La hora de la cita se acerca, estoy delante del armario mirando la ropa que tengo e imaginando las posibles combinaciones que puedo ponerme. ¿Soy la única que siempre que tiene que ir a algún sitio piensa que no tiene ropa? Es increible, por mas que miro la ropa no consigo encontrar un outfit de estos que la gente que te ve por la calle piensa "es sexy pero discreta".
Me decido por un jeans y una camiseta negra junto con mis zapatillas, les digo a mis padres que me voy a casa de una amiga y salgo corriendo para no perder el bus. Pero como siempre llega quince minutos tarde y me tengo que quedar esperandoen la parada. Menos mal que estamos en una época del año en la que no hace ni frio ni calor y se está super bien. Mientras espero me pongo a escuchar musica, estoy obsesionada con una canción de Daddy Yankee que me motiva mucho y me hace olvidarme de los nervios.
Cuando al fin llega, me subo y espero hasta llegar a mi parada. Como soy una despistada por naturaleza, me bajo en mi parada y empiezo a andar hacia casa de mi mejor amiga de la infancia, Amanda. Su casa está casi al lado de la biblioteca así que con salir cinco minutos antes de la hora de la cita voy bien. Llamo a su puerta y escucho a alguien correr hacia la puerta, Amanda la abre y me mete dentro de un empujón.
-Zorra, cuentame todos los detalles y no te dejes nada que te conozco.- ¿Es muy amable verdad?
-Vale, te lo cuento todo pero callate, y si me interrumpes te dejo sin historia. Así que sientate o tomate una tilita y empiezo.
Le cuento todos los pormenores de la historia y se le cambia la cara ochocientas veces, pasa de la cara de intriga a la de flipo en colores.
Me quedo en su casa hasta la hora de la cita y me ha obligado a que cuando termine vaya a su casa y le cuente todo. Voy de camino a la biblioteca y como tengo un máster en ser despistada no me doy cuenta de que hay alguien detrás de mi hasta que siento un tirón en el brazo que casi hace que me caiga al suelo. Antes de caer siento como alguien me coge y evita esa caida que me habria hecho sentir mucha vergüenza porque esta todo lleno de gente. Me giro a ver quien es el susodicho y cuando le veo casi me da un parraque, sobre todo porque me sonríe y me ayuda a levantarme. En ningún momento hemos apartado la mirada hasta que me dice de ir hacia la biblioteca. Va vestido con unos jeans, una camiseta azul muy básica, pero le sienta súper bien, demasiado para mis neuronas.
A los 20 minutos de estar sentados en una mesa, nos levantamos y vamos a dar una vuelta por el paseo marítimo. Una de las cosas que más me gusta de vivir aqui es estar tan cerca del mar. Es una sensación tan relajante, pero no para mi en este estado de nervios así que durante el paseo sólo digo tonterías pero es que estoy temblando. Ahora mismo tiene que estar pensando que estoy loca. Nos vamos a un sitio apartado y me siento en el suelo mientras hablamos. En más de una ocasión le digo que se siente a mi lado porque es raro estar yo sentada y el de pie con todo lo largo que es, pero no se sienta en ningún momento hasta que la que se levanta soy yo. Se acerca la hora de irnos y vamos caminando hasta la casa de Amanda. Cuando estamos en la puerta pasa lo siguiente:
-Bueno, me ha encantado quedar contigo, tenemos que repetir.- No se me ocurre otra cosa.
-Claro, cuando quieras me avisas.
Se nota que estamos muy nerviosos y no sabemos si darnos un abrazo o un beso. Decidimos darnos la vuelta hasta que lo pienso mejor. Me doy media vuelta otra vez y camino decidida hacia él, le agarro de la camiseta y le planto un besazo que quita el sentido.