Regresé lo más rápido que pude a la ciudad, fui a mi casa a tomar un baño. Elegí la mejor ropa que tenía junto a mi mejor perfume. Llamé a Amanda para decirle que en media hora pasaría por ella. Esta vez pesaba ir en mi motocicleta, quería ver su cara cuando me viera llegar. Solo esperaba que no tuviera miedo y no quisiera subirse.
Estaba llegando a su casa, cuando la vi justo afuera de la puerta, bajo la luz del marco de su casa. Se veía radiante, llevaba una falda negra con franjas esmeraldas que brillaban al reflejar la iluminada noche, combinada con una blusa medio trasparente negra. Contemplarla en medio de la noche, sola y tan bella, me sentía el chico con más suerte del mundo, en medio de todo entro un duda, ¿Por qué ella, la chica más guapa que conozco, había terminado con todos aquellos chicos? Duda imbécil que atravezaba mis entrañas, aun con todo esto me acerqué a donde ella estaba, aparqué, me quité el casco y lo puse en la rodilla, ella sonrió y con cara de “no es cierto” me miró.
– ¿Es en serio?, ¿piensas que me subiré a tu cacharro? – preguntó sin perder la sonrisa de su rostro.
– Si, vamos nos divertiremos mucho. Anímate – justo lo que pensaba antes de venir, debía de solucionar esto pronto.
– Estás loco, nunca me he subido a una moto, no lo haré.
– Amanda, sube – le dije mientras le daba un casco de color rosa.
Me miró un poco incrédula, y tomó el casco que sostenía en mi rodilla y se lo puso -¡es broma!-dijo y acto seguido me obligó a usar el casco rosa, era un precio alto por salir con alguien. Me puse el casco resignado en la cabeza, escuché como su teléfono sonó con la foto que acababa de tomar, la miré con un enojo falso y ella se echó a reír. Subió a la parte trasera de la moto, me abrazó como si disfrutara haciéndome enfadar se agarró de mi pecho y pellizcó levemente uno de mis pezones. Solo pensé “me la vas a pagar” y nos fuimos a toda velocidad al concierto, íbamos una hora tarde.