«—¿Tan difícil sería enamorarse de nuevo? –Wolf le había preguntado a Alejandro–. No conozco tu historia, Alejandro, pero lo veo en tus ojos, la fuerza de lo que sientes. ¿Sería tan grande el sacrificio de vivir el proceso de nuevo? Si yo un día encontrara a esa persona para mí, aunque doliera, aunque me desgarrara por dentro y mi corazón estuviera hecho trizas, no me importaría vivirlo dos veces. Vale la pena, ¿no? Sufrir por amor, el amor de verdad.»
Y recordando las semanas anteriores, el primer sueño con aquellos ojos de plata, el primer encuentro real en aquella escalera en la entrada de la Central, la promesa de "magia" y aquel primer beso, su primera vez...en esta vida...
Alejandro sabía que sí. Sí lo valía, lo valía cuando las almas están entrelazadas vida tras vida.
"Puedo hacerlo. Puedo hacerlo –se repitió, mientras subía las escaleras a grandes zancadas–. Por Michael. Podemos hacerlo. Me enamoraría de él mil veces más si tuviéramos la oportunidad. Esta es sólo una segunda oportunidad."
La tercera, en realidad, si consideraban su primera vida.
Alejandro respiró profundamente, deteniéndose fuera de la habitación de Michael, sus ojos cerrados y tras sus párpados los recuerdos de su primera vez...
"Estas manos –le había dicho a Michael, besándolas– hacen magia con el piano, del mismo modo que yo deseo poder hacerlo con el papel. Tal vez fue el destino al crearnos, incluso antes de conocernos, preparando un camino para ti y para mí."
Y había sido tan acertado ese pensamiento, incluso si no lo recordaba, si no lo sabía.
Michael Owl era, literalmente, mágico.
Y sus destinos, a través de sus almas, estaban unidos, entrelazadas con esa misma magia.
"Haz lo que sientas –le había dicho Michael cuando él, apenado, le confesó que no sabía qué hacer, cómo seguir, porque él nunca había hecho el amor.
...sus ojos se abrieron y Alex presionó con fuerza su mano sobre la puerta, abriéndola, él sabía lo que quería. A quien quería. Lo sentía en su alma y en su corazón y sabía exactamente qué hacer ahora mismo.
Así que, ignorando la discusión entre Cris y Theo, había ido directamente hacia la cama, donde Michael estaba sentado. Una de sus manos pasando suavemente sobre la manta que la cubría, la misma que había estado cuando ellos habían hecho el amor, la que cubrió sus cuerpos desnudos y sus almas completas.
Podía sentir su pecho llenarse de tantas emociones que amenazaban con ahogar sus palabras, sus manos y sus piernas temblaban mientras caminaba hacia él, aquella mirada de plata se encontró con la suya y ya no se aparto, Michael sonrió tímidamente y la voz de Alejandro era sólo un susurro: —Soy Alejandro Enaid Stevens. Compañero del agente Richards –señaló a Theo que todavía miraba furioso a Cris–, mi sección es la de "Retratos hablados", yo hago... –se había reído antes de usar la palabra, no creía que lo fuera, pero también se lo había dicho antes, creía que eso los había unido en esta vida: —Arte.
—Me gustan la Música y la Literatura –dijo Michael todavía tímidamente, pero había algo diferente en su mirada ahora.
Y Alejandro sintió su pecho inflarse se orgullo y esperanza. Sabía que su sonrisa era enorme y no pudo evitarlo: —Lo sé.
Michael alzó una de sus cejas, ¿cómo él podría saberlo?
Pero nunca llegó a preguntarlo, porque Ángel interrumpió en ese momento: —Disculpen. ¿Podríamos Michael y yo hablar un momento?
Theo había gruñido un "Pide tu permiso, ya que obviamente tienes derechos" hacia Cris que sólo murmuró "Eres imposible" antes de sacarlos de la habitación.
Alejandro se atrevió por fin a tomar de nuevo la mano de Michael, sólo un momento, pero fue suficiente para calentar su alma que se agitaba reconociendo a la que habitaba en aquel otro cuerpo.
—Volveré –y era una amenaza, era una promesa. Lo era todo.
Michael, que también había sentido su alma, aunque no la reconocía como tal, sólo asintió.
—¿Vienes? –Alex miró a Wolf.
Wolf miró a Ángel, esperando que él dijera "No, él puede quedarse", pero Ángel no lo hizo: —Tengo que hablar con él a solas. Después puedo contarte, parte al menos, de esa ocasión hace un siglo si quieres. Pero ahora esto es entre él y yo.
Wolf sólo había asentido, sus labios fuertemente apretados.
Y eso fue lo que hizo que Alejandro se diera cuenta por fin. Había dejado su mano en el brazo de Wolf mientras bajaban las escaleras. —Ya lo encontraste, ¿cierto?
Darren lo había mirado un momento sin comprender.
—Hace unos minutos te dije que esperaba que la encontraras, a la persona que valiera la pena para ti. Ya la encontraste –y dejó de ser una pregunta–. Lo encontraste.