Delante de mí se presentó un paisaje bellísimo, cascadas y árboles. Era hermoso, el paisaje me dejo sin aliento. No sé cuánto tiempo estuve fascinada pero cuando recupere la razón; mi primera pregunta fue: ¿Qué demonios ha pasado? .Me di vuelta y detrás de mí no estaba la puerta, estaba un muro. Me acerque empecé a golpearlo. Una vez. Otra vez. Y otra vez. Mi desesperación se volvió mayor, estaba en un lugar extraño donde... Escuche un rugido proveniente de mi izquierda, del bosque que se extendía a mi alrededor.
—Hola...— se escuchó más cerca— ¿Hola?—. Eres una boba Alice. Delante de mí salió una criatura de mis peores pesadillas.
—Mierda, mierda, mierda— daba pasos hacia atrás lentamente, la criatura no me había visto. Era horrible, tenía diez patas, ¿manos? No estaba segura que eran. Su rostro, estaba segura que no me dejaría dormir. Me sintió, se acercó y me observo. Mi collar empezó a brillar y el bicho empezó a aullar. Su aullido me trono los oídos, tuve que usar mis manos para tapármelos. Escuche un barrullo en el bosque y no sé cómo, pero algo me dijo CORRE. Le obedecí a la voz en mi cabeza y empecé a correr. Corrí lo más rápido que pude haber corrido en mi vida. Sentí al bicho detrás de mí, persiguiéndome.
—Vamos Alice, no pares— me dije sin aliento y seguí corriendo. Presentía que estaba detrás de mí. Estúpido vestido, no me dejaba correr, era demasiado incómodo. No tuve alternativa y me quite la falda pesada. En el trayecto, una rama me rasguño la cara y sentí como la sangre fría empezaba a salir—. Maldición—. Seguí corriendo y seguí. Mis lágrimas empezaron a salir, quería ir a casa. Mi casa, con tía Dorothy. Si no hubiera sido por esa voz, por esa estúpida y tonta voz. Lloraba como una niña, seguía corriendo, no sé de donde sacaba las fuerzas pues los pies me dolían. Me detuve ante un prado; me escondí dentro de un gran árbol. Me quede en silencio y escuche sus pasos. Tape mi boca con mi mano, tratando de que mi respiración no se escuchara. Cerré los ojos, recordando a papá y pensando en mi tía. Sentí mi collar brillando, y de pronto un zumbido. Espere unos minutos y no oí nada, saque mi cabeza con cuidado y no. Se habían ido. Salí del árbol y me limpie las ropas. Me toque la cara. Me dolía y mucho. Buscaría ayuda, tal vez haya humanos en este lugar. ¿Debería haberlos, no? Empecé a caminar por los alrededores y mire entre los árboles. Criaturas raras. Eran una especie de mono o algo así. Me acerque para admirarlos. Uno se puso frente a mí y me observo.
—Hola— le sonreí, el desgraciado me quito el collar y salió por los árboles— ¡Oye! No, mono malo. Eso es mío— le grite, pero él seguía mirando el collar—. Mono idiota— me dispuse a subir por mi collar. A duras penas conseguí llegar hasta la rama, donde estaba situado el mono con mi collar—. Devuélvemelo ahora— le ordene y este empezó a reírse de mi— ¿De qué te ríes? Mono tonto— le musite. Empezó a pasarse de rama en rama, yo lo perseguía con dificultad hasta que caí del árbol—. Demonios— me recompuse y me lleve las rodillas al pecho, unas lágrimas me bañaron la cara. Llore en silencio con mis ojos cerrado y de pronto el mono estaba delante de mí. Abrí los ojos, el mono me extendía el collar que brillaba. Me seque las lágrimas y lo tome— Gracias, lamento haberte dicho, mono tonto— me disculpe y el mono me miro sin entender mucho, en verdad era un mono tonto.
Después regreso al árbol, me quede viendo el collar y pensé. Solo brilla cuando estoy triste. Triste o preocupada, eso es. Pero solo pasaba aquí, no en casa. Me levante y seguí caminando, pensando en el collar y lo raro que era todo. Papá había tenido razón y tía Dorothy también, en verdad era mágico. Camine hasta un claro y de pronto pise algo en el suelo y todo se puso de cabeza. Esta parte del bosque era distinta. Camine unos pasos con dificultad y de pronto, sentí un jalón en mi pie.
Me encontraba con mi pie tendido de una cuerda, estaba de cabeza. Mire a mi alrededor, había árboles inmensos; jamás había visto unos tan grandes y menos de colores así. Pero lo que más me llamo la atención fue que el cielo era de color azulado con mezclas de morado, no era el cielo que yo conocía. El sol. El sol era naranja completamente, no amarillo y naranja, era un más intenso. De pronto unas aves raras pasaron volando. ¿Qué diablos era este lugar?
— ¿Hola?— mire a mis alrededores, ¿Dónde estaba? Es un sueño, estaba segura— ¿Hola? ¿Hay alguien? Necesito ayuda— de pronto unos arbustos se movieron; un miedo vino a mí—. ¿Ho—hola?— sentí un golpe en la cabeza y todo se volvió oscuro.
—Sabía que no debías golpearla, te lo dije millones de veces— escuche voces raras; mis ojos poco a poco se abrían y la vista se iba haciendo menos nublada. Sentí el dolor en mi nuca.
—Ya sé Rabel, perdón— era la voz de un niño.
— ¡Miren muchachos! Se está despertando— esta vez una mujer.
Abrí mis ojos completamente y lo que me encontré fue un... una criatura de ojos amarillo y orejas largas y puntiagudas.
— ¡Cielos!—dijo la criatura y grite del susto; ella se asustó y empezó a gritar al igual que yo.
— ¿Qué demonios eres? ¿Quiénes son, o mejor dicho que son?— estaba confundida frente a mi había tres criaturas extrañas. El niño, su rostro era humano pero sus orejas eran como las ilustraciones de las hadas en los libros de cuentos y su cabello era un amarillo resplandeciente. Un hombre. ¿Qué digo? Era una especie de elfo con los ojos grandes, bigote y traje elegante. Y la mujer era igual al niño, solo que su nariz era más puntiaguda.
— ¡Puede hablar!— canturreo el niño.
— ¿Qué somos? Eso me ofende— manifestó el elfo.
—Eres más bonita de lo que pensé— el niño me miraba y empezó a tocarme el rostro con la punta de su dedo.
—Basta, no hagas eso— le vocifere y él aun así continuo haciéndolo.
—Mira sus ojos, son como dos zafiros resplandecientes ¡Y su cabello! Que color más raro— la mujer me observaba a detalle mientras sonreía.
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Editado: 20.11.2021