Capítulo 17 - Traición

—Te haría contarme absolutamente todo en este preciso momento si no tuviera que correr a casa, pero me la debes.

—Gracias Megan y gracias por cuidar a Amy, eres la mejor.

—Si, si lo sé. —Megan me dio un pequeño abrazo y se dirigió a la puerta. Luego se detuvo y me miró fijamente. —Entonces, ¿tú y Amy vendrán a casa de mis padres a cenar el próximo domingo?

Le sonreí burlona pensando en la familia Wright y en la deliciosa comida de Linda. Hace un tiempo que no visitábamos a la familia de Megan.

—No me perdería esa cena por nada.

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Prometí a Amy que visitaríamos a Abril y había llegado el día. Aún rondaba en mi mente fragmentos de la maravillosa cita que tuve con Eider, pero debía sacarlo ya de i cabeza, porque ese día estaba dedicado solo a mis hermanas.

Amy correteaba feliz de aquí para allá emocionada por ver a Abril, mientras yo trataba de ordenar un poco la casa antes de que saliéramos.

Me esforzaba mucho por ayudar a mi hermana dentro de mis limitados recursos y sabía que ver a Abril le ayudaba mucho. Ya había asistido a su primera sesión con la psicóloga y no fue algo que le agradó, pude ver por mí misma que se negaba a tener contacto con nadie fuera de casa, aunque dentro de ésta siguiera siendo ella.

Preparé el desayuno y mientras Amy comía aproveché para lavar algo de ropa antes de salir. Fui al garaje en busca de más jabón, mamá siempre lo guardaba allí, en realidad guardaba muchas cosas allí así que yo acostumbraba a hacer lo mismo. Cuando llegué al lugar me percaté que el auto de mamá no estaba y eso me asustó mucho.

Que no sea lo que estoy pensando, que no sea lo que estoy pensando por favor.

Tenía más de medio año invirtiendo dinero en ese auto y hacía solo pocos días había podido llevarlo a casa de nuevo. La verdad no sabía si llegaría a usarlo, aún no me atrevía ni siquiera a manejarlo, pero sentía esta extraña necesidad de arreglarlo, de que estuviera bien, de mantener todas sus cosas tal como a mamá le gustaba tenerlo.

Estaba empezando a volverme loca, era eso.

Agotada por el cúmulo de emociones de los últimos meses, caminé hasta la sala y me dejé caer en el sofá con los ojos cerrados. Tenía que ducharme y cambiarme para ir a ver a Abril, pero también tenía miedo de acercarme al cuarto de mi padre. Temía que mi yo pasivo perdiera los papeles.

Sin embargo no podía evitarlo, me incorporé con los  músculos cada vez más tensos y me dirigí a su cuarto, lo encontré sentado en la cama con una botella de vodka en las manos y muchas otras regadas por el suelo.

 La sangre se me acumuló en los oídos al tiempo que mi cuerpo se movió aún sin haber recibido órdenes mías al respecto.

Era como si estuviera metida dentro de mi cabeza, pero ya no ejercía ningún control sobre mis miembros. Con el corazón aporreándome las costillas mientras lo miraba, lo único que era capaz de recordar era la absoluta humillación a la que nos había estado sometiendo, la desdicha que estábamos viviendo por su culpa, por culpa de él nuestra familia yo no era una familia.

Me acerqué más a él  temblando a causa de su traición.

Traición, sí.

Nos había traicionado para conseguir licor.

—¿Dónde está el auto?

—Déjame en paz —gruñó.

—¿Dónde está el auto? —Volví a preguntar tratando de mantener mi voz serena.

—Eso no es asunto tuyo —Dijo dignándose a mirarme por fin.

—Claro que lo es. He estado gastando dinero en él, tratando de arreglarlo para nosotras. ¿Dónde está?

—Lo vendí. Ahora fuera de aquí.

Las piernas me fallaron.

—¿Cómo pudiste? —Dije en apenas un susurro.

—Lárgate Alex.

Me incliné hacia él y estiré la mano para agarrarlo sin apretar mucho, pero amenazante, y él me miró a la cara con ojos consternados, redondos como platos.

—¿Qué sucede contigo? Sabes que he estado gastando dinero en él, dinero que mucha falta nos hacía ¿esperaste a que estuviera bien para venderlo? ¿Para seguir pagando tú vicio? ¿Si tanto quieres morir porque no terminas de matarte y nos dejas en paz? —A esa altura ya estaba gritando, luego noté algo que me tocaba en el brazo.