Alexitimia

Capítulo 26

Mis ojos se sentían pesados, intenté abrirlos para saber qué era eso que se me está clavando en el culo, pero éstos volvieron a cerrarse y volví a conciliar el sueño.

¡Despierta que lo que se te está clavando nos interesa!

Pero no podía abrir los ojos y en mi sueño lo veía a él.

Puedo verlo.

Y me veía a mí.

—¿Por qué no la dejas ir princesa? —preguntó mi padre, quien llegaba y se sentaba a mi lado, sin importarle que su traje costoso se arrugara en el césped.

—Es que sus alas son muy bonitas papi —respondí—. Me gustaría tener unas alas como las de esta bella mariposa ¿por qué no puedo tenerlas?

—¿Te gustaría tenerlas?

—Me gustaría poder volar a todas partes.

—¿Te cuento un secreto? —susurró en mi oído.

—Sí papi.

—Entonces debes dejarla ir y escucharme —pidió y yo obedecí.

La mariposa agitó sus alitas y voló lejos de nosotros.

—¿Sabías que antes de ser mariposa fue una oruga?

—No papi —me sorprendí—. ¿Cómo pudo ser una oruga, si las orugas son feas y no tienen alas?

—Porque así es su desarrollo princesa —explicó—. Primero son orugas, después se convierten en un capullo, para terminar de formarse y al final ese capullo, se abre para dejar salir a una bonita mariposa.

—Wow —abrí mi boca sorprendida.

—Así es la humanidad princesa —continuó explicando—. Ahora eres una niña, pero con los años irás creciendo hasta convertirte en una adulta.

—Yo no quiero ser adulta papi, yo quiero ser siempre tu princesa.

—Y siempre lo serás —mi padre pellizcó mi naríz—. ¿Pero no me dijiste que querías tener unas alas así de bonitas?

—¿Cuando sea adulta voy a poder tener unas?

—Cuando hayas terminado tu misión en este mundo, vas a tener unas alas así de bonitas y volarás muy lejos.

—¿Entonces todas las personas que se van al cielo se convierten en unas bonitas mariposas? —pregunté entusiasmada.

—Así es princesa.

—¿Entonces mami y tú serán mariposas algún día?

Mi padre rió ante mi pregunta.

—Lo seremos —confirmó—. Así cada que veas unas, sabrás que somos nosotros quienes estamos cerca de ti.

Abrí mis ojos de golpe, hice todo mi cabello hacia atrás y respiré hasta darme cuenta que ya no era un sueño, sino la realidad.

Ahora comprendo todo...

—¿Qué más, beba?

Volteé hacia el rincón de la habitación y miré a mi 911 sentado en el sillón reclinable. Estaba sin camisa vistiendo solo unos bóxer. En su barbilla recargaba el filo de mi celular y sus ojos de gato me miraban fijamente.

—¿Qué estoy haciendo aquí? —inquirí cuando noté que estaba en su habitación.

Sin embargo, él no respondió a mi pregunta. Siguió viéndome de una manera distinta, jamás me había visto así. De pronto, se levantó del sillón reclinable y sus pisadas retumbaban en la habitación, o no sabía si era el silencio que las hacía sonar de esa manera.

—¿Desde cuándo te envían mensajes anónimos? —soltó mientras se mantenía de pie.

Oh, mierda.

Tragué saliva y llevé mi cabello detrás de mis orejas.

—Déjame te cambio la pregunta. ¿Por qué no me dijiste de estos mensajes acosadores? —señaló el celular.

Que el Señor te proteja.

—¿Qué mensajes? —me hice la desentendida.

—Decime pues.

—No son importantes —bufé.

—Ah, ya veo —dijo—. No pues entonces si vos querés te le puedes entregar a ese man de una.

Rodé los ojos.

»Porque entonces yo no entiendo para qué hicimos toda esta vaina si para vos no es importante ¿cierto? —continuó—. Hágale mamacita, se regresa a España y olvidamos toda esta mierda que no es importante.

—Deja el drama que tampoco es para tanto —me levanté de la cama y caminé hasta él—. No ha pasado nada, solo no quería meterte más en mis broncas.

—Es que vos no entendés que tus broncas son mías ¿cierto? —Naím aventó el celular a la cama, se sentó en ella y me acercó a él para que me sentara sobre sus piernas—. Mor, si a ti te pasa algo yo me muero.

—No va a pasarme nada —rodé los ojos mientras colocaba mis brazos alrededor de su cuello—. Yo creo que el de los mensajes es David.

—¿David?

—Ajá, quién más podría amenazarme con matarte —me encogí de hombros.

—De todas maneras, me gustaría revisar toda la base de datos y así poder rastrear el número.

—Hazlo, si quieres.

—De querer, yo quiero otra cosa mamacita —atrapó mi labio inferior y le dio una pequeña mordida.

Y yo quiero darte todo lo que me pidas.

Mi cuerpecito me decía que disfrutara lo que tenía debajo de mí, pero mi cabeza me decía que debía preguntar qué fue lo que pasó para que yo estuviera ahora encima de él.

¿Por qué nunca me haces caso?

—Anoche... —dije y Naím me calló con un beso.

—Anoche estabas helada —comentó—, y te traje a dormir conmigo para que estuvieras calientita.

—Discutí con mamá —añadí—. Ella estuvo a punto de decirme que sino podía acatar sus reglas podía irme de esa casa.

—Lo sé, beba. La coreana me contó toda la vaina del payaso ese y lo que sucedió después.

—Yo no quiero regresar ahí —murmuré.

—Mor, no tenés que hacerlo si vos no querés, faltaba más mamacita. Mira vos podés quedarte aquí conmigo, durmiendo o haciendo cositas ¿sí o qué? —sonrió ampliamente.

Tú idea no me asusta, pero sí me gusta.

—¿Y Nicky? —pregunté.

—Beba, esta también es tu casa, podés traerla o hacer lo que querás. Aunque estoy seguro que Liam no va a soltar a la coreana así como así ¿cierto?

—La llamaré luego —asentí.

—Beba, yo tengo que hacer unas vueltas, no quisiera dejarte sola, pero tampoco quiero aburrirte con mis vainas —comentó mientras acariciaba mi brazo con un dedo.

—Ve, yo te espero aquí, no quiero ir al campus.




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