Almas cautivas

Capitulo 7 (parte 2)

Laura

 

Está oscuro, no puedo ver nada, siento algo de miedo, pero no por mí, por mis amigas.

Cuando terminaron de limpiarnos y ponernos ropa como la de ellos, pantalón y camisa negra, nos separaron a las tres. Luke dijo que iría por la jefa, o el jefe, no entiendo nada, ¿qué se supone qué harán con nosotras?

De repente se enciende una luz amarilla y toda la habitación se ilumina.

Es un cuarto de paredes metálicas color grisáceo. Hay una silla en medio de la habitación, y una cuerda colgando del techo, pero no hay más nada, solo esa silla y yo.

A los minutos, Luke entra totalmente solo, me mira con mucha ira y me toma del brazo bruscamente y me levanta hasta quedar cara a cara con él. Este hombre me odia, no solo porque soy una mujer, sino porque no puede tocarme o maltratarme.

— ¿Sabes el concepto de obediencia? — dice con los dientes apretados. Sin darme tiempo a responder, me empuja de los hombros, haciéndome sentar en la silla.

—Sí, tu mandas y yo hago lo que dices— respondo sin inmutarme por su arrebato.

—Exacto— dice y acerca su rostro al mío. —Si no obedeces…— me levanta la cabeza por la barbilla.

— ¿Qué? — lo interrumpo y me sacudo de su agarre. — ¿Qué se supone que vas a hacerme? ¿Eh? — lo miro a los ojos. —No puedes tocarme—.

—Hugo no está aquí para defenderte, así que más te vale guardar silencio— responde y aprieta los puños a sus costados. —Levántate— me ordena.

Hago lo que me dice.

En ese momento distingo un arma colgando de su cinturón, él está de espaldas a mí, arreglando la soga que cuelga del techo.

Sin pensarlo 2 veces tomo el arma y camino hacia atrás, hasta quedar de espaldas a la pared.

— ¡¿Qué demonios?! — grita él y camina hacia mí.

— ¡Detente! —le grito y con mi mano temblando apunto el arma hacia él. —Un paso más y disparo— digo.

Luke no escucha nada de lo que digo y sigue avanzando hacia mí, por puro reflejo presiono el gatillo del arma, pero no ocurre nada. Vuelvo a intentar con más fuerza y tantas veces como puedo, pero él se acerca y esto no funciona.

— ¡Aléjate de mí! — le grito con lágrimas en los ojos y arrojo el arma en su dirección.

El arma aterriza en su cara, haciendo que de él salga una queja de dolor. Levanta su rostro hacia mí y veo sangre salir de su nariz.

—Hija de perra— vocifera y me toma del brazo, yo golpeo su entrepierna con mi rodilla y me zafo de su agarre, corro a la puerta pero está cerrada con llave.

—No, no — lloro golpeándola con mis manos.

De repente la mano de Luke se aferra a mi cabello y me tira hacia atrás. Gritó por el dolor que me provoca, pero no me suelta.

— ¡Suéltame! — le pido mientras me sacudo.

—Cierra la maldita boca— me da la vuelta y su mano se estampa en mi cara, haciéndome caer al suelo. —Ven acá— me levanta bruscamente y murmura algo que no logro entender, su mano aterriza en mi cara una vez más.

Caigo de nuevo, no puedo respirar bien y me duele cada centímetro de mi rostro, intento alejarme de Luke pero es imposible, no tengo escapatoria.

—Basta— suplico y escupo un líquido rojo en el suelo.

—Muy bien— se acerca a mí y yo retrocedo, pero él es más rápido.

Vuelve a levantarme del suelo, me lleva a la silla y me coloca de pie sobre ella, ata mis muñecas con la soga y se separa de mí.

—Al fin me divierto en el trabajo— dice con una voz divertida y patea la silla.

Grito cuando mis brazos se contraen por el dolor, quedo colgando de la soga, con la punta de mis pies rozando el piso. Mis ojos están nublados por el sudor, pero distingo a este enfermo acercarse a mí de nuevo.

Me golpea en el estómago sin decir ni una palabra, sacando el aire de mis pulmones, vuelve a golpearme en un costado, y echo la cabeza hacia atrás, balbuceando e intentando pedirle que pare.

—Ba-Basta— ruego con lágrimas en mis ojos, me toma del cabello y me acerca a su cara.

—No— sentencia y pega su cabeza en mi nariz, haciéndome gritar de nuevo. Su cara es de diversión, sonríe como si al fin pudiera saciar su sed, como si disfrutara hacer esto… Es un maldito psicópata.

Veo que alza su mano una vez más y cierro los ojos…

Una puerta se abre y otra voz masculina se escucha en la habitación.

— ¡Maldición! ¡¿Qué mierda estás haciendo?! — grita alguien… Es Hugo.

Levanto mi cabeza y veo que corre hacia mí.

— ¡Joder, Luke, mira lo que hiciste! — le grita de nuevo al ver mi cara.

—Tenía que darle una lección— le responde Luke tranquilamente.

—Al carajo tus lecciones de mierda, ella debía estar sin una sola marca— continúa Hugo, desata mis manos de la soga y caigo tendida en el suelo, sin fuerzas.

—Tomó mi arma, y me rompió la nariz— se excusa Luke.

—No me interesa tu estúpida nariz, solo tenías que atarla en la silla y largarte, pero no, dejaste que tus impulsos te controlaran, ahora mira lo que hiciste— vuelve la mirada a mí y retira el cabello de mi cara. —Joder— maldice de nuevo.

Mi rostro debe estar vuelto añicos, con moretones y sangre que salió de mi nariz y mis labios.

— ¿Puedes hablar? — me pregunta Hugo, pero apenas puedo articular una sola palabra. —Maldita sea— murmura al ver que me mantengo callada.

—Ella va a estar bien, y si no sirve, la matamos— dice Luke y me atraganto cuando lo escucho.

—No seas idiota, una chica menos es dinero que se pierde— responde Hugo.

¿Dinero? ¿Van a vendernos?

—Debemos hacer algo con ella, luego tu y yo iremos a la antigua casa, el jefe nos pidió recorrer un poco el lugar— le dice Hugo.

— ¿Qué haremos con ella? — pregunta Luke como si yo fuera basura.

—Siempre debo recoger tu porquería— replica Hugo.

— ¿De qué porquería hablan? — pregunta una voz femenina, y no es la mía.

Todo se ha quedado en silencio total, la mano de Hugo que está en mi hombro se ha tensado, y juro que Luke se ha quedado inmóvil.




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