Algoritmo Del Amor.

Capítulo 11 – El eco de las sombras

El silencio que quedó después de su confesión fue más aterrador que la tormenta de la noche anterior. No había viento, no había truenos, ni siquiera el golpeteo insistente de la lluvia contra los cristales. Solo el eco de mis propios latidos, resonando con fuerza en mis oídos, como si fueran tambores de guerra.

Me quedé mirándolo, inmóvil, con las palabras aún ardiendo en mi piel. “No eres quien crees ser”. Esa frase me perseguía como un eco interminable. Intentaba procesarla, pero cada intento se estrellaba contra una pared invisible que se negaba a dejarme avanzar.

—No puedes esperar que lo acepte así, como si nada —susurré, aunque mi voz tembló más de lo que quise.

Él dio un paso hacia mí. Sus ojos reflejaban un dolor sincero, como si cada palabra que me había revelado también lo estuviera destruyendo a él.

—Sé que duele —respondió, con un tono grave, cargado de pesar—. Pero prefiero que me odies por decirte la verdad, antes que amarme por una mentira.

Sus palabras me hicieron estremecer. ¿Qué clase de verdad podía ser tan devastadora como para poner en riesgo lo que teníamos? Una parte de mí quería huir, cerrar los ojos, fingir que nada de esto estaba sucediendo. Pero otra, más fuerte, más obstinada, se negaba a retroceder.

Respiré hondo, buscando fuerzas que no sabía si tenía.

—Entonces dime todo. No me ocultes nada más. Si quieres que soporte esta carga, si de verdad crees que puedo hacerlo… no me dejes en la oscuridad —exigí.

Vi cómo apretaba la mandíbula, cómo sus manos temblaban apenas perceptibles. Se sentía atrapado entre el deseo de protegerme y la obligación de mostrarme el abismo al que estaba a punto de asomarme.

—Elara… —murmuró mi nombre como si fuera una plegaria. Luego, su voz se volvió un susurro afilado—. Desde el principio, todo lo que nos rodea ha estado vigilado. Nada de lo que vivimos fue casualidad. Ni siquiera el día en que nos conocimos.

Un escalofrío me recorrió la espalda. Recordé cada momento, cada coincidencia que hasta ahora había parecido mágica, predestinada. Y de repente, todo se tiñó de un matiz oscuro, como si alguien hubiera estado tirando de los hilos de nuestras vidas desde las sombras.

—¿Quieres decir que…? —mi voz se apagó antes de terminar la frase.

Asintió.

—Que alguien decidió que tú y yo nos cruzáramos. Que nuestras vidas se entrelazaran. No fue destino. Fue cálculo.

La palabra me golpeó en el pecho como una sentencia. Cálculo. Todo lo que yo había sentido como auténtico, espontáneo, quizá había sido manipulado.

Sentí rabia, una rabia feroz que me nubló la vista.

—¿Y tú lo sabías? —pregunté con furia contenida.

Él no respondió de inmediato, y su silencio fue la confirmación más dolorosa.

Me giré, incapaz de soportar su mirada, y caminé hacia la ventana. Afuera, la ciudad brillaba bajo el amanecer. Las luces artificiales comenzaban a apagarse, cediendo espacio a los primeros rayos de sol. Una parte de mí quiso creer que aún había esperanza, que la claridad podía vencer la oscuridad que me envolvía.

Pero otra parte sabía que nada volvería a ser igual.

—No sé si pueda perdonarte —dije finalmente, con la voz quebrada—. Y lo peor de todo es que no sé si pueda perdonarme a mí misma por haber creído que todo era real.

Sentí su presencia detrás de mí, el calor de su cuerpo a pocos pasos, pero no se atrevió a tocarme. Quizás porque sabía que, en ese instante, un solo roce podría romperme en mil pedazos.

El silencio se prolongó hasta hacerse insoportable. Y entonces, por primera vez, me di cuenta de que tenía que tomar una decisión. Podía seguir hundiéndome en la verdad que él me ofrecía, o podía cerrar los ojos y fingir que todo seguía igual.

Ambas opciones dolían. Ambas podían destruirme.

Lo miré una última vez. Sus ojos reflejaban una súplica silenciosa, una esperanza rota. Y aunque mi corazón aún latía por él, mi mente me gritaba que debía alejarme.

Lo que no sabía era que, en ese mismo instante, las verdaderas sombras comenzaban a moverse alrededor de nosotros. Y que lo peor aún estaba por llegar.




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