―Creo que comete una grave equivocación, Doctor… Figueredo, yo nací en la granja, no tengo una madre ― dijo Margareth visiblemente confusa
―Tranquilo Muchacho, yo me encargo de ella, de aquí en adelante― le dijo el Sr Figueredo, a Manuel y dándose cuenta de lo difícil que era para el dejar a Margareth a su cuidado agrego―tranquilo, Manuel te la devolveré para la cena, estas de guía no de perro guardián.
―Gracias Sr Figueredo pero prefiero quedarme con Manuel, todavía debemos averiguar que paso con Oscar y la Abuela Carmen —Dijo Margareth cada vez más confusa, prefería no dejar a Manuel, siendo que no terminaba de conocer a nadie y no lograba entender casi nada de lo que veía, ya en este punto se sentía como aquel cuento de la chica que cae por un hoyo persiguiendo un conejo.
―Tranquila llámame Miguel para los demás soy Dr miguel Figueredo pero para ti solo Miguel― dijo con una limpia sonrisa― ven sígueme quiero mostrarte un lugar que responderá muchas de tus preguntas… o mejor dicho, ahora que lo pienso es más un tiempo que un lugar, dijo riéndose de un chiste que solo el entendía.
—Está bien Margaret si quieres ve con él así puedo ir a ver como esta Oscar—
― “Este tipo no me da buena espina, no me responde lo que quiero saber sino lo que quiere decirme.”
―nos veremos a la hora de la cena―tras decir esto, dudo un segundo y se fue a grandes zancadas hasta donde estaban otro grupo de personas, estas con una especie de cota protectora sobre vestimentas blancas pantalones de tela brillante, y chaquetas del mismo material y color, ahora que se fijaba Oscar y Manuel usan ese mismo tipo de vestiduras.
Caminaron en silencio a través de la sala que ahora que se fijaba es completamente redonda, en el piso una placa transparente hacia que la gente pudiese caminar, y a la vez, pudiese ver la firme roca del interior al llegar a una de las curvas que hacían de pared, Miguel poso su mano en la roca, y una tenue luz la escaneo, abriendo a la izquierda una puerta llena de luz.
―Ven sígueme, — al ver que dudaba agrego— tranquila, no te hare daño esta es una cámara de memorias, quiero que conozcas porque es tan importante que te hayan encontrado, aquí sabrás quien eres ¿no es acaso eso lo que tanto te preocupa?
Al entrar en la cámara al igual que las anteriores salas esta también era circular pero estaba revestida de paneles blancos no de roca, todos cóncavos, que se unían para formar las paredes del lugar, muy juntas. Desde la entrada un largo corredor los llevaba al centro de la habitación donde una compleja maquina estaba instalada junto a una especie de baranda, del techo una especie de proyector de imágenes múltiples colgaba peligrosamente de sus cabezas.
―Ten ponte esto― dijo Miguel entregándole una especie de pulsera unida a la baranda de la plataforma― es por seguridad dependiendo de lo que veas eso te mantendrá unida a la realidad—
— ¿Dónde estamos?—
—Esto es un banco de memorias, todos los integrantes de Lunix dejan un mensaje para sus familiares y amigos al salir a la batalla, o en alguna fecha importante, ya sea una historia de su pasado, o bien sea toda su memoria pasada, tus padres, decidieron darte un hermoso y enigmático mensaje― Al decir esto coloco una serie de comandos en la máquina del centro de la cámara, y automáticamente, todo cambió ya no estaban en la cámara estaban en una sala redonda (por supuesto) y de tonos cálidos, amarillo crema las paredes, y el techo dado que por ser redondo eran una sola pieza el piso era de un amarillo transparente, del mismo material que el piso de la sala anterior, que dejaba ver en el fondo que la casa era completamente redonda.
“―Hola Maggy― dijo una señora cuya piel no se puede describir sino como café con leche, de ojos negros y una espesa melena oscura que enmarcaba su rostro, ciertamente somos muy similares, pensó Margareth —soy Margareth, tu mamá no sé si puedas conocerme… pero…―
—Margareth quedamos en no tocar ese tema en esta memoria― le corrigió una voz masculina fuerte que no se veía en la imagen pero que algo le decía que estaba también hay
―ok, ok, ya voy, queremos que sepas que te amamos más que a nadie sobre la faz del universo, eres nuestro sol, y nuestra luna el aire para respirar, si hoy no estamos contigo es porque algo nos debe haber ocurrido en el camino, nunca porque no te amasemos con locura, esta es tu casa, es aquí donde viniste al mundo, tú no eres una niña de la granja, tu eres hija del amor que tu padre y yo nos tenemos—
―Margareth yo también quiero dejar mi memoria, ―intervino de nuevo la voz masculina con una dulzura que traspasaba el tiempo―
—Ya tendrás tu momento, déjame hablar un poco más, quiero que sepas que siempre has sido amada y que el secreto de la felicidad está en el amor, el amor genera todas las cosas que puedes llegar a necesitar algún día, recuerda, no es más nada que el amor, el amor es la energía más grande del universo.
En eso un bebe lloro en el fondo de una habitación sin puerta, la entrada era en arco, momento ambos padres sonrieron, un sonrisa tierna y llena de amor.
—Ven quiero que te conozcas, hoy estas cumpliendo 3 años de nacida―
Dicho eso la imagen se movió un vistazo más amplio de una hermosa casa que con los reflejos de las ventanas parecían hechas de oro, la mesa de una madera oscura y los muebles color crema adornados con cojines marrón oscuro bordados en dorado, al entrar a la habitación los pies de Margareth no se movieron pero la habitación se movió por ella al entrar en la siguiente habitación, la inundo una emoción que no recordaba haber sentido antes, era una especie de calor reconfortante.