Alissa

Capítulo XIII

      

 

 

       Alissa había sido la última en despertarse, había tenido un sueño muy pesado. Estaba exhausta, tenía bastante sin dormir tan tranquilamente así que era necesario aprovechar la inusual ocasión. Esos amigos suyos habían cerrado la boca al menos por una noche en mucho tiempo.

       Salió del cuarto en pijamas y fue al salón donde se hallaba Arthur leyendo el periódico. A muy poca distancia, en la cocina, se encontraba Johanna Parks quien cambió su expresión casi de inmediato al mirar a la pequeña anunciarse en los alrededores; La mujer tomó un gran buche de aire, para recargar sus energías y comenzar el día con bandera blanca o de alguna forma mantenerse en tregua hacia la chiquilla pelirroja.

       ―Lissa, ¿Quieres algo para desayunar? ―ofreció la mujer intentando parecer agradable, lo que Alissa omitió por completo. Odiaba con cada partícula de su cuerpo que la mujer fingiera agrado hacia ella, cuando ambas tenían claro que eso era completamente erróneo, prefería que mejor se quedase en completo silencio, sin mirarle, sin hablarle, sin moverse, ser parte de la decoración de aquel agradable departamento; se dirigió al cuarto de baño sin ofrecer respuesta, ni siquiera le otorgó una mirada a la pelinegra que la miró durante todo el recorrido por el pasillo.

       ―¿Por qué es tan grosera? Te juro que lo estoy intentando, pero esa niña malcriada no coopera en lo más mínimo ―cuestionó frustrada al hombre sentado en el sofá. Masajeando sus sienes e intentando mantener la calma.

       ―Tranquila, solo se comporta así por puro capricho, el truco está en no estresarte, si lo haces se regocijará por ello, creeme ―comentó serio, sin apartar la mirada del papel; y tenía razón, la pelirroja no sólo se comportaba así porque la señorita Parks no fuese de su agrado, lo hacía también porque le gustaba ver como el ambiente se volvía tenso para los adultos, era casi deporte olímpico para ella, un deporte en el que ella era atleta profesional.

       Subió a un pequeño banquillo frente al lavado del cuarto de baño, se miró el rostro y comenzó por lavarse los dientes; abrió el flujo de agua para llenar la bañera, le gustaba mucho rosear el shampoo y agitar el agua con sus manos hasta que se formara mucha espuma, esa era su parte favorita, después de todo solo era una niña, y aunque con un comportamiento distinto a las otras pequeñas de su entorno seguía teniendo esos toques infantiles que la caracterizaban. Se desnudó dejando las ropas en el suelo y entró al agua. Muchas cosas pasaban por su cabeza, sus pulmones respiraban aire caliente del vapor que se acumulaba.

       Las burbujas recorrían su cuerpecito, pálido y delgado. Poco a poco su cuerpo se resbalaba dentro de la tina hasta que estuvo por completo allí, se escuchaba con dificultad los ruidos del exterior, el sonido burbujeante dentro del agua predominaba, se sentía relajada estando allí debajo, todo se escuchaba tan lejos, y era tan relajante, como si ahí nadie pudiese encontrarle, sonrió un poco y de su boca se escaparon unas cuantas burbujitas de aire. Sus pulmones empezaron a contraerse un poco, señalando que su resistencia respiratoria terminaría pronto así que era momento de volver al horrible exterior; intentó salir dándose cuenta de que no podía hacerlo, su cuerpo parecía detenido bajo el agua.

      Sus extremidades no respondían, abrió los ojos de golpe, solo lograba mover de un lado a otro su cabeza haciendo que su cabello bailara con lentitud dentro del agua y obstruyera su visibilidad. Lo que en un momento era melodía de tranquilidad se convirtió en chapoteos de desesperación, sus pulmones ya comenzaban a suplicar por oxígeno de una forma más violenta. Comenzó a patalear desesperada pero era como si una roca estuviese atada a su cintura comenzaba a debilitarse y su vista se tornaba cada vez más oscura.

       ―¿Lissa estás bien? ―la voz dulce e infantil de Tessa le devolvió a la realidad, se había quedado dormida, sacó su cabeza del agua apartando sus cabellos de su rostro y entre jadeos contestó al llamado.

      ―¿Que quieres? ―preguntó molesta mientras tosía.

      ―Mamá me envió para ver como estabas ―manifestó la castaña pegando su oído a la puerta.

       ―Como sea, solo vete ―ordenó Alissa. La niñita se retiró sin decir nada, encogida de hombros, tener una hermana mayor se le estaba haciendo complicado.

. . .

        El día transcurría bastante tranquilo, Arthur hacía sus cosas, la pelinegra tomaba un baño y la pequeña Tessa jugaba en el balcón con sus tantos juguetes, tenía una gran variedad de ellos, todos de colores vivos y alegres, Alissa también tenía un montón de ellos en casa, pero se encargaba de que se vieran aún más "vivos" y "alegres", a su manera. La ojiazul se mantenía sentada en uno de los banquitos de la cocina, pasó por su mente solo en un fugaz instante el sueno que había tenido con Tessa, le observó jugar tranquila en el balcón y suspiró.

      Pensaba en que podría hacer, estaba muy aburrida, siempre que iba a casa de su padre la pasaba poco entretenida y los demás tensos por su presencia, aunque para ella eso hacía que el ambiente fuera más acogedor. Extrañaba a Dereck por lo que pensó en llamarlo, se levantó y se puso de pie en frente del hombre.

       ―¿Dónde está el teléfono Arthur?―inquirió con voz dominante, cruzando sus brazos de forma autoritaria. El castaño que se encontraba leyendo unos documentos, solo levantó la mirada un poco.

       ―Alissa ¿Sabes lo que más me gusta de ser tu padre? Que no quieres que lo sea, más bien odias que lo sea, y darte ese disgusto es lo más placentero para mí― dio una media sonrisa satisfactoria―, y lo segundo es que ¿Me ves cara de recepcionista o algo parecido?― inquirió volviendo la vista a sus asuntos.



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En el texto hay: detective, secretos, paranormal

Editado: 19.05.2020

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