Miré mi reflejo en el espejo y fruncí el ceño frustrada. Por lo visto eso era lo mejor que podía lograr. Observé mi pelo rubio atado en un moño flojo, mis ojos marrones cansados y mi ropa desgastada de tantas lavadas, no importaba cuanto me esforzara, al parecer mi aspecto siempre era igual, pero no había tiempo para más, me esperaba un gran día así que tenía que ponerme en marcha.
Preparé el desayuno como cada mañana, fui a la habitación de papá y le llevé un plato. Le pregunté si necesitaba algo más pero ni siquiera me dedicó una mirada. La habitación tenía un olor a rancio, había botellas desperdigadas por todas partes, las sábanas estaban revueltas por el suelo y mi padre en la cama tirado de cualquier forma nada cómoda al parecer.
Traté de abrir las ventas para que el cuarto se aireara un poco, algo que realmente necesitaba, pero papá gritó.
Di un respingo porque no esperaba ese grito
—Sal de aquí. No quiero verte.
—Papi quizá deberías… —empecé a hablar, pero no me dejó terminar. Continuó gritando hasta que salí del cuarto.
Cerré la puerta tras de mí y apoyé la espalda en ella tratando de serenarme. Tomé una respiración profunda, no entendía por qué continuaba afectándome tanto si siempre era lo mismo. Por más que trataba de ayudar, él no me lo permitía, ya debería estar acostumbrada ¿no? Trate de componer una sonrisa y me dirigí a la cocina donde se encontraba Amy comiendo.
—Buenos días cariño —intenté sonar alegre, pero sabía que había escuchado a papá.
—¿Otra vez de mal humor?
—Sólo un poco ¿Estas preparada para tu examen hoy? —Estaba tratando de distraerla. Realmente no estaba preocupada, Amy era una niña muy aplicada y yo estaba feliz de que a pesar de todo por lo que habíamos pasado, ella hubiera encontrado refugio en algo positivo como era la escuela.
—Bien —dijo con una mueca extraña
—¿Qué? ¿Qué pasa? —pregunté inmediatamente alarmada.
—Es sólo que… —empezó a morderse el labio, como si estuviera preocupada por lo que me iba a decir —necesito un bolso nuevo, el que tengo ya está muy roto, traté de arreglarlo pero quedó peor. —Tenía la mirada fija en el suelo.
Eso me hizo sentir inmediatamente mal. Sabía que Amy no quería contarme nada porque ella era consciente de que no abundábamos en dinero. Y dolía que mi hermana de diez años se estuviera preocupando por algo como el dinero que no teníamos y que tanto nos hacía falta, ella no debería preocuparse por cosas así, ese era mi trabajo. Bueno, en realidad era trabajo del hombre que tenemos como padre, pero dado que no estaba para la labor, entonces me tocaba trabajar a mí para que lo que quedaba de esta familia continuara en pie. Tragué el enorme nudo que se formó en mi garganta y traté de sonar lo más normal posible.
—Oye tranquila. Pronto tendrás un bolso nuevo ¿de acuerdo? Sabes que hoy empiezo mis prácticas y me pagarán. Así que no quiero que te preocupes más por dinero. —eso me toca a mí, pensé internamente.
Amy compuso una sonrisa y se levantó para darme un gran abrazo.
—Te quiero Alex.
Sus palabras provocaron que mis ojos se llenaran de lágrimas.
—Y yo a ti princesa.
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Después de llevar a Amy a la escuela fui a la universidad, pero dado que al salir empezaría las prácticas, mi mente no estaba del todo concentrada en la clase. Al final me resigné, sabía que igual tendría que pedir apuntes prestados y eso era horrible porque Análisis y diseño de estructuras era una materia que en especial me gustaba, pero también se me complicaba.
Cuando finalizó la clase me di cuenta que en efecto tenía razón, no me enteré de nada. Resignada me dirigí a la cafetería para almorzar algo antes de irme al estudio y me encontré a Megan arrastrando un enorme oso de peluche.
—¿Tu admirador secreto? —pregunté acercándome a ella.
—Así es. —respondió con una expresión confusa. —No lo entiendo, estaba casi segura de que era Brad.
—Yo solo estoy segura de que veías solo lo que querías ver.
—No es así.
—Sí lo es. Vamos, ven a almorzar conmigo mientras me explicas por qué motivo le dijiste a Eider sobre mi cambio de turno.