Sosei cargaba a Reiko cuándo llegaron a terreno demoníaco, la tierra era negra y el campo de cenizas, árboles ardiendo perpetuamente y algunos huesos repartidos, Reiko despertó por el olor a humo imposible de no sentir.
Reiko: ¿Dónde estamos?
Sosei: Despiertas ¿Y es lo primero que dices?
Reiko: Lo siento… Es que…
Sosei: Estamos llegando a territorio demoníaco, dónde ellos se establecen siempre se vuelve un terreno imposible, si entras con armadura es mucho el calor y no puedes usarla, y nada puede vivir cómodamente aquí más que ellos.
Reiko: Puede… Bajarme si lo desea… Está tocando mi parte posterior y me pone incómoda.
Sosei enrojeció.
Sosei: Lo siento mucho, no era mi intención.
Sosei rápidamente la bajó, Reiko se acomodó la ropa y suspiró.
Reiko: Estoy lista… Avancemos…
Sosei suspiró y comenzó a caminar, el suelo crujía con cada paso de los dos, Reiko, por el aburrimiento comenzó a jugar con su espada.
Sosei: Tranquila… Aquí te cazarán más que fuera.
Reiko: No es…
Alcanzó a decir, su cuerpo flaqueó y tambaleó, Sosei la sujetó firme antes de que cayera.
Sosei: Te tengo niña…
Reiko: No me siento bien…
Sosei: Tranquila… Déjame ver tu brazo.
Reiko lo mostró, su brazo estaba hasta la mitad negro completamente.
Sosei: Esto es malo, no me quedan recetas buenas para curarte.
Reiko: ¿Y las recetas malas?
Sosei: Créeme… No quieres eso…
Reiko suspiró, sus fuerzas regresaron.
Reiko: Me siento mejor.
Sosei: Bien, tendremos que estar atentos a eso.
Reiko: ¿Qué pasará si no logra curarme?
Sosei: Moriré…
Reiko: ¿Eh?
Sosei: Te dije, no dejaré que muera nadie a manos de los demonios… Menos tú…
Reiko sonrió, y se apegó a él.
Sosei: Te lo permitiré sólo porque estás débil.
Reiko: Señor Sosei… Yo quiero saber algo.
Sosei: ¿Qué?
Reiko: ¿Usted piensa tener hijos con mi hermana?
Sosei suspiró.
Sosei: Una pregunta difícil, de primero… Yo sólo puedo tener hijas, es una maldición de los Hamada a través del multiverso.
Reiko: ¿Multiverso?
Sosei: Es verdad… Nuestro mundo, no… Nuestro universo no es el único, vivimos en un número probablemente infinito de universos, algunos se mueven a nuestro mismo tiempo y otros no…
Reiko: ¿Eso lo sabe por los cien secretos o eso?
Sosei: Sí…
Reiko: Teniendo en cuenta que usted es inmortal… ¿Cree que usted mismo podría ser el que vino a ayudarse?
Sosei se detuvo, jamás había pensado en esa opción.
Sosei: No lo sé…
Reiko: Me sorprende…
Dijo, un enorme golpe la sacó de su charla, frente a ellos estaban varios demonios y la figura encapuchada.
Encapuchada: Hola papi…
Sosei: Ya veo… No vas a esperar a que llegue.
Encapuchada: Ahora tienes preocupaciones que atender.
Dijo de manera siniestra, Reiko se retorció del dolor, Sosei la miró con preocupación.
Sosei: ¿Qué le hiciste?
Encapuchada: La envenené… Duh… Obvio.
Sosei: Te voy a asesinar y obtendré la cura…
Encapuchada: Jajaja… Sabes que no puedes…
Alcanzó a decir antes de que Sosei la derribara, Reiko quedó inmóvil mirando a los demonios que le cortaban el paso.
Reiko: Eh…
Estos la miraron y se lanzaron, Reiko sintió cómo si su cuerpo se moviera sólo, ágilmente escapó, un demonio se lanzó atacándola con una lanza, la mano de Reiko se movió rápidamente bloqueando, Reiko miró su mano sorprendida, parecía tener vida propia.
Reiko: ¿Qué es esto?
Reiko empujó al demonio y con una gracia digna de una bailarina lo decapitó, una suave voz vino a la cabeza de Reiko.
Voz: Yo te ayudaré…
Reiko se miró la muñeca y los dedos, una especie de hilo cómo de los títeres salía de ella, siguiendo el hilo con la mirada llegó con quien la estaba controlando, era una mujer, nunca la había visto, pero sentía una empatía con ella, la mujer se movió y el cuerpo de Reiko la imitó bloqueando otro ataque.
Mujer: Hola…
Reiko: ¿Quién eres?
Mujer: Soy quién te ayudará a conseguir lo que quieres…
Reiko: No eres mala, lo puedo sentir… Pero no siento que estés viva.
Mujer: Jeje, no importa, pero que conste, sólo te ayudaré esta vez
Reiko asintió, y se comenzó a mover ágilmente, pero con gracia, cada corte, cada estocada que daba, cada enemigo muerto, parecía un baile en el cuál todos se movían al ritmo de ella, por otro lado, Sosei y la encapuchada chocaban sus espadas con violencia e ira.
Sosei: ¡Te dejaste llevar por lo que querías!