Alissa

Capitulo XXXIV

XXXIV

       Era extraña la sensación de como el tiempo se aceleraba pero a la vez solo se detenía, en horas o en instantes, no sabía realmente cuanto tiempo había pasado, como si hubiese salido de la realidad y hubiese viajado a quien sabe dónde, de un momento al otro, y fue esa la curiosa sensación que sintió Alissa al percibir los labios de Erick Hoffman directamente adheridos a los suyos. No tenía ni la más remota idea de cómo se sentiría alguna vez el dar un beso, pero ahora lo sabía, después de que tanto le repugnaba la idea y los cuentos de hadas, con sus finales felices y sus mariposas en el estomago, y aunque no creía en ellos ahora tenía la certeza de que una que otra cosa podía llegar a ser cierta de ellos, el asunto de las mariposas.

       El chico se separó en un suspiro y sonrojado miró hacia otro lugar, la pelirroja seguía paralizada, mientras tras suyo la espuma de los bomberos terminaba de extinguir hasta la última flamita viviente bajo o sobre los escombros.

       Las llantas de aquel flamante auto negro resbalaron en el asfalto, provocando un sonido chillante. Una frenada rápida y el abrir y cerrar de la puerta del conductor, entre las sirenas de las ambulancias y ese sonido que hace el fuego cuando el agua le invade, se volvieron atrayentes de atención.

       Ric levantó la mirada, y sonrojado en cambio no muy contento esbozó una sonrisa—Creo que te buscan —soltó para que de inmediato, y olvidando el cosquilleo tibio que sentía sobre las mejillas, Alissa se giró lo suficiente para ver como Dereck Moore la rastreaba con los ojos, que desde la distancia se podía notar que muy por encima esperaban lo peor. —. Él tiene mucha suerte —masculló Eric, lo suficientemente fuerte como para ser escuchado por las incoloras orejas de la infante.

       —¿Qué dices? —inquirió, aun alejada, sin entender mucho.

       —No es nada —sonrió para sí mismo—, deberías ir, se ve muy preocupado, yo tengo unos compromisos que atender —declaró gracioso levantando las manos para exponerle las esposas en forma de burla. Ambos se sonrieron y Alissa dijo adiós a penas con la mano, para encaminarse tras Dereck, que la percibió de inmediato. Se ladeó tan rápido como su cuerpo se lo permitió y envolvió a la ojiazul entre sus brazos, con una fuerza poco controlable.

       —¿Estás bien? —estaba exaltado, aunque quizás esa no era ni siquiera la palabra que podía encapsular del todo el estado en el que se encontraba, era algo mas allá de eso. La forma en la que su respiración lo agitaba y la manera en la que su cabello se pegaba de su frente, mojado por el sudor, representaban ese estado de inquietud, en cambio el suspiro que salió de sus labios luego de verla intacta recompensó todo lo anterior.

       —Estoy bien —su respuesta fue directa, en cambio una dulzura le irradiaba directamente de los pómulos colorados que la adornaban.

       Dereck colocó sus manos en su rostro de manera momentánea, y luego las deslizó desde su frente hasta la coronilla de su cabeza, empajándose el cabello hacia atrás, intentando recuperar su ritmo cardiaco normal, Alissa parecía distraída, apretó los labios y dio dos jaloncitos al castaño, por el ruedo de la camiseta blanca que los vestía, cuando el hombre se inclinó le plantó un abrazo, sin razón aparente, solo como si necesitara un hombro de donde apoyarse. Como por respuesta inmediata él la abrazó por igual, nuevamente, sintiéndose reconfortado y satisfecho.

       Los azulados ojos de Alissa se abrieron muy lentamente, para notar, en la lejanía de los arbustos una sonrisa alegre que la alumbraba de alguna forma, dejó caer sus brazos con suavidad por el cuerpo del castaño hasta soltarse del todo y él, la desenvolvió para mirarle al rostro que miraba hacia otro lado—Volveré en un segundo —avisó ella, alejándose entre el tumulto.

        —Lissa, espera ¿A dónde vas? —indagó él, no muy conforme con el comentario.

       —Solo será un minuto, no me alejaré demasiado —recalcaba en voz alta, hasta que terminó por perderse entre la gente.

...

       —¿Raven? —le inquirió Alissa a quien se ocultaba tras el enorme tronco de un árbol fofo junto al desastre que una vez formó el instituto Whondervod.

       —Hey, pilluela, vi lo que pasó ahí con Ric —fue lo primero que disparó la peliblanca al salir de las sombras, con esa sonrisa picara y la forma de entornar los ojos que solo ella sabía hacer.

       La pecosa suspiró graciosa y arrugó la nariz—Eso...fue raro, solo olvídalo —suplicó sonrojándose, el sol empezaba a hacer aparición, iluminando de una forma hermosa, a pesar de la catástrofe todo lo que las rodeaba.

        —Sabía que los más desquiciados eran tu tipo —continuó la infante.

        —Déjalo ya —rió Alissa—, vámonos a casa, Dereck ha venido por nosotras —sin pensárselo mucho la agarró de la blanquecina muñeca e intentó llevarla consigo, dándose cuenta de que ni una sola parte de ella la seguía. —. ¿Qué pasa? —preguntó.

        Raven negó con la cabeza, haciendo que su cabello descolorado se balanceara de un lado a otro—Aquí se separan nuestros caminos Aliss —dijo con calma en sus palabras, recuperando su muñeca.

        —¿Qué dices? No, ven a casa con nosotros, hay espacio y mamá es muy linda, ya verás —los faroles azules de Alissa se cristalizaron un poco, dándole una expresión de súplica.



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En el texto hay: detective, secretos, paranormal

Editado: 19.05.2020

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