Almas antiguas

Capítulo 9: Retrocede. Parte 2

—¡Lola ven! Te encanta esta canción.

 

—¡A ti te encanta esa canción, pero no deberías estar ahí arriba, vas a matarte! —exclamó.

 

—¡Emma de primer año ha vuelto! —festejó Alex.

 

—Se tomaron todo el alcohol que había en la ciudad— dijo Lola a un tipo que tenía a su lado, tal vez su novio, creo que no me caía muy bien ese chico. Aunque había sido bueno conmigo.

 

—Ya Emma vuelve aquí, no queremos escuchar a Lola enojada— gritó Alex.

 

—¿Está empezando a hacer calor? — pregunté sosteniendo mi camisa.

 

—¡NO! ¡NO ESTÁ EMPEZANDO A HACER CALOR! —gritó Lola.

 

—¡Creo que no debí dejarte tomar demasiado, lo siento! —gritó Alex en mi dirección, supuse.

 

—Ya es suficiente diversión por aquí— dijo Eric tomándome de la cintura y haciendo que mis pies toquen el piso.

 

—Era un chiste, no iba a quitarme la camisa— reí. Sus caras eran increíbles.

 

—Creo que el alcohol no es lo tuyo.

 

—Pensé que eras más divertido.

 

—Tengo que admitir que has dado todo un show ahí arriba.

 

—Eso...— busqué a tientas un banco de la barra—. Eso no ha sido nada.

 

—Puedo imaginarme que no.

 

—Mañana le mostraré esta grabación— comentó Alex a Lola.

 

—Te matará cuando vea eso.

 

—Ustedes dos, tienen mucho, mucho de qué hablar— exclamé señalándolos demasiado.

 

—Es cierto, tal vez no sea el mejor momento, pero ¿podemos hablar? — dijo Alex a Lola, y en algún momento ambos desaparecieron, y me quedé sentada junto a Eric hasta el resto de la fiesta dejó de dar vueltas a mi alrededor.

 

—¿Estas mejor? — preguntó Eric ofreciéndome un vaso con agua.

 

—Si, fue una fiesta increíble.

 

—Supongo que para ti lo fue más— dijo sonriendo—. Me alegra verte tan feliz.

 

—Hago lo que puedo— me sinceré.

 

—Sólo voy a decir que eres hermosa cuando sonríes.

 

—Eric...— intenté frenarlo.

 

—Lo sé, aún hay alguien más— sonrió amablemente.

 

— ¿Tuviste un lindo cumpleaños?

 

—Tuve tu show exclusivo, ¿Qué más podía pedir? — comenzó a reír.

 

—¡Ay por Dios! Voy a morir de vergüenza.

 

—Debería pedirle a Alex que me envíe ese video— jugó.

 

—¡No te atrevas!

 

—Te imaginarás que no fue el único que grabó el momento.

 

—Creo que voy a tener que abandonar el semestre después de todo— dije y reímos.

 

—Tus amigos me pidieron que te lleve hasta tu apartamento.

 

—Entiendo porque no me avisaron a mí.

 

—¿Vamos? —se puso de pie y extendió su mano hacia mí.

 

—Claro, vamos— lo seguí hasta la salida.

 

—¡Espera! —se detuvo frente a una motocicleta.

 

—¿Qué pasa?

 

—Vine en motocicleta, ¿te atreves a subir o prefieres que llamemos un taxi?

 

—¿Por qué asumes que no me atrevería a viajar en tu moto? — me crucé de brazos dramáticamente.

 

—No lo sé, no me pareces la clase de chica que subiría...—dudó.

 

—¡Ay cállate! — tomé su casco y me lo coloqué.

 

—Okey motoquera, no acepto quejas— dijo burlándose y subiendo—. Puedes agarrarte, prometo no enamorarme.

 

—Estás loco— me agarré con fuerza, el contacto me hizo extrañar los abrazos de Sam.

 

No pude evitar recordarlo durante el viaje, Eric conducía lento y supe que lo hacía por mí, eran vagas las memorias de esa noche entre el efecto del alcohol y del cansancio. No podía dejar de pensar que había ocurrido entre Lola y Alex para desaparecer de ese modo.

 

Reconocía demasiado el camino que tomaba Eric en dirección al campus y cuando pasamos por el apartamento de Sam mi corazón dio un salto, su auto aún estaba allí y estaba casi segura de que el estaba al volante. No logré distinguir la sensación que recorrió mi cuerpo, una mezcla de alegría y tristeza destructora. Pensé que eso podía significar que había vuelto y mis latidos se aceleraron, por mucho que intentaba olvidarlo el seguía presente y la vida sin él luego de tenerlo conmigo se hacía difícil.




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