Llegó el fin de semana y Dylan estaba compartiendo con su familia ese día. Las miradas de lástima no lo rodeaban, eran más bien miradas de querer matarlo, especialmente sus hermanas, que adoraban a Gisselle y no podían creer que ya no formara parte de su familia.
—Te veo más delgado—Dijo Ray, su hermana mayor—No te duró mucho el amor con la fulana de la oficina. Mi cuñadita Gisselle no es fácil de olvidar ¿Cierto?
Dylan estaba acostumbrado a que lo torturara su familia de esa manera, pero todavía seguía sin descifrar lo que su madre le dijo. Tomó un respiro y decidió ser ahora él el que le tocara juzgar a los demás por la impotencia de no saber qué hacer para recuperar a Gisselle.
—¿Y tú qué sabes? —Gruñó—Si te has divorciado dos veces.
Eso no lastimó a Ray, sabía perfectamente que ella no era material de matrimonio y se vino a dar cuenta en su tercer divorcio.
—Porque la mujer que vive pendiente de tus padres, de ti, de tu trabajo y todavía tiene el amor para encargarse de tu corazón, no son fáciles de olvidar.
Ella tocó su hombro y se dio cuenta que las palabras que su hermano le decía, era porque estaba desesperado.
—Tienes razón—Dylan bajó la guardia—¿Qué debo hacer? Nuestra madre me habló en claves y no le entendí, necesito un consejo coherente sino me voy a volver loco.
—¿La has buscado? —Preguntó Ray.
—Sí, pero me ha bloqueado de todas sus redes sociales, intenté enviarle correos, llamarla. Y lo peor es que nadie sabe dónde está.
—Sólo te queda una opción.
—¿Cuál? —Suplicó Dylan.
—Tu querida y adorada cuñada.
Dylan soltó un bufido, recordar a su cuñada siempre le daba dolor de estómago, él sabía que ella lo odiaba—Ella me odia, y ahora con justa razón querrá cortarme las bolas.
—Yo la apoyo, fue la única que vio más allá, creo que de todas las personas, ella era la única que esperaba algo así de ti y que le hicieras eso a su hermana.
«Madeline me va a matar cuando me mire» Pensó Dylan, pero su hermana tenía razón. El único familiar que tenía Gisselle, era su hermana mayor. Por lo tanto, por ahí debía empezar a buscar.
Para: Madeline Williams
De: Dylan Russell
Madeline,
Sé que ahora mismo de la última persona que quisieras saber es de mí.
Soy un hombre que ha cometido el peor error de su vida y quizás no merezca el perdón.
Pero necesito saber dónde está, si está bien y que me escuche.
Hay muchas cosas que no le dije, que no valoré y que me di cuenta quizás demasiado tarde, pero por favor si todavía tengo una oportunidad de verla de nuevo... Dime dónde está mi esposa.
Dylan Russell.
Gerente General.
Infinity Inc.
Media hora después, recibió respuesta.
Para: Dylan (Maldito imbécil que rompió el corazón de mi hermana) Russell
De: Madeline (La que te cortará las bolas si te acercas a ella) Williams
Dylan,
¿Cómo te atreves a contactarme?
¿Sabías que te odio?
Por supuesto que lo sabes. Si hasta ahora ocho meses después te has dado cuenta que cometiste un error, yo te diré lo siguiente: MI HERMANA COMETIÓ UN ERROR PEOR CUANDO SE CASÓ CONTIGO.
Desde que te conocí supe que eras un jugador con tu porte de empresario y seriedad. Pero A MÍ NO ME ENGAÑASTE. Sabía que tarde o temprano le harías esto a Gisselle.
No te diré dónde está, pero agradece que te digo que ella se encuentra bien, BIEN SIN TI.
Respeta su decisión, o mejor. LA DESICIÓN QUE TÚ TOMASTE POR LOS DOS.
Sé feliz, o no lo seas, no me importa. Te lo mereces.
Tu ex cuñada,
Madeline Williams.
Sabía que cometía un error contactando a Madeline, pero tenía que intentarlo. Ahora solamente quedaba su amigo, Dallas, él seguramente sabía más sobre Gisselle. Pero cuando llamó a Dallas y éste nunca respondió ni a sus mensajes o correros, sintió que algo no estaba bien.
Esa noche salió con sus amigos por unas cervezas, necesitaba distraerse con algo que no fuera su propia miseria. Mientras escuchaba a sus amigos hablar, un nombre hizo que Dylan saliera de sus pensamientos y hablara por primera vez en todas las horas que llevaban ahí.
—¿Dallas? —Preguntó—¿Dallas está en la ciudad?
—Sí—Respondió Henry—Aunque está un poco a las afueras, dijo que se estaba quedando con una amiga.
«Gisselle» Su nombre rebotó en su cabeza y no era por las cervezas que llevaba encima.
—¿Dónde? —Casi se echa a llorar porque sabía que esa amiga no era otra más que su Gisselle—Necesito verlo.
—No lo sé—Mintió—No me lo dijo.