Almas- Primera Parte Finalizada (saga Animarum)

Capítulo 2 (Parte 1)

— Royaume de lumière. —concretó Aiden de forma gustosa con un acento francés.

 

Dylan miró a su alrededor, se encontraban en una habitación cerrada y totalmente blanca.

— Solo llámale "Kinlight".

—Ja, qué loco... ¿Acabamos de salir de esa pared?

El joven no respondió a esa pregunta pues más sonaba a que ella digería el asunto.

—Por aquí.

Aiden le indica que siga una puerta, también blanca, que se mezclaba con la habitación haciéndola imperceptible a simple vista.

— ¿Qué significa eso que dijiste, Aiden?

Una mujer vestida de túnica blanca apareció apenas abrieron la puerta.

—Reino de los cielos en francés —respondió—Un nombre un poco alejado de la realidad. Soy Ellie. —Alargó su brazo para estrecharle la mano, Dylan lo hace un poco reacia.

—Soy Dylan.

— Ya lo se, en este sitio muchos sabemos y esperábamos noticias de ti. Espero Aiden te haya informado lo básico... ¿No es así?

—Bueno, no todo, Ellie —contestó el muchacho un tanto apenado— Convencerla de venir aquí fue un duro trabajo. Supuse que el profesor Marshall podría instruirla un poco antes de las pruebas.

Ellie soltó un suspiro comprensivo y pidió que la siguieran por unas escaleras viejas, de madera, llegando a un corredor con un ventanal de cristal que lo alumbraba. Mientras cruzaban ese pasillo, Dylan y Aiden se detuvieron a observarlo. Claro que Dylan no guardaba si cara de asombro frente al bosque de fantasía que estaba viendo. Habían árboles de semblante tamaño que se perdían a la distancia entre capaz de nubosidad y garua, habían cadenas de montañas al final y una cascada muy alta que bajaba a un río.

—Todo eso es Vallis, —dice Aiden— nos gusta considerarlo nuestro jardín.

—Jardín que claro —dice Ellie con ánimos de matar sus palabras—, está prohibido visitar sin autorización.

Dylan se gira solo unos segundos para preguntar por qué y se vuelve al paisaje, el sol ahora empezaba a ocultarse entre más nubes y todo empezaba a oscurecer.

—Es peligroso, y porque así lo dictan las normas, señorita Crawford. Nadie puede salir de las murallas de Kinlight.

—¿Murallas? —cuestiona tratando de fijarse si había alguna construcción lejana.

—Este edificio se conecta con la muralla —dice Ellie a fin de apaciguar su inútil búsqueda—Kinlight se encuentra en una fractura dimensional,   las murallas sirven para separarnos del mundo corriente y no ser avistados por los corrientes. Sin embargo eso no nos impide verlos a ellos y a su mundo.

— ¿Esto es real? ¿Hay personas allá abajo?

— Nadie viene a tierras lejanas como estas, son peligrosas y ocultas.

— Este es el edificio uno, y es íntegramente para la investigación —habla Ellie, Dylan se despega de la ventana—. Tenemos seis edificios más, y uno en construcción.

—Aquí vive la élite —bromea Aiden.

Ellie lo observa de reojo. Al parecer el joven dijo un chiste de mal gusto.

Al terminar el pasillo, la siguiente puerta los conduce a un elevador. Dylan ve que presiona el botón 14. Si ya creía que estaba en un lugar alto, no podía esperar a verlo desde todavía más arriba .

—En este edificio me encontrarás a mí, a Marshall, a los consejeros. Operamos en este edifico los ingresos y salidas, proyectos y programas nuevos. Todo pasa por aquí. Somos el gobierno de Kinlight.

—Todo está tan silencioso.

—El acceso a este edificio es restringido por piso. Tienes que poseer un pase para entrar o salir.

— ¿Esconden algo?

La campanilla del ascensor anunció que las puertas se abrían. La señorita Ellie avanzó sin contestar a esa pregunta. Pero Dylan insistió mientras la seguía por una sala, sin ventana algún pero bien iluminada, amueblada como si fuera la sala de espera de un dentista.

—Marshall aguarda —le respondió para eludir la pregunta.

—Pero...

La puerta se abrió sin darle tiempo a exigir más respuesta. Un hombre de varoniles facciones marcadas con una sonrisa cubierta por una barba plateada al igual que su cabello, le saluda como si fuese una amiga de años, con un gran abrazo de oso.

—¡Oh, Dylan! —Se separa y la mira con adoración— ¡No sabes el gusto que me da tenerte!

Ella lo mira con los ojos a la par sin entender por qué tan cándido abrazo.

—¡Pero cambia la cara, pequeña! Se que debes estar confundida...

—En realidad asustada.

—¡Asustada! ¡Claro, claro! Aiden puede entrar con ella esta vez, solo serán formalidades. Ellie, después de charlar estará lista para las pruebas.

—Seguro.

— Gracias, mi amor.

Ellie sonrió y se retiró dejándolos en esa singular oficina. Era simple, un amplio escritorio delante de un ventanal del típico cristal donde se veía ese paisaje mágico, unos pocos muebles de un lado de la pared con una cafetera y una pequeña nevera. Mientras que en la pared contraria había un gran librero que la cubría por completo, con una pantalla de quizás unas 50 pulgadas.

Vaya, qué lujo de lugar.

Patterson los invitó a sentarse frente a su escritorio.

—Sólo haré unas preguntas y pasarás a las pruebas de ADN. ¿Trajiste tus cosas, Dylan?

Ella permaneció en silencio.

—¿Las trajiste, linda? —repitió la pregunta.

—Eh, no... No... —respondió sin comprender a qué cosas se refería.

—No se quedará —contestó Aiden. — Aún no debería...

— ¿Dónde me quedaré? —preguntó la joven con mucha curiosidad — No me quedaré aquí si a eso se refieren. Vivo en Sant Andrews con...

—Con Milo y tu hermano Aaron —terminó.

Ella sintió su piel erizarse.

—Seguramente quieres saber cómo se eso. —Ella asiente— Verás, cada niño o niña en este mundo es registrado en nuestra base de datos, y si no tienen nada de especial se desecha su nombre. Sin embargo, hay niños que nacen sin ese algo especial, tú caso, pero que vienen de padres especiales. Nuevamente tú caso. El problema contigo es que te nos borraste del mapa, desapareciste por completo. Te perdimos el rastro... No fue hace unos meses que uno de los nuestros te identificó.




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