Alunix

Alunix, la huida…

­­—Despierta niña, debes despertar, —al ver que una leve sacudida no la despertaba, no teniendo corazón para despertarla a la fuerza hizo lo único que pudo— no queda de otra, no te puedes quedar aquí—

Dicho eso la cargo en sus hombros y se encamino a lo que solía ser su habitación de parada, solo una pequeña hendidura en la caverna, mientras menos infra estructura hubiese en ese nivel más a salvo estarían las personas en los niveles inferiores.

            Un insistente bamboleo la incito a abrir los ojos, pero al saberse en una posición comprometida, se detuvo a evaluar su situación.

—veamos: piernas bien, brazos: adoloridos, pero bien, cabeza: auch a un 70%, debo haberme golpeado al caer, pero ¿¡que carrizo pensaba la abuela Carmen?!—

— ¿Disfrutas del paseo princesita?—la voz le salió más ronca y fuerte de lo que pretendía, pero no se disculparía etnia rato cargándola, ¿y ella se hacia la dormida?

— Lo disfrutaría más si lo hiciera en mis propios pies—

— Como lo ordene princesita— dicho esto sin mucha ceremonia la dejo caer en sus pies

— ¡Auch! ¡Eres un bruto!, no sé quién eres y a estas alturas creo que no me interesa, debería ir a buscar a un tal Oscar que espero sea más atento que tu— se quejó.

          Mientras se sacudía el polvo del piso de sus ropas aprovecho para ojear su alrededor, y se dio cuenta que estaba en una especie de mina abandonada, rieles de madera en el piso, lámparas antiguas colgadas de las paredes, cables de lo que podría ser electricidad única cada lámpara…

— ¡Por Lunix! ¿Dónde se supone que estoy?, epa tu gruñón dime donde se supone que puedo conseguir a ese tal Oscar.

— ¿Qué quieres con Oscar?—

—No es de tu incumbencia, tengo un mensaje para el — dijo ella haciéndose la dina

—Pues dámelo—

—Pues no— dijo Margareth ya por simple terquedad.

—Eres una niña malcriada, no sé cómo es que Carmen te envió deberías haberte quedado en la granja, este mundo no es para ti.

—Si te consuela saberlo, pensamos igual, yo no quería venir prácticamente me obligo—

—Bueno pasa y descansa que…—

— ¡Hey! Oscar al fin te encuentro— dijo un joven de cabellos anaranjados que se acercaba corriendo a donde ellos estaban

— ¿Oscar?, si claro tenías que ser tú, estas cosas solo a mí me pasan—

            A este comentario el solo respondió con un levantamiento de cejas, y aires de suficiencia, luego la ignoro por completo dándole la espalda, no podía seguir viéndola, siendo que su cuerpo cálido y suave encima del suyo había alegrado cierta parte de su anatomía que se acababa de recordar tenía tiempo sin atender

—será lo primero que atienda cuando llegue a Alunix, debo tener más tiempo del que pensaba sin atención fisica—pensó y en voz alta agrego— ¿Que pasa Manuel? ¿Dónde es el incendio?

—Están llegando más personas por la entrada sur, necesitamos gente para llevarlos al nivel inferior—

—Entiendo, lleva a… ¿cómo te llamas niña?—

—No soy niña, soy de la generación 19, y me llamo Margareth, y toma— Dicho eso le lanzo el collar que la abuela Carmen le dio, que si, por supuesto, él lo atrapo en el aire

—No puede ser, esta… esta niña… es…, debe ser un error, no puede ser ella—pensó Oscar cuando vio el pequeño pendiente de corazón, que años atrás le tallo en un pequeño pedazo de diamante que consiguió en la cueva donde se escondía. —Manuel llévala al refugio temporal, y espérame allí, y cuídala con tu vida. Me respondes de lo que le pase.

— ¿y mi opinión no cuenta?, ¿Por qué se supone debo ir con el?, ¿alguien puede decirme donde se supone que estoy?—

—no, porque yo lo digo, y estas en Alunix, ahora ve con Manuel ya los alcanzare yo mas tarde.

—Tranquila Margareth ven sígueme ya entenderás todo, pero debes descansar un poco además de atenderte ese enorme chichón que tienes.

            Dicho eso siguieron el camino que antes llevasen ella y Oscar, hasta que entraron a una pequeña cueva donde una cama, una pequeña mesa tallada en la piedra y una lámpara colgada en la pared, eran los únicos adornos del lugar.

—Ven limpiemos esa herida—

—Gracias—

—Tranquila todo es un poco confuso al principio, pero ya verás que te iras acostumbrando, puedes usar la cama, esta mañana precisamente cambie la sabanas—

—tranquilo, no creo que pueda dormir, pero me recostare, la cabeza todavía me da vueltas.

—Dale está bien, yo estaré aquí fuera cualquier cosa. —

—Gracias… Manuel ¿correcto?, ¿es cierto que estamos en Alunix?, me podrias llevar a la oficina de la abuela Carmen, de seguro ella me aclarara todo—

—Sí, me llamo Manuel, y estamos en Alunix en la base de recepción de refugiados, y lamento notificarte que no, las ordenes de Oscar fueron claras, y si Carmen te envió es porque estas en riesgo y no debes volver—

—Base de refugiados, en riesgo… ¿En qué me metió la abuela Carmen?… ¿porque no puedo regresar?… tengo demasiadas preguntas y ninguna respuestas… Si tan solo pudiera hablar de nuevo con la abuela Carmen…     




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