CON EL CORAZÓN a punto de salirse de su pecho, Sean avanzó a oscuras tras Willow, Aria iba junto a él, tranquila, sigilosa y seria, como siempre.
Nunca imaginó que ella podría haber aceptado su juego, el beso que le había dado era por lejos el mejor de todos. Estaba seguro que ella mentía al decir que no había sentido nada, Aria casi se fundió en sus labios al igual que él.
Pobre Aria, pensó, ella creía que se había librado de él.
«Ahora la quiero más que nunca»
Rodearon las casillas y se internaron en el bosque detrás, en silencio caminaron hasta encontrarse al final con uno de los muros del cubo.
Una silueta apenas se veía, estaba sentada contra el muro. De un lado del bosque, Evan apareció sosteniendo una antorcha improvisada, junto a él Abraham sostenía otra y vigilaba constantemente los alrededores.
Evan se acercó, iluminando la silueta, de un hombre de piel oscura, débil y cansado, aquel hombre le parecía muy conocido.
—Jackson ¿estás bien?
Al oír ese nombre, Sean se tensó, todos sus sentidos entraron en alerta.
—Dime su apellido —ordenó—. Ahora.
Jackson, quien hace unos momentos tenía su mirada en el suelo, levantó su cabeza con lentitud, sus ojos lo miraban con pesar, dolor y resignación.
—Cordell —murmuró.
—Maldito hijo de perra.
Aria lo agarró por el brazo antes de que pudiera alcanzarlo. Desconcertado y furioso, quiso zafarse pero la fuerza de ella no se lo permitió.
—Cálmate —le ordenó— ¿Qué diablos te pasa?
Sean se obligó a pensar, miró a la mujer a los ojos y dejó de insistir en atacar. ¿Cómo no podía darse cuenta ella de quién era Jackson Cordell?
—Es el hermano de Tarah —dijo entre dientes—. El mismo que intentó matar a Luke, y luego a mí.
Jackson fue el asesino que enviaron para matar a su lugarteniente un año atrás, pero no lo logró, antes de que se emparejaran, Luke y Kaylee investigaron el asunto y descubrieron una conspiración que pretendía dejar a tres clanes sin líderes.
Los lobos Moon Fighters y los leopardos de las nieves Ice Daggers estaban en la lista junto con su propio clan.
Afortunadamente, la emboscada que les tendieron a Derek, Aria y Sean fue eliminada.
— ¿No estaba muerto? —Aria preguntó.
Sorprendida liberó su agarre.
—Eso mismo creía yo, uno de mis hombres le disparó mientras huía.
—No quiero interrumpir tan emocionante encuentro —Abraham intervino con un tono molesto y nervioso—. Pero debemos ir al grano antes de que alguien nos escuche.
Acto seguido, Evan le pasó su antorcha a Willow, se dirigió a una gran piedra a varios pasos de Jackson, la movió sin dificultad y le hizo un gesto para que se acercaran.
Con recelo, más por el débil cuerpo del guepardo asesino que por lo que podrían encontrar, Sean avanzó a la par de Aria. Debajo de esa enorme piedra, se extendía un profundo pozo inclinado, un túnel.
— ¿Está terminado? —Evan le preguntó a Jackson.
—Sí.
—Entonces podrán irse ahora mismo.
—Un momento —dijo Aria dirigiéndose al guepardo—. Si tú hiciste esto, ¿por qué no lo usas?
—Estoy demasiado débil —respondió inclinando su cabeza sobre el muro—. Lo hice durante muchas noches, exponiéndome al frío, mis articulaciones casi no funcionan, mis músculos y huesos ya no pueden sostenerme. Moriré en cualquier momento.
El metabolismo y la fisiología de un cambiante guepardo eran de las más sensibles. No soportaban temperaturas frías, con tan solo pasar unas cuantas horas bajo cero se debilitaban rápidamente.
— ¿Por qué no lo usan ustedes? —Aria le preguntó a Evan.
—Porque ustedes tienen clanes afuera —respondió Abraham—. Nosotros no tenemos nada.
—Ustedes —añadió Evan—. Con sus influencias, pueden destruir esto y liberarnos a todos.
Aria miró a Sean, por un fugaz momento sus ojos de hielo brillaron, el recuerdo del beso ardió en su mente como una llama viva. La mujer se acercó a Evan.
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Editado: 23.02.2019