Aluvión en Antofagasta

Me he demorado en escribir esta historia, porque fue una vivencia personal muy fuerte, todo lo que ocurrido esa noche marcó mi ciudad. Mucha gente murió de una manera horrenda, pero también hubo historias de heroísmo y supervivencia que contaré lo mejor que pueda.

Vivo en Antofagasta, ciudad que está ubicada en el desierto más árido del mundo, por lo tanto, nadie se preocupaba de que alguna vez llovería tanto que pudiera causar los destrozos y pérdidas humanas como ocurrió. Si llovía era una vez cada 5 años, y era una muy suave.

Lamentablemente hay muchas quebradas que están al borde de los cerros, donde la gente se instaló por el problema de espacio para viviendas, sin tener en cuenta que era un peligro latente.

Yo tenía 21 años en ese momento, fue la noche del 17 para el 18 de junio del año 1991. A las 11.30 pm. un viento extrañamente cálido para la época de otoño se dejó sentir, cerca de medianoche el gato que teníamos escapó de casa, cerca de la una de la madrugada empezó a caer agua, pero no fue como ocurría normalmente, no fueron gotas espaciadas, era como si tiraban el agua con manguera o baldes. No sabíamos que venía lloviendo del interior, el barro y los escombros que fue recogiendo en el camino cayeron sobre la ciudad que dormía plácidamente. Mi casa tenía malo el techo, cada vez que lloviznaba, había que correr los muebles, hicimos lo de siempre y nos acostamos, pero mi papá que venía de una región de Chile donde la lluvia era común, nos dijo que nos preparáramos porque se veía que era muy peligrosa, no le hicimos caso.

A las 2 am. aproximadamente los gritos de la gente que estaba de guardia en un galpón muy grande frente a mi casa nos alertaron, la huella donde pasaban los vehículos se había convertido en un caudaloso río, buscamos por todas partes en casa hasta que pudimos encontrar una radio, y pilas para hacerla funcionar.

Escuchamos como una persona daba cuenta que en calle Baquedano, una de las calles principales del centro de la ciudad, tuvieron que poner cuerdas gruesas para que las personas que se llevaba el agua pudieran afirmarse, lo que fue repetido en varios sectores, con riesgo de quienes ponían las cuerdas de que se los llevará la corriente, con mi mamá y mi hermano nos mirábamos asustados, era como vivir una película de terror, no se pensó nunca que algo así pasaría, todavía recuerdo bultos que pasaron frente a mi casa, cocinas, camas, y lo que es más horroroso, creo que personas.

Mi padre a las 3 am. dijo, si esto sigue por 2 horas más, no quedará casi nada de Antofagasta. Tuvimos suerte, al rato amainó, al mirar la calle, el agua se llevó toda la tierra de fuera de las casas, a mi vecino le entró al menos 1 metro y medio de agua, ya que su casa está más baja que la mía, todas sus cosas estaban mojadas y con barro, mi casa se mojó pero por lo que cayó del techo no con lodo. Apenas amaneció apareció mi gato, totalmente seco, suponemos que se fue a esconder a otro lado por miedo que si se quedaba en nuestra casa se lo llevaría el agua.

Av. Rendic (Antes Av. Cautín) el barro llegó hasta el techo de las casas de un piso.  Ver poste de casi 3 metros enterrado.

Nuestra ciudad normalmente registra 5 milímetros de agua caía al año, esa noche en tres horas aproximadamente cayeron 47 milímetros. El agua potable inmediatamente se cortó, la luz por mi sector estaba muy baja, en otros ya no había servicio, pero al menos estábamos vivos, y bien, el dormitorio principal aguantó, y todo lo que había allí y un pequeño pasillo estaba seco, tuvimos que llevar la cocina al pasillo y comer en las camas mientras el comedor, cocina y living se secaban.

Tenemos la suerte que vivíamos muy cerca de una edificación larga, eso nos protegió del barro. Al otro día en la mañana empezaron a repartir agua potable en la garita de Ferrocarril Antofagasta Bolivia; en el molino, a una cuadra de donde vivo, pusieron contenedores con agua para lavar platos, ropa y asear los baños.

Este lugar queda cerca de mi casa, allí como pueden imaginar, la fuerza del agua dejó varios cuerpos atrapados, se dice que un trabajador de la morgue del hospital estaba limpiando los cuerpos con una manguera, cuando entre ellos encontró a su hijo, el pobre se volvió loco. Es una historia que circuló mucho en esos días, pero nunca se supo si era verdad o no.