Ahora cae
el último pétalo
del rencor carmesí.
El día hierve
de crepúsculos afilados,
quemando
hasta la sequedad
de las cenizas.
Tengo miedo
a retornar
al abismo de tus ojos.
Florecen
nuevas llamas
de rojo martirio.
Ahora estoy
crucificado
en el níveo patíbulo
de tus brazos.