se le hubiese pasado por la cabeza pensar en tocar a ese muchacho débil y frágil.
John se estaba frotando las muñecas, tratando de aliviar el entumecimiento y Alessandro le cedió una de las cremas que le había cogido al taxista cuando le entregó el botiquín de primeros auxilios para que pudiera curarse.
-Asique, veo que te importa mucho este chico, Aless.- Giovanni sonrió con una pizca de maldad, había algo en esa situación que lo ponía terriblemente celoso.
-¿Qué relación tienes con él?- Su tono, era peligroso, como si la vida de John dependiera de la respuesta que pudiera dar Alessandro.
-¡Soy su novio!- John, también estaba irritado y antes de que Alessandro pudiese soltar una palabra lo gritó lo más alto que pudo, interponiendose entre ambos hermanos y arrastrando a Alessandro detrás de él de manera protectora.
Giovanni, por alguna razón se llenó de desagrado. Su Alessandro no podía salir con semejante mierda, es más, no podía tener novio aún, ni siquiera un pequeño romance. Él no le había enseñado así. Sus manos, se deslizaron hacia la pistola que guardaba debajo de la americana y Alessandro, viendo de sobra sus intenciones, se preparó para amenazarlo cuando el teléfono sonó.
Sin querer, con la tensión que se respiraba en el aire, Yamato puso el altavoz al entregárselo a Giovanni, y el rostro de Alessandro se oscureció cuando adivinó de quién se trataba.
-¡Giooo...estoy llegando para verte!- Era una voz alegre, cariñosa.
Giovanni no se molestó ni siquiera en cortar el altavoz antes preguntar fríamente;
-¿Por qué demonios tienes el teléfono de Fiorella, Carlo?-
Asique la llamada era de Fiorella, pensó Alessandro. Fiorella odiaba con muchas ganas a ese paleto de Carlo y sobretodo quiso echarlo a patadas de la mansión cuando se enteró de que ese imbécil acosaba a su primo Alessandro creyéndose superior por meterse en la cama de Giovanni.
Sabía que si Yamato estaba con Giovanni, Fiorella vendría a recogerlo, pues ahora él tendría que ocupar ese puesto y dejar que Yamato y ella criaran a su hijo unos años, pues habían tenido un bebé no hacía mucho y el pobre japonés no podía ver a su hijo mucho por el trabajo.
Amaba a su prima Fiorella, esa que no podía ser la cabeza de la familia Salvatore por su débil constitución física que a penas le permitía andar y entendía que Yamato, tenía que estar con ella, ¿Pero qué coño pintaba ahí Carlo Montesino?
-Lo siento Gio, quería darte una sorpresa asique me colé en el avión privado, cuando Fiorella me descubrió ya habíamos despegado.-
Alessandro se quedó callado, odiaba a ese tipo, pero solamente pudo tratar de ayudar a John a curar sus rozaduras poniéndole crema en las muñecas suavemente.
Al ver esto, algo en Giovanni exploto y cambió su tono frío enseguida a uno cariñoso hasta que uno de los guardaespaldas de Fiorella le arrebató el teléfono y esta pudo ponerse al teléfono.
-Ya sé tu ubicación y lo de los Kaminsky, Giovanni Salvatore, deberías ser más prudente y no jugar así con tu vida. Tienes cuarenta y cinco minutos para acabar con todos esos idiotas, dile a Yama-Chan que estaré allí para recogerlo y que espero no tener que lidiar con nada innecesario.-
Tras esto, colgó. Los guardaespaldas de Fiorella, eran abundantes, pero Alessandro no quería que ella sufriese ni el más mínimo agravio, aunque ahora, tenía que ocuparse de John y de que pudiese salir a salvo después de haber provocado a Giovanni Salvatore.
Giovanni, siguió cargando el arma que tenía entre sus manos ya. Quería ver, si metiéndole un tiro en la entrepierna, ese chico rudo seguiría hablándole en un tono tan gallito.
-Si lo tocas, me encargaré de que te arrepientas.- Esa era primera vez que Alessandro se enfrentaba a su hermano, por lo que este se sorprendió gratamente mientras la ira aumentaba.