Sehun dispuso al muchacho con delicadeza en su regazo, él se movió de manera que su cola quedaba en cascada sobre las piernas de Sehun y hacia abajo sobre la manta. Se apoyó en la palmera y luego presionó a Junmyeon hacia atrás para que Junmyeon se apoyara en él. Él los quería cómodos para la conversación que iban a tener. Él abrió la boca para hablar, pero antes de que pudiera decir una palabra, Junmyeon se había dado cuenta del contenedor de sushi y estaba haciendo manitas inquietas por ello. Sehun sabía que no conseguirían mucho de hablar hecho hasta que el vientre de su pequeño tritón estuviese lleno, así que se contentó alimentando a Junmyeon con el sushi con la mano, mirando sus bonitos labios atrapar a los rollos de sushi de sus dedos.
Por último, una vez que estuvo lleno, pero no tan lleno que podría caer dormido, Sehun intentó de nuevo.
—Querido, ¿qué sabes sobre el sexo?
Junmyeon miró con confusión e hizo señas.
—¿Qué es el sexo?
Sehun suspiró y luego se dio cuenta de que probablemente no era que Junmyeon no supiera lo que era el sexo, lo más probable era que no conocía la palabra porque Sehun, mojigato evidente que él era, nunca había dicho la palabra delante de él o le enseñó el significado.
Él decidió comenzar con la definición más simple.
—El sexo es cómo se hacen los bebés.
Junmyeon palmeó el pecho desnudo y le envió una imagen de un pez que ponía huevos y luego otro pez llegaba y chorreaba lo que asumía Sehun era semen todo sobre los huevos. Él negó con la cabeza suavemente.
—No, no es tan así, amor. ¿Alguna vez has visto a dos animales colocándose uno encima del otro y en cierto modo rozándose entre sí?
El chico le envió una imagen de dos caballitos de mar con sus colas entrelazadas realizando algún tipo de giro de baile. Sehun asintió.
—Sí, muy cerca. Pero qué pasa con los delfines, ¿alguna vez has visto a los delfines hacerlo?
El chico asintió y envió una imagen de un mular hembra siendo perseguido por un gran grupo de delfines machos. Una vez que ella estaba acorralada, la inmovilizaron bajo el agua, prácticamente ahogándola y todos tomaron turnos, uno tras otro. Hubo un escalofrío de miedo con esta imagen y Sehun se le recordó que a veces el mundo animal podría ser tan violento como el humano.
Él sostuvo a Junmyeon cerca y besó su oreja.
—No, no bebé, no así en absoluto. ¿Qué hay de tu pueblo? ¿Las Sirenas? Tu mamá y papá, por ejemplo, ¿cómo lo hacían?
Junmyeon le envió una vaga imagen de dos sirenas que se besaban.
Sehun supuso que era todo lo que sabía. Su pequeño querido puede no haber estado con su propia gente lo suficiente para saber cómo lo hacían. Sehun decidió simplemente decirle cómo los seres humanos lo hicieron, porque era bastante seguro, basado en la anatomía de Junmyeon, que sus métodos de procreación eran similares.
Sehun lo besó de nuevo, sólo porque podía, y luego dijo:
—Déjame decirte cómo los seres humanos hacen a los bebés, y por supuesto, el sexo no es sólo para hacer bebés, también es muy agradable y es una de las maneras en que los compañeros se vinculan el uno con el otro.
—¿Vincularse?— Junmyeon hizo las señas con un dedo enganchado en signo de interrogación.
—Sí. Cuando dos personas se conocen y se enamoran, se comprometen entre sí y hacen una promesa el uno al otro para permanecer juntos para siempre. Esa es la vinculación, y parte de eso es la expresión física de la misma, que es el sexo.
Junmyeon le envió una imagen de la vida de dos de camarones dentro de una esponja de mar y transmitió la forma en que nunca se apartaron el uno al otro durante toda su vida y luego le envió una imagen de peces ángel nadando en pares juntos.
—Sí, querido, exactamente. Algunos animales se aparean de por vida, y los seres humanos son algunos de ellos. Al menos, aspiran a serlo. Ahora, cuando dos compañeros...
—Al igual que nosotros.— Junmyeon hizo las señas, sonriendo satisfecho. El aliento de Sehun quedó atrapado en su pecho y por un momento se olvidó de dejarlo salir porque, por supuesto, por supuesto, Junmyeon los veía a ellos como compañeros. Ellos eran compañeros. Siempre lo habían sido. Sehun era de Junmyeon y Junmyeon era de Sehun y ellos pertenecían el uno al otro y todo eso era tan perfectamente simple. Había sido perfectamente obvio para Junmyeon.
Debería haber sido obvio para Sehun también, pero había estado tan concentrado en tratar de proteger al muchacho, que perdió lo que estaba justo enfrente de su cara.
Su sonrisa radiante coincidía con la de Junmyeon.
—Sí, Jun, sí, eres mi compañero y yo soy tu compañero, por el tiempo que me tendrás.
El chico dio una especie alegre ruido burbujeante y se retorció en los brazos de Sehun, abrazándolo con fuerza. La conversación podría haber degenerado en besos y caricias entusiastas pero Sehun todavía necesitaba asegurarse de que Junmyeon entendía a lo que esas cosas llevaban.
—Por eso, cuando dos compañeros, como nosotros, se aman, mucho, mucho, a veces les gusta expresar ese amor, físicamente.
—Con un beso.— Junmyeon hizo las señas y Sehun asintió.
—Sí, con un beso y tocándose el uno al otro, en todos los lugares que me gusta tocarte y en algunos que no lo he hecho todavía. Uno de esos lugares es donde te estabas tocando hoy mismo.
Los ojos azules se abrieron de par en estado de alarma.
—¿Está mal que me tocara a mí mismo? ¿Se supone que no debo hacerlo?
Sehun sacudió la cabeza.
—No, es bueno tocarte a ti mismo. Me toco también. No hay ningún problema por tocar a ti mismo, si tú tienes un compañero o no y no hay nada vergonzoso en el placer físico que se deriva de ello. Es lo mismo que la forma en que te hace sentir cuando encuentras una bonita concha o comes un pedazo de delicioso sushi. Disfrutar de la vida y vivirlo en tu propio cuerpo es una cosa natural y saludable.