Tristeza amarga de la tierra.
Sus hijos desolados
deambulan sin sentido.
Pies descalzos,
panzas chillonas ,
Ojos sin brillo,
perdidos en el hambre.
El río rompió su cauce
y en una noche
asoló al pequeño
pueblito ribereño.
Cielo y agua...
Agua y cielo.
Nada se ve...
Nada se encuentra.
Personas aterrorizadas
Gritan: ¡de prisa
salgamos de prisa,
Nos quedamos varados!.
Familias humildes,
Tesoros valiosos sus niños.
Se buscan y se encuentran
en sus miradas llorosas
y se fortalecen hasta el alma.
La fuerza de sus manos quedó
bajo las turbias aguas
mmezcladas con basura y barro.
Sueños perdidos, ganancias
en saco roto. Gente que sufre
Cuerpos agobiados.
Como barrilete van
a cualquier lado.
Un pueblo argentino
sin resto quedó.
Desmayados, sin fuerza ni fe.
Vienen ángeles de
corazones compasivos
Llevan en sus almas
manos que abrazan
y corazones que entrelazan
manos de para ayudar
a aquel pueblo
¡Inundado!.