Me encontraba a orillas del lago, el sol estaba saliendo y sus rayos se reflejaban en el agua cristalina. Me senté en el borde, observando el fondo. Alice se estaba tardando en salir, lo cual me preocupaba. Sé que puede sola, no me necesita pero ya estaba demorando mucho. Escuche un rugido al norte, gire mi cabeza cuando escuche otros ruidos, provenientes de las profundidades.
Me levanté y di unos pasos hacia atrás. De la oscuridad de las aguas, salió Alice; escupida por el lago. Cayó de manos y tosía con fuerza, sin dudarlo me dirigí a ayudarla.
— ¿Estás bien?— le toque el hombro. Ella respiraba aceleradamente con la boca abierta, vacilo y se volvió a mí con el ceño fruncido.
— ¿Qué si estoy bien?— jadeó—. Oh sí, no te imaginas que bien estoy— respondió con enfado. Se levantó y yo le imite. Camino hacia los corceles, se dio vuelta y me miro otra vez con el ceño fruncido—. Casi lo olvido— siseó— aquí está tu estúpida perla— la arrojo a mis pies. Yo la tomé, la apreté con fuerza.
— ¿Qué pasó?— pregunte, acercándome. Ella dio un suspiro, mientras se ponía su armadura.
—Casi— río— soy desayuno de un monstruo— agrego con una mueca. Yo vacile.
—Espera... ¿cómo que, casi eres desayuno de un monstruo?
—Oíste bien— sonrío.
—Pero... ¿cómo? Se suponía que eso no era parte del plan— me rasque la oreja, solía picarme con regularidad.
—Bueno... parece que tus amiguitos peces, me tienen en mal estima— se cruzó de brazos. Yo la mire confundido—. ¿Puedo contártelo, luego? Estoy cansado y lo único que deseo es un baño y dormir mil años— expresó con los ojos apagados.
—Sí, claro. Pero, no hay tiempo para que duermas mil años— bromee.
—Que sean tres— aclaró burlona, yo reí. Montamos y nos dirigimos a la Corte Luz.
Al llegar, Jimmy estaba sentado en las escaleras con los brazos apoyados. En cuanto nos vio, se irguió y vino corriendo hacia nosotros.
—¡Ya era hora!— manifestó—. Tardaron siglos.
—Vaya que sí— aclaró Alice.
—¿Por qué tardaron tanto?— dijo en tono de reproche.
—Larga historia, te la contamos luego— le respondí y él chilló.
Nos adentramos por los pasillos del castillo, Alice cerraba sus ojos de vez en cuando. No estaba acostumbrada a estar despierta tanto tiempo y eso era lógico. Jimmy iba caminado entre ambos, nos miraba.
—Hay algo raro en ustedes dos— entrecerró los ojos, pasando su mirada en cada uno.
— ¿Sí?— musito Alice con un aire agotador.
—Sí— aclaró él. Se detuvo justo antes de llegar a la habitación de Alice. Ella abrió la puerta, antes de que se metiera Jimmy le dijo: — La próxima vez iré con ustedes, así me aseguro de que Jack no te mire como un bobo... y se concentre en la misión—. Ali estallo en una carcajada. Yo le di un golpe con mi codo a Jimmy y él se tambaleo.
—Estamos de acuerdo en algo— ella le guiño un ojo.
—Eso no...— cerró la puerta antes de que pudiera terminar. Mire a Jimmy, él me sonrío—. Eres un tonto— le espete y me eche a andar.
—Oye— se apresuró a alcanzarme—. Estoy intentado ayudar— agito sus manos y yo le expresé desconcierto—. Ya sabes... a conquistarla— me guiño un ojo. Yo resople.
—No... no quiero tu ayuda, gracias— él lanzó un pequeño grito de emoción.
—Eso quiere decir... ¡Qué te gusta! ¡Te gusta! ¡Estás enamorado!— aulló dando vueltas en sí, rápidamente le tape la boca.
—Jimmy, ya— le musite y sentí su sonrisa de oreja a oreja. Me bajo las manos.
—Sí no me dices la verdad— se cruzó de brazos— no te dejare en paz.
—Codicioso— fruncí el ceño y él me miro serio—. Está bien, tú ganas.
— ¡Sí!— río. Yo me aleje y me apoye en las barandas del balcón.
—Pero, no puedes decirle a nadie.
— ¿Por qué no?— jugó él.
—Porque...— pensé una amenaza—. Porque si lo haces, un elefante vendrá y te devorara— respondí sereno y él se encogió asustado.
— ¡Lo prometo!— dijo al instante. Yo asentí con satisfacción.
—La verdad es que...— apreté mis puños, nervioso—. Bueno... yo...
— ¿Tú...?— se impacientó él.
—M—me gusta... ¡Lissard!— le musite y él abrió sus ojos como platos.
— ¿¡Qué!?— grito susurrante.
— ¿Qué esperabas?— me rasque el antebrazo.
—Pensé que...— su voz se apagó decepcionante—. Pensé que te gustaba Alice...— yo vacile nervioso.
—Pues... pensaste mal— aclaré mirando un punto fijo.
—La princesa es demasiada anciana— agrego con recelo.
—Claro que... no— dije en una pausa.
—Bien— cambio a una sonrisa—. Ya que no te gusta Ali, me la quedo— asintió con aire de poder, yo ahogue una risa.
—Alice es demasiada anciana— aclaré en una mueca— ¿No te parece?
— ¡Claro que no! Ella es bonita— sonrío. Yo reí, nos despedimos en el siguiente pasillo y me encamine a la sala del trono. Me quede pensando en la conversación con mi hermano, lo que le respondí. No era cierto, no me gustaba Lissard; la he visto como una amiga –incluso hermana—, durante todo este tiempo. Suena algo excéntrico si fuera así. Lo cierto era que, me gustaba ella. Alice. Pero le mentí a Jimmy, si le decía la verdad me atormentaría por el resto de mi existencia. También rondaba en mi cabeza el aullido de esta mañana y lo que Ali me dijo que paso en Uliacia. Se suponía que solo debía entrar, dejar que robara la piedra y cuando la encontraran con ella, preguntarle la razón pero, no había sido así. Lo cual me tenía inquieto.
Llegué a las puertas blancas marmoladas, los jóvenes que custodiaban la puerta me dejaron pasar. No ubique a Lissard en el trono, así que me magine que estaba detrás. Camine el tramo hacia el, abrí las cortinas que yacían detrás y me sumergí en la habitación color roja oscura. Ella estaba de espaldas, en su mesa de encantamientos.
— ¿Princesa?— ella se dio vuelta con rapidez, con la mano apoyada en su pecho.
—Oh Jack, casi me matas del susto— río.
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Editado: 20.11.2021