Alex y Kate

Capítulo 15

Alex estaba echado con las manos detrás de su cabeza. Un cigarro blanco se dejaba ver en sus labios. Escuchaba el último tercio de la historia de Kate.

Hace una hora, ella entró por la ventana, atravesándola, y se encontró con Alex durmiendo tranquilamente. Por un segundo se preguntó: ¿Por qué diablos no se ha escapado? Tenía la oportunidad.

Kate sonrió y sus ojos brillaron.

—Realmente me quiere — dijo en voz baja.

No había tiempo para sentimentalismos. Kate fue al baño y regresó con un vaso de agua, que pesaba lo mismo que un saco de cemento. Lo puso encima de la cabeza de Alex. En lugar de vaciar el vaso de poco en poco en la cabeza de Alex, como si fuera un gigante con problemas en la próstata orinándose encima del ladrón, Kate soltó el vaso.

Alex abrió los ojos solo para ver un vaso de vidrio descendiendo directamente a su cara.

Alex se frotó la cabeza vendada, todavía se notaba una mancha roja y húmeda. Si no fuera porque la historia de Kate era interesante, Alex le hubiera dicho unas cuantas verdades y unos insultos que horrorizarían al cura de la esquina.

La historia de Kate lo tenía todo: Un padre muerto, una madrastra asesina, una fantasma huidiza. Solo le faltaban vaqueros y astronautas y Alex estaría totalmente enganchado.

Apenas el fantasma terminó su historia, Alex comenzó a reírse a carcajadas. Se debía más al cigarrillo que estaba fumando que a la historia de Kate (que tenía sus momentos divertidos).

Su vendedor (un adolescente quince años más joven que Alex) le dijo que esos cigarrillos le ayudarían a relajarse. Alex, que estaba más estresado que nunca, le compró quince. Este era el segundo que fumaba. Kate escuchaba las incesantes carcajadas de su “mejor amigo” y deseara que se callara.

—¿Podrías dejar de reírte? Esto es serio, carajo.

—No, no lo es — respondió Alex entre risas —. Tu historia es una maldita telenovela grotesca. Tu vida es una maldita telenovela grotesca, de esas que veía mi madre a las nueve de la noche. Las mexicanas no las turcas.

Kate tuvo que esperar tres minutos para que Alex dejara de reírse. Alex retiró el cigarrillo de sus labios y expulsó una nube de humo blanco. Su rostro estaba rojo y sus ojos, aguados de tanto reír. Esos cigarrillos fueron la mejor inversión en todo su tiempo como fugitivo de la justicia. Se aclaró la garganta y se puso más serio.

—Déjame ver si entendí. ¿Mataste a tu padre?

—Si.

—Ha sido asesinado. Está muerto. Ha fallecido. No regresará como un fantasma para atormentarnos, ni ninguna tontería por el estilo. ¿No es así?

—¿Cómo voy a saberlo?

—Al carajo. Digamos que sí. Ahora mi pregunta es la siguiente: ¿Qué diablos quieres de mí?

—Quiero que mates a mi madrastra.

—Tuve que preguntar… — mascullo Alex entre dientes. Se pasó la mano por la cara. Estaba empezando a sudar. Uno de los problemas de su nueva medicina es que duraba muy poco y le causaba una pesadez en el estómago.

—¿Es que no te das cuenta? Mi madrastra mató a mi padre para quedarse con la herencia de mi familia. Eso es ilegal y no podemos dejar que se salga con la suya — dijo Kate con tanta pasión que no se había percatado de que estaba hablando con un delincuente.

—¿Tú no querías matar a tu padre? — le preguntó Alex, quién no entendía muy bien el concepto de moralidad de esa chica.

—Si, pero lo mío era un proyecto de pasión. No lo hacía por el dinero.

Alex asintió. Seguía sin entender su concepto de moralidad.

—No sabía que eras rica — comentó Alex.

—¿De dónde crees que saqué ese Rolex que tú sabiamente arrojaste al inodoro?

—Creí que lo habías robado.

—Se lo robé a mi padre, el dueño de la fábrica de conservas más exitosa de toda “Estrella nocturna” — Kate tuvo una idea —. Puedo pagarte. Hay una caja fuerte en la sala de mi casa, conozco la clave. Una vez hayas terminado con el “Bang” “Bang” te daré la clave y podrás sacar todo el dinero que quieras.

—Ahora mismo no tengo problemas de dinero — Alex se relajó aún más en la cama.

—Esa maleta que escondes bajo tu cama podría desaparecer en cualquier momento — amenazó Kate preguntándose si sería capaz de cumplir esa amenaza. Alex no tenía que saberlo.

—¿Me estás amenazando mocosa del demonio? — preguntó Alex enojado. Volvió a sentirse tenso.

—Tal vez. ¡Vamos a estar juntos por mucho tiempo! — exclamó Kate —. Solo acepta el dinero y has el trabajo.

—Está bien.

—Debe haber unos 10,000 soles… ¿Dijiste que sí?

—Mataré a tu madrastra y lo haré gratis, con una condición: Apenas la haya matado quiero que te vayas. Que te esfumes. Que desaparezcas para siempre de mi vida, ¿Has entendido?

Las palabras de Alex golpeaban a Kate como si fueran ladrillos pesados. Sin embargo, ella consiguió mantener la compostura.

—Claro. Una vez muerta la madrastra me iré y jamás me volverás a ver… creí que éramos amigos.



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En el texto hay: ladron, humor negro, fantasmas y venganza

Editado: 10.08.2024

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