Capítulo 10:
Escape
Danna
Arrastro los pies hasta la cocina, entre dormida y despierta. Conozco la sala de memoria, evado los muebles tanteando con las manos, el mesón y encuentro la nevera. Un poco de agua y volver a la cama, pero la frialdad deslizándose por la garganta me espanta el sueño.
Con lo difícil que será dormir de nuevo, me estrujó los ojos. Escucho pisadas y despabilo de inmediato.
—Soy yo —dice tía Clara entrando a la cocina, luciendo esa bata de dormir que tanto le gustaba, descoloridas y que parece no aguantar ni una puesta más.
—¿Estás aquí? —me acomodo en uno de los taburetes y apoyo los codos en el mesón. Sonrió, me hace feliz verla de nuevo, como si nunca se hubiera ido.
—Por supuestos que estoy aquí, me marchó y tambaleas ante decisiones importantes —me regaña. Se acomoda en el asiento del frente y extiende las manos en el mesón, me invita a qué acerque las mías. Por un instante me asalta el recuerdo de una pesadilla. Aquella en que el rostro de mi tía no era más que una máscara, una trampa, pero esta vez me siento tan tranquila en su presencia.
—No se trata de decisiones, ya las he tomado. Es el miedo el que no me deja en paz —agarro sus manos. Transmite una calidez que nada tiene que ver con una sensación corporal. Es más, como la caricia del viento, lo sientes, pero no lo puedes sostener.
—El miedo es bueno, te mantiene alerta. Lo que no debes permitirte es dudar. La duda te paraliza y necesitas estar en movimiento para cuidar de los tuyos.
Cuánta razón tiene. Los últimos eventos han sido un golpe duro, me paralizaron de alguna manera, Esther está jugando bien sus cartas. No puedo permitirle controlarme, no cuando yo soy la que tiene el control de mis acciones y decisiones.
—Me hacía falta escucharte —comento, atesorando este instante, deseando que siga aquí por la mañana, pero el despertar mantendrá su ausencia. —Me haces tanta falta. Todos ya sudo muy duro desde que te fuiste.
—No te me pongas triste —aprieta mis manos, sonriente—. Eres una mujer fuerte, valiente… una luz tan bella.
—¿Cómo? Tía, no entiendo.
Retiro mis manos de las suyas. El aglomerado de fantasmas me pone nerviosa, pidieron ayuda, es demasiada responsabilidad y ni siquiera sé cómo podría ayudarlos.
—Eres una luz muy brillante. Cálida. Acogedora. Todos te miran ahora, Danna. Buscan protección, tu ayuda.
Nada, este sueño es producto de todo lo que viví durante el día. Mi mente está creando todo esto para hacerme sentir bien, darme ánimos.
—¿Mi ayuda? —ella asiente, con una bonita esperanza en los ojos. Me bajo del taburete para caminar. Siento que espera demasiado de mí, estoy luchando por cuidar de mi familia, mis amigos, dar cobijo a los muertos me sobrepasa—. Ni siquiera sé cómo voy a mantener con vida a los niños, mis amigos también están en peligro, Cristal sigue dormida en un hospital, mamá juega al escondite conmigo, todos es un desastre.
—Ten confianza en ti misma. Tú puedes, eres una luchadora desde muy pequeña. No olvides que tú, volviste a la vida. Peleaste contra esa mujer por ocupar tu lugar en el mundo.
Clínicamente, estuve muerta, me revivieron en el hospital. Esos precisos recuerdos son desconocidos para mí. La presencia de Danny en mi vida es real, pero en mis memorias no existe. Esos primeros años de vida tienen muchos vacíos.
—¿Una mujer? ¿Quién? —inquiero, ansiosa por la revelación de un pedacito de mi pasado.
—Esther. Ella, ya intento una vez usurpar tu cuerpo, y no se lo permitiste —dice orgullosa. Me siento abofeteada y confundida.
—Vale —es lo único que se me ocurre decir, siento el tirón del cansancio. Cierro los ojos, por un segundo y todo se acalla. Desconectada.
—Danna —un susurro lejano.
—Mmmm…
—No te enfrasques en el pasado, el presente es lo que importa y ese viaje, esa invitación no debes rechazarla.
Abro los ojos, la oscuridad me desorienta. Esta ni es mi cocina, ni mi habitación… Ah, claro, me quedé a dormir en casa de Thomas. La tía clara no está por ningún lado, un sueño, eso tuvo que ser. Me acomodo un poco más cerca de Nick. Él se remueve y me abraza.
***
Algo helado se desliza por la planta de mi pie. Me muevo, la sensación persiste. Despierto de mal humor, tengo la sensación de no haber descansado nada. Encuentro los ojos azules de Nick de inmediato, observándome dormir. Me gusta la idea de despertar con él a mi lado.
—¿Qué es eso frío que siento en los pies? —mi intuición dicta que él ya lo sabe. Tira la vista a los pies de la cama y luego regresa a mí.
—Danny decidió visitarnos —murmura volteándose boca arriba.
—¿Y la dejas jugar con mis pies? —doy una patada al aire, una reacción estúpida porque no llegara a lastimarla. Me siento y acomodo mis pies dentro de la sábana, una acción que me da una sensación de seguridad, como una barrera capa de protegerme de cualquier peligro del exterior. Es una tontería, solo tela, pero genera tranquilidad.