Paso el fin de semana en esas cuatro paredes. Victoria entra en ocasiones para distraerme, pero sus visitas no duran mucho. Lo último que supe de Tyler, fue que le quitaron todo aparato tecnológico, porque no sé qué hizo. Pero todos estaban muy desesperados por eso, en fin no he tenido comunicación con él.
Aunque vino Noah, hace tiempo que no. Hablamos muchísimo y me contó cosas que ignoraba. Fue agradable su visita. Me han puesto constantemente antibióticos, eso me cansa, bastante.
Abro lentamente mis ojos, llegó el lunes, por fin. Me intento sentar pero no puedo, se me hace difícil respirar. Trato de hacerlo con calma, pero cada vez que no consigo que el oxígeno llene mis pulmones me desespero más.
Presiono el botón de emergencias y Clara entra totalmente relajada. —Hola ¿Cómo estás?— Su expresión cambia radicalmente al verme casi ahogándome. —Tranquila, intenta respirar... Hazlo conmigo, Inhala... Exhala... —¿Acasi no se ha dado cuenta que no puedo?.
Me coloca la canula nasal y lentamente logro respirar con tranquilidad. Entra la doctora y revisa mis pulmones. —Estamos al borde de una neumonía grave. Aplicaremos antibióticos más fuertes, si está situación continua decaerá peligrosamente tú función pulmonar y... —Se ve preocupada, aunque habla lo suficientemente calmada para no alarmarme.
—¿Y qué?— Pregunto asustada, no me gustó el tono de voz que utiliza.
—No pasará nada, te lo aseguro... —No sé porqué no confio en lo que dijo, esto me inquieta. Debo permanecer tranquila, así que a relajarme.
Se van, dejándome desayunar sola. Hoy no quiero que nadie se aparezca, ya estoy cansada de esto. Necesito mantenerme viva, pero a veces creo que no puedo. No he pensado mucho en la muerte, la veo como una posibilidad lejana. Pero lo que sucedió hoy, me hace ver que estaba totalmente equivocada, moriré, como todos. Aunque tengo menos tiempo, tengo que intentar vivir... Eso debo hacer...
Tocan la puerta. —Adelante... —Indico, deben ser más pastillas para tragarme a la fuerza.
—Hola...— Saluda Tyler. Inconscientemente sonrio. —¿Cómo estás?
—Excelente... ¿Y tú? —Pregunto con su mismo tono de voz, uno feliz y despreocupado. Toma asiento en la silla junto a mí.
—Estuve en cautiverio... Por si no te diste cuenta...— Se mueve incómodo, dejando a un lado las muletas.
—¿En serio?— Hablo sarcásticamente. —¿Cómo llegaste a esa conclusión?— Evito reír.
—Me quitaron todo, ni porque fuera un animal...
—Pues...—Lo interrumpo. —Yo tengo mis dudas...
—Ja ja— Rie con sarcasmo. —Tienes un sentido de humor hiriente...— Dice haciéndose el dolido.
—Un burro hablando de orejas... No te vieron entrar ¿Cierto?... —Lo observo especulante.
—No... Y dime, ¿Qué sucede?— Empieza a jugar con un lápiz de mi escritorio.
—Nada grave, ya sabes cómo se alarman por nada... ¿Y tú, qué tal la cirugía?— Pregunto desviando el tema.
—Solo recuerdo que me dijeron "Cuenta regresiva desde diez"... Y pues empecé, diez, nueve... Bueno, ya sabes como funciona. Me acuerdo haber llegado a seis, el resto ni idea...— Se encoje de hombros. —Fue increíble y después de eso, no sentía nada...
—Me imagino golpeandote...—Río y él también.
—No creas que no lo intenté... De verdad, ni la cara...— Quedamos en silencio. —Me prometiste un regalo... ¿Dónde está?— Interrumpe finalmente.
—Que interesado eres, me ofendes... Realmente no tengo nada, pasé todo el fin de semana aquí y aparentemente tendré mucho más tiempo... Si quieres conserva el lápiz... Es mi favorito...
—¿Por que lo es?— Pregunta observándolo.
—Me lo regaló mi padre, de hecho fue una colección... Son importados, tienen un gran significado...— Explico con algo de melancolía.
—¿Y dónde está? Nunca lo he visto...— Habla examinando el lápiz.
—Él no...— Intento decir, pero la lagrimas amenazan con salir y aprieto fuertemente los ojos, evitando que suceda.
—Porque quiero saber ¿Cómo se cría a alguien tan hiperactivo?... Ojalá y le caiga mejor que a tú madre, ella sí me mata con la mirada... —Habla sin parar, intento sonreír, pero termino haciendo una mueca.
Cada recuerdo de él me invade, me hace falta. A veces sentía que era el único que me quería, que me comprendía. Pero no está, él debería estar tomando mi mano y diciéndome infinidad de mentiras para que me sienta mejor.
—¿Estas bien?— Añade Tyler con preocupación. —Te ves peor que siempre... —Rie.
—Ahhhhh... —Digo con evidente esfuerzo. —De seguro le caerías muy bien...
—¿Caer?... ¿Del verbo ya no?...— Asiento y agacho la cabeza. —Oh. —Carraspea. —No sabía...
—Tranquilo, no importa... Pero, dime ¿Qué hiciste para que te castigarán?
—Un buen mago nunca revela sus secretos... —Le añade un tono enigmático.
—Pues debiste ser un pésimo mago para que te castigarán... Pobre criatura inútil...— Río escandalosamente.
—¿Inútil?— Se cruza de brazos con el ceño fruncido, en cualquier momento estallará.
—Digo, no he conocido tú faceta productiva... ¿Tienes alguna?— Solo logra que se moleste más, si es posible.
Machina los ojos y sonríe con frustración. —¿Este es tú juego?
—¿De qué hablas?— Cuestiono confundida.
—De esto... —Me empieza hacer cosquillas.
Intento que pare pero no lo hace. Solo escucho que entran bruscamente por la puerta. —Hola Violett... —Saluda Allan.
Limpio algunas lágrimas por la risa y tomo aire. —Hola... Pensé que no vendrias... —Mira a mi acompañante con indiferencia. —Él es Tyler, un amigo...
—Ya veo... —Asiente lentamente. —¿Qué hacían?
—Nada, dialogando de nuestras desgracias. Y mucho gusto... —Le estira Tyler la mano cortésmente a Allan y él no acepta.
—Oye, Allan, no seas grosero... —Me mira mal y sale. —Bonita visita...— Digo sarcásticamente.
—Dejame decirte que aparentemente a todos les caigo bien... —Lo dice con el mismo tono que ya he utilizado. —Creo que es mejor que me vaya... —Carraspea y se pone en pie.