Amanda

Capítulo 25

El siguiente sábado no tenía ningún plan, solo dormir hasta tarde. Estaba tan a gusto descansando cuando sonó mi teléfono con una llamada entrante de Amanda, se me hizo muy raro pues nunca nos hablamos a estas horas, además no habíamos quedado en nada.

– Buenos días – contesto de muy buen humor.

– ¿Ya estás listo? – Preguntó – paso en una hora.

– Listo, ¿Para qué? – no entendía nada, se supone que hoy no nos veríamos.

– Para ir a ver a mi mamá.

Me quedé sin palabras, solo asentí y me levante. Busqué en el closet algo de ropa y me dirigí a tomar un baño, según yo tenía aproximadamente una hora para bañarme, estar presentable y desayunar. Más que tiempo suficiente, estaba muy feliz porque había logrado que Amanda convencerla de volver establecer ese vínculo con su madre y así restablecer la relación que ellas dos compartían.

Como ella dijo justo a la hora paso por mí y nos dirigimos a las afueras de la ciudad, llegamos a un lugar lleno de restaurantes a la orilla de la carretera, en este punto pagamos al taxi y continuamos a pie por una calle completamente de terracería. Mientras avanzábamos ella me contaba sobre las diferentes casas y sobre las personas que residían en ese suburbio, varias veces se paró a jugar con alguno de los perritos que se cruzaban en el camino. Caminamos hasta llegar a un porto echo de lámina que se veía en partes el óxido, algunas estaba despegadas, y a un lado se encontraba un hueco.

– Hemos llegado – me indicó mientras se metida por la apertura de la puerta metálica.

La seguí en silencio, al estar al otro lado pude observar una casa de color blanco, también con una reja con una puerta metálica de barrotes pero de color negro. Enfrente de esta estaba un tinaco de unos mil litros vacío y detrás se observaba un gran árbol, a un lado como a unos diez metros estaba una casa a medio construir muy malas al parecer abandonaron la construcción. Avanzamos con nerviosismo, ella porque tenía tiempo de no ver a sus padres, yo porque no sabría mi reacción al conocer a su padre.

Tocamos la puerta varias veces pero no hubo respuesta, supusimos que la casa estaba vacía. Comenzamos a observar por la ventana a ver si Amanda podía reconocer las cosas de la casa pero la mayoría tenían persianas y no dejaban distinguir bien lo que se encontraba dentro de la casa. Alcanzamos a ver un quetro mueble que a ella le parecieron conocidos. No teníamos muy claro su mamá seguía viviendo en este sitio. Amanda miró el tinaco y agregó en tono de broma.

– Aquí cabríamos perfectamente tú y yo – me acerqué y miré en interior, estaba con algunas telarañas.

– En esta ocasión tendré que pasar – imagínense que llegaran sus papás y nos encuentren en un tinaco, bonita impresión tendrían de nosotros.

Seguimos recorriendo el lugar para entretenernos y hacer tiempo. Después de un rato entramos en la construcción que estaba a punto de derrumbarse, no encontramos nada interesante y salimos del lugar. Al final terminamos detrás de la casa bajo la sombra del árbol, creo que era una especie de pino. Nos sentamos y comenzamos a jugar cartas hasta aburrirnos de nuevo, casi deseé que estuviéramos en una cama solos, de seguro eso sería mucho más divertido.

– Oye, ¿y nunca has pensado en buscar ayuda psicológica? – pregunté en medio del aburrimiento.

 – La verdad, en el lugar donde trabajo uno de mis jefes me ofreció que fuera con un amigo suyo a una sesión gratis, no lo acepte, creo que sería inútil.

– Deberías ir – agregué con la esperanza de que escuchara mi consejo – pienso que te podría ayudar con traumas psicológicos que en ocasiones los ignoramos y pasamos por alto.

Me miró y accedió a ir, pero con la condición que si sentía incomoda lo dejaría enseguida, claro que recibí de buena manera esta noticia y me alegré por ella.

Seguimos en el mismo lugar esperando pero no llegaron y se acercaba la hora de entrar a trabajar de Amanda, decidimos que hora de irnos. Estaba un poco decepcionado pues ya eran cerca de las tres de la tarde y nunca aparecieron.

– Vámonos, ya es hora. Pediré un taxi – dijo Amanda.

– Deja una nota con tu número telefónico por si llegan más tarde.

Ella toma una hoja de papel y comienza a escribir. Se acerca a la puerta, la doblada y deposita en medio de los barrotes. Rápidamente nos dirigimos a la salida, el taxi había llegado.



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En el texto hay: romance, amor, traición.

Editado: 09.12.2020

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