—De niñas… ¿no lo recuerdas? Las llaves se unen en algún momento de sus vidas, todos nos hemos cruzado.
—Lo siento, no te recuerdo—me disculpé— ¿Cómo tienes tanta información sobre las llaves?
—¿Cómo no la tienes tú? Deberías recordarlo.
Su mirada penetrante buscaba una respuesta. Blair comenzó a ponerse visiblemente nerviosa.
—Debemos irnos, ahora mismo—informó Connor.
—Aún no puedo sacarnos de aquí— habló Harvey.
—Síganme, sé dónde escondernos—mandó la muchacha y cerró con fuerza la puerta que dejábamos atrás. Supuse que nos encontraríamos en su casa, aunque no había signos de que alguien la haya habitado en mucho tiempo, caminó hasta el fin de la sala y abrió un viejo armario del cual comenzó a sacar pilas y pilas de cajas de zapatos que se encontraban en el piso.
Blair estaba segura, Connor alzó sus cejas hacia mí, dudando de la cordura de la situación. Pero confiar en ella era todo lo que teníamos en ese momento. Al menos hasta que Sam nos encuentre, él debía reconocerla.
La muchacha despejó el piso del armario y comenzó a levantarlo dejando ver unas largas escaleras debajo de éste.
—Adelante, no tenemos mucho tiempo—mandó.
Eso hicimos, aunque la luz era escasa el enorme pasadizo parecía estar allí hacía cientos de años.
—Fueron utilizados durante la segunda gran guerra, muchas personas se ocultaban aquí, pero ya existían mucho antes de eso, los clavis se ocultaban aquí desde antaño— comenzó a relatar sin que pronunciemos la pregunta.
—¿Los clavis se refiere a las llaves? —pregunté.
—Así llamaban generaciones anteriores, ¿Qué no sabes lo que eres? —Indagó.
—A decir verdad, no han tenido tiempo de explicarme todo con lujo de detalles—me quejé. Era cierto, todo había sucedido tan rápido y aún así sentía que conocía a estas personas de toda una vida.
La chica asintió con la cabeza y continuó guiándonos por los túneles, como si aquellos caminos fuesen recorridos por ella desde que tenía memoria.
—Creí que todo esto sólo era una antigua leyenda, ¿En verdad solían reconocerse y reunirse en secreto? —indagó Harvey, la chica emitió una leve sonrisa que dejaba ver nostalgia en ella.
—Eso hacían, hasta que dejó de ser seguro y decidieron separar sus caminos, ignorarse, aunque estemos destinados a unirnos.
—¿Si estamos destinados a unirnos cómo es tan difícil encontrar a todas las llaves? —pregunté.
—Estoy segura de que sentiste mi presencia tanto como yo, y seguramente te rodeaste en tu vida de alguno de nosotros, sólo que no podrías saber a que se debe esa conexión— comentó. Llegamos a un gran refugio, la muchacha nos contó que allí solían descansar y esconderse cuándo estaban juntos, recordé lo que me había enseñado Sam sobre el gran poder que tenían las llaves unidas, aunque no pude imaginar de que se trataba.
La muchacha comenzó a iluminar la habitación poco a poco.
—¿Cómo descubriste que eras una llave? —indagué. Ella alzó una ceja hacia mí.
—Mi madre también lo fue, las llaves se pasan de generación en generación, la asesinaron cuando yo tenía sólo 3 años, desde entonces mi padre me ocultó aquí y las llaves decidieron esparcirse por el mundo para que nadie quiera poseer el poder de las llaves.
—¿No pudieron defenderla? —preguntó Connor.
—No pudieron hacer demasiado, siempre faltó una de nosotras—susurró.
—Emma—dijo Blair dirigiendo su mirada hacia mí.
—Sabía que había vuelto la llave que faltaba, no sabía que eras tú, no conozco a todas las de esta generación, nuestros padres hicieron un buen trabajo separándonos—habló rápidamente— mi nombre es Ela, mi madre fue Samara.
—¿Entonces mi madre no fue una llave? —pregunté—me refiero, a mi madre biológica.
—No lo fue, no sabemos por que Dios decidió que una de las llaves desaparezca, algunos dicen que no creía en el plan, otros afirman que cumplió el ultimo deseo del arcángel que lo traicionó antes de asesinarlo.
—No lo asesinó, Samuel está aquí, debe estar buscándonos ahora—anuncié.
—Oh por Dios, por suerte no puede encontrarnos aquí—se estremeció.
—Tranquila—pidió Blair— Verás, el no desea llevar a cabo el plan, sólo quiere proteger a Emma y a las demás llaves del sacrificio.
—¿Por qué no intentaría recuperar sus alas al terminar con el plan? —se detuvo observando nuestros rostros—me refiero… cerras las puertas del infierno debe devolverte la confianza de tu padre.
—Sam y yo—confesé—Bueno… yo lo amo, y creo que el siente lo mismo por mí— un silencio invadió el lugar, Ela intentaba caer de su asombro.
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Editado: 14.07.2019