alquimia purpura

Algo difícil de creer

              Kimey:

-estoy llegando tarde

después de haber llegado a su casa y puesto las pocas provisiones que saco en un lugar seguro, se aseguró de despertar a su hermana ella se encargaría de sus quehaceres y  se iría con Rosario, después de trabajar la llevaría hasta un almacén de pinturas, se lo debía, era la único que  a su hermana le gustaba hacer, ella era imperativa lo poco en lectura que las dos sabían, era solo gracias a que rosario una amiga de su madre, que vivía cerca de ahí y siempre estuvo con ellas, les había enseñado, tanto morales como de la vida y su modo de ver las cosas, cuando Kimey trabajaba Cata  se iba con Rosario, era su tranquilidad, por que trabajaba varias horas hasta poder verla de nuevo y aunque en ocasiones había querido pagarle por su amabilidad ella se negaba rotundamente porque decía que para ella seria vergonzoso y además lo hacía por placer, le encantaba estar con ellas. Era una mujer de cuarenta y dos años que no lo parecía, parecía más joven, muy amable de pelo negro y piel pálida siempre soñadora y diligente dispuesta a ayudar sin peros.

 Cata:

Al despertarse se dio cuenta porque su hermana se había ido, no era necesario decir nada, lo que se podía decir ya se dijo y solo se preguntaba internamente que podía hacer para ayudarla, le gustaba pintar y cada vez había más gente interesada en sus pinturas, solo había vendido una a un negocio de leña pero al que pasaba maravillaba su complejidad y al tiempo conseguía vender unas pocas más, ya hacía mucho que no vendía, no tenía las suficientes pinturas, pero nunca le diría a su hermana sus carencias, trataba de no molestarla, sabía que su hermana buscaría la manera, siempre lo hacía, aunque terminara destrozada.

- la escucha llegar y se levanta de la cama, se pone un saquito y se acerca a prender el fuego y poner pan tostado en la parrilla que está en la chimenea

-yo estoy bien Cata, ya me tengo que ir estoy llegando tarde, Gabriel me dijo a las 9 ven y son las 10, me va a matar, encima hoy traían nuevas fórmulas del continente rojo, sabes cómo se pone.

-Si solo toma esto -le pasa una taza humeante de té y pan tostado- no le servirás de nada si te desmayas también, esta tibio no caliente, así que podrás tomarlo rápido

-bueno –riendo y apurándose con la bebida, se levanta y se pone la mochila- por cierto cuando te valla a buscar iremos a comprar pinturas, ya las encargue, adiós, adiós, cuídate mándale saludos a Rosario dile que después tengo que hablar con ella….gracias por él te-saliendo a la calle-

-contenta y suspirando- nunca se te escapada nada Kimey…

 

 Kimey:

-hola Gabriel, como estas, realmente, realmente lo siento mucho.

 Gabriel -mirando fijo.

-Gabriel es mi papa postizo, ya hace un par de años que trabajo con él, el me encontró.

 Tenía como trece y mi hermana tenía  como 7, mi madre había muerto hacia un año, mi padre no nos cuidaba , yo cuidaba de mi hermanita, y al ver que necesitábamos mas alimento salí a las calles a pedir cerca de casa, Gabriel fue el único que al verme descalza pidiendo, me ayudo, me miro y me dijo que si no tenía a donde ir, el me cuidaría, le conté de cata y en la situación que estábamos, me dijo que ya no estaríamos solas, en su mirada solo vi compasión, ni una pisca de malicia, me dijo que él me dejaría dormir en el taller y que él tenía su casa, aunque al principio dudaba, el hambre y la inocencia pudieron más, nunca me arrepentí de lo que hice, siempre me ayudo, mientras él trabajaba en el taller yo lo ayudaba, me maravillaba con las cosas que veía, parecía magia, el me explicaba que la las plantas y demás elementos de la naturaleza como raíces, hojas y más podían cambiar la realidad de las cosas que  conocía, podía curar enfermedades horribles,  tratar de cambiar problemas de la vida de esfuerzo, como un simple dolor de espalda me fue enseñando como convertir también productos tóxicos en antídotos, ayudas en vitaminas y minerales que ayudaban a crecer más sanos a los niños, en un lugar así como este , para mí era magia, me enseño lo necesario, lo que sabía que me serviría, el trataba de trabajar solo, no le gusta trabajar para nadie, ni para las grandes casas.

 Nunca fue avaricioso pudiendo tener más de lo que tenía y se conformaba con lo que tenía y lo que conseguía  por vender productos medicinales -a veces, porque la mayoría de las veces lo regalaba a los que no podían obtenerlos- siempre creí que el había llegado a  una edad de viejo cascarrabias mirando  mal a todo el mundo,  no le gustaba estar con personas, pero casi siempre me mostraba un lado diferente y que era el corazón tan grande que tenía, hace que nunca me pregunte ¿por qué?  Con 85 años, una barba espesa y negra como la noche y una cadera que lo mantenía sentado, su única compañía era yo, nos tenemos mutuamente porque con los años él se convirtió en un padre para mí.

- donde estuviste llegas casi una hora y media tarde.

-lo siento me dormí-

-no pareces dormida pareces nerviosa, ¡no creas que no sé qué haces!

-¡no para nada!, nerviosa pufff Nooo… creo que tendrías que dejar de probar en ti, los nuevos medicamentos.

- ¡mocosa no me faltes el respeto!-riendo.

-no nunca me atrevería -cambiando de tema- ¿entonces ya trajeron recetas medicinales del continente rojo?, alguno servible, últimamente siento que la mayoría es estético más que medicinal.




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