¡amando al mal en la oscuridad!

Capítulo 1: El susurro del abismo

El reino de Aldoria brillaba bajo un cielo sereno, una paz que parecía eterna bajo el reinado de la bondadosa princesa Erynn. Era conocida no solo por su belleza radiante, sino también por su alma generosa. Desde niña, Erynn había sido educada para gobernar con justicia, y sus acciones reflejaban un amor sincero por su pueblo. No había rincón del reino donde su influencia no llegara: los huérfanos encontraban refugio, los enfermos eran cuidados, y la esperanza florecía como un río inagotable en su presencia.

Pero Aldoria no estaba completamente libre de sombras. En los límites del reino, más allá de los prados dorados y los bosques luminosos, se encontraba el Bosque Oscuro, un lugar temido por todos. Allí, bajo las copas densas de los árboles que bloqueaban la luz del sol, reinaba un silencio que helaba la sangre. Según las leyendas, ese lugar era hogar de un ser tan antiguo como oscuro, un príncipe maldito cuyo nombre era susurrado con temor: Kael, el Maldito.

Decían que Kael había sido un noble apuesto, lleno de promesas, hasta que la ambición lo llevó a sellar un pacto con una fuerza oscura. El precio de su poder fue su humanidad, y ahora su presencia era como una sombra que consumía la vida misma. Nadie que entraba en su dominio regresaba, y las historias de su mirada ardiente como el fuego alimentaban las pesadillas de los aldeanos.

El llamado del bosque

Erynn, ajena al temor que su pueblo sentía por Kael, paseaba esa noche por los jardines del palacio. La luna bañaba la tierra con su luz plateada, y la brisa fresca acariciaba su rostro. Había algo en el aire, un murmullo que parecía provenir de lo profundo del bosque.

"Erynn..."

El susurro llegó como un eco lejano, pero su dulzura era inquietante. La princesa se detuvo, mirando hacia el horizonte donde el Bosque Oscuro se alzaba como una mancha negra en el paisaje. Su corazón latió con fuerza, pero no de miedo, sino de una extraña curiosidad.

Sin detenerse a pensar, comenzó a caminar. Los guardias, acostumbrados a su espíritu libre, no la siguieron, creyendo que solo necesitaba un momento de soledad. Pero los pasos de Erynn la llevaron más allá de los límites del palacio y hacia el borde del bosque.

Encuentro en las sombras

El aire cambió al cruzar el umbral del Bosque Oscuro. El aroma a flores desapareció, reemplazado por un olor terroso y denso. Las hojas crujían bajo sus pies, y la luz de la luna apenas penetraba las ramas entrelazadas.

—¿Qué haces aquí? —una voz profunda resonó como un trueno entre los árboles.

Erynn se detuvo, su corazón acelerándose al escuchar aquel tono lleno de autoridad y rabia. Pero en lugar de huir, levantó la mirada hacia la figura que emergía de las sombras. Allí estaba Kael, sus ojos carmesí brillando como brasas en la penumbra.

—¿Quién osa entrar en mi dominio? —gruñó, su presencia imponente como un depredador acechando a su presa.

Erynn, lejos de retroceder, lo miró con serenidad. Sus ojos azules reflejaban la misma calma que mostraba en su rostro.

—No temáis, mi señor —dijo suavemente—. Mi corazón me guió aquí.

Kael se acercó un paso más, sus movimientos fluidos y letales. Había visto valentía antes, pero esta era diferente. No era la osadía de un guerrero ni la arrogancia de un insensato. La calma de Erynn era desarmante, como si su pureza formara un escudo impenetrable.

—¿Tu corazón? —dijo con un deje de burla—. Tu corazón es ingenuo, princesa. Este no es lugar para alguien como tú.

—¿Y qué lugar es este? —preguntó ella, sin rastro de miedo en su voz.

Kael dudó. Era la primera vez en siglos que alguien lo miraba con algo más que terror. La inocencia de Erynn lo irritaba, como una luz que quemaba las sombras que lo protegían.

—Es el lugar donde la luz no sobrevive —respondió finalmente, su voz fría como el hielo—. Vete, antes de que sea demasiado tarde.

Pero Erynn no se movió. En cambio, inclinó la cabeza, como si intentara comprender lo que había detrás de aquella fachada oscura.

—No creo que la luz no pueda sobrevivir aquí —murmuró—. Creo que simplemente necesita tiempo para encontrar su camino.

Kael retrocedió, sorprendido por sus palabras. No entendía cómo alguien podía hablar con tanta seguridad en un lugar donde todo estaba muerto. Pero antes de que pudiera responder, el murmullo del bosque volvió, esta vez más fuerte, más nítido.

"Erynn... Kael..."

Ambos giraron sus cabezas hacia la dirección del sonido, sus miradas enfrentadas por un instante antes de que Kael tomara una decisión.

—Ya has visto demasiado. Si te quedas, no podré protegerte.

Sin más, Kael extendió su mano, y las sombras comenzaron a envolver a Erynn, llevándola lejos de su dominio. Pero mientras se desvanecía en la bruma, una chispa de algo desconocido quedó en su interior, una conexión que ninguno de los dos podía explicar.




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