CAPÌTULO VEINTICUATRO El centro de atención.

Antes de ella todo era normal, bueno, excelente e incluso hasta llevadero perecía que mis días malos no eran tantos ni tan malos. Antes de esa mañana toda mi vida era muy común y de bajo perfil, aunque sé que no soy un bajo perfil. 

Ahora pienso que todo mi mundo empieza a girar cada vez más por ella y para ella, sueños extraños, comportamientos extraños, dudas sobre lo que siento y llegadas de personas al pueblo que no son deseadas ni por mí, ni por mi amigo y mi madre. Todo se volvió complicado de cierta manera que ni siquiera sé cómo actuar al respecto.  

Voces que se mantienen en mi mente y en la de ella, confirmándome que no estoy loco. Leyendas y sueños vívidos de lugares a los que me niego creer que existen y desapariciones extrañas de adultos del pueblo. Las miradas fijas de personas que no deberían mirarnos más a allá de lo permitido por educación y susurros sobre lo acontecido aquel día.  

Comprendo que ahora me llaman estúpidamente héroe y que ella ahora es huérfana debido a que sus padres desaparecieron casi de inmediato y sin dejar rastro. Desde mi perspectiva ellos huyeron porque saben que la ley será dura con ellos.  

Por otra parte, la voz en nuestras cabezas que amenaza con hacerme perder la paciencia, me dice que han huido a algún otro lugar de nombre extraño. Creí escuchar Elfan, Elfman o tal vez fue solo otro nombre que no comprendí y del cual dudo que exista. Esta voz extraña dice que los están rastreando y que confié en ella cuando me dice que en el momento en que la tribu y ella los tengan localizadas me dirán. 

Por lo pronto nos tienen aquí, enseñándonos vivencias de una vida fantasiosa que no sé si creer al igual que todo lo demás.  

No lo entiendo nada y para colmo de nuestros males tenemos que lidiar con la absurda idea de nosotros dos siendo los favoritos para Rey y Reina del baile de la escuela y peor aún con nuestras respectivas curaciones.  

En definitiva, no existe momento más equivocado que este para ser el centro de atención.