Yo. Ya lo conocía.
Aquella mañana fría mi madre
despidió a su marido.
El en silencio con el pecho oprimido,
y el corazón en sus manos lo llevaba...
Porque aunque quisiera
¡los hombres nunca lloran!
dicen que lo han visto llorar
lágrimas de hiel al alma de
aquel que a su vástago
no olvidaba.
Pero nadie vio aquella,
que casi sin querer
a su vientre acariciaba
con agua que le nacían
del alma.
¡No llores mamita...
no llores, yo de ti cuidaré
tus lágrimas secare! .
Su corazón a ella le mentía
invadido por recuerdos
del ingrato ruin.
Sobre el horizonte gris
posan sus penas amargas,
pues aún lo espera
como la noche espera
la luz de la luna
henchida de amor.
Yo sentía celos del maldito
que a mi bella guardiana
hería una y otra vez.
Una noche de veinte mil,
bajo la Luna de plata
en el infertil y frío jardín
canta el innombrable ruiseñor.
En ella no existe la frescura
de su piel ni el angelado rostro
del gallardo pichón.
Yo supe que era el valiente
que un día nos abandonó.
Honre a mi madre con
voz de hombre, él me sonrió
y me dijo:¡mi niño!.
Yo sin dar tregua pregunte
¿dónde estabas cuando
mi madre lloraba?
¡sin tener en la mesa
nada que ofrecer!
Y cuando por las noches
en vela en el hospital
me cuidaba.
La vi dejar su plato
sin tocar,para que
yo me pudiera alimentar
y, en mis cumpleaños
yo te esperaba... también
en años nuevos y navidades.
Como muere la noche tan lenta
y en el silencio así mataste
el amor que por ti yo sentía.
Yo quería un padre para jugar
y otras que me dejara
en sus hombros al llorar,
pero también que
supiera escuchar.
¿ Por qué dices que soy
como tú?.
Dos extraños...tu un cardo
cuya espinas y hieren, y
mi madre es la flor
del alma mia.
¿Porqué vienes?
¡No te das cuenta!
Que a todo aquel que
por mi padre pregunta;
Yo contesto que:
El murió ¡antes de
yo nacer!