Alfredo

12. Semana Santa (2)

Otro fin de semana dañando. Es que la mala suerte me persigue.

Bueno, bueno, tal vez estoy exagerando un poco las cosas.

Lo estás exagerando.

Es que yo no quería que, en mi fin de semana, dos días antes de que comenzara la semana santa a mi puerta llegarán las tres personas con la que haré grupo. Tal vez soy un poco exagerado, pies llegaron con mecatos en una mochila que escondieron inmediatamente cuando les pedí que lo hicieran por mi madre.

Ufff, supongo que no todo es tal malo ¿No?

Los hice pasar entre unas charlas, cuando entraron lo primero que elogiaron fue... el orden de la casa, era modesta y pequeña pero tenía una buena paleta de colores que daba la sensación de hacer más espacio, uno que otro cactus que quisieron neciar pero antes la voz de mi madre los interrumpió:

"Ver no tocar..." Me miró para completar esas tonta frase.

Me dio vergüenza, pero aún así me preparé un segundo para decir:

"Se llama respetar" Vio como una sonrisa burlona se dibujaba en los rostros de los tres.

Al ver como mamá se acercaba con su vestido amarillo que solo tenía un tipo de listón, también amarillo aunque ella jura decir que no lo es, en fin, ella le dio un manotazo a Luis que seguía molestado, sus sonrisas se borraron.

"No estén tocando lo ajeno sin permiso, menos si es algo peligroso ¿Tienen cinco años?" Reprendió, a mi hace meses no me reprendía, supongo que siempre estaba como ella quería que estuviera.

Okay, debo preguntarle qué le pasa, ya me está preocupando.

Me sorprende que no hayas hecho aún.

Estuvo a punto de protestar, pero yo detrás de mi madre sin saber cómo había llegado allí si hice señas para que no lo hiciera, al final bajo la cabeza y pronunció murmullos incomprensibles.

"Mamá, vamos a estudiar a la sala" Intervine al notar la incomodidad de ellos.

¿Por que cada vez que la veía ella estaba de mal humor?

"No, mejor ve al comedor, no pienso dejar que me dañen mis sillones, fueron un regalo de la señora Fela por mi embarazo y no pienso dejar que lo dañen" Se quejó, antes de suspirar ante mi mirada suplicante. "Voy a la tienda, debo comprar algo"

Y así, se marchó para dejarme solo en la casa, algo común.

No, no estoy solo, estoy en compañía de dos flojos y una chica.

Y me siento nervioso que lo que puedan hacerle a la casa de mi mamá...

Me pregunto si de verdad se fue, si de verdad está en otro lado, pues recuerdo que siempre se quedaba para estar cerca por si tenía dudas respecto al tema, pero ahora simplemente... se había ido de compras.

Y claro, me ponía nervioso que comentarios hicieran, de que Luis no tenía reparos en dar comentarios de poca gracia para no hacer nada, sin embargo, a veces se pasaba en cuando a estos.

Domingo parecía un poco más discreto, parecía que él un poco más complicado, era una cosa rara de entender, sus palabras nunca tenían coherencia con sus acciones o expresiones.

Mónica, la verdad no la conozco, nunca he hablando con ella, solo he intercambiado algunas palabras en el salón de clases, nada más.

"Bueno, no toquen nada de a... ¡Luis!"

No había terminado la advertencia cuando él ya había vuelto a tocar el cactus. Se llevó el dedo a su boca que segundos antes dejo escapar un grito de dolor, estaba por correr a él para ver si le habías pasado algo cuando me acordé de algo...

"Todas las espinas mi mamá la mando a quitar y siempre se asegura de que no crezcan más, ¡Deja tus juegos!" Es que la planta ni tenía púas, sólo están en un espiral que si se dejaba crecer más llegaba a marear.

Domingo y Mónica, que se habían asustado al ver la escena lo miraron mal y le dieron un puño —Domingo— y una patada —Mónica—, se retorció del dolor, esta vez verdadero.

"Bueno, bueno, me pase, mejor estudiemos" Murmuró, nervioso.

 

Mi mamá había llegado a los diez minutos con una bolsa, dentro habían camarones, muy pocas veces lo compraba por el precio de la libra, caro. Cada tanto tiempo se daba el gusto de comprarlo y lo hacía como si fuera cóctel playero, uno de los postres que más ama papá y que por mi parte también los adoro.

Ella nos ayudó adelantar bastante, y a la tarde, con pocos momentos de descanso, mi madres estaba sentada en una de las sillas de la mesa junto a mi explicando y sugiriendo sobre mejores formas de presentación y contenido, y debido a su presencia esos dos flojos tuvieron que hacer más de lo que normalmente hacían.

En sus caras se muestra el descontenta, mientras la expresión de mi compañera es totalmente encantada con mi madre.

Quién sabrá porqué.

En la tarde mamá se despidió para ir a cocinar, en especial porque debía estar pendiente al camarón.

"Que vieja más..." Se calló, Luis, cuando recibió una mirada molesta de mi parte ante la forma en la que se refirió a mi mamá.

"Yo opino que es estupenda, hizo que dos flojos vagabundos estudiarán por primera vez en meses" Comentó Mónica casi con sus ojos brillantes.

"Aunque la señora me cayó mal debo admitir que gracias a ella adelantamos casi todo... y ¿Quién hace la presentación y la conclusión?" Preguntó Domingo en un suspiro.

Las miradas cayeron en mi, no.

Nadie quiere más trabajo.

"No, y ya se hace tarde ¿No deben ir a casa?" Cambie de tema, luego resolveríamos esto, tal vez el lunes "Son las... 5:30 de la tarde" Di mirando el reloj de pared cerca de la puerta que llevaba al comedor.

Pareció ser un hechizo de abrir lo ojos, en medio en maldiciones bajas Luis y Mónica recogieron sus útiles, se despidieron antes de marcharse para sus hogares.

Sólo quedo Domingo, quien como si nada dejó caer su cabeza en la mesa, pronto iba a llegar papá y no se podría contento a verlo con su vestimenta negra y deprimente, además de que él solo venía a casa a estar con su familia, sin nadie más.




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