Ante la incredulidad de Kyuhyun; su hijo sacó el as bajo la manga que durante gran parte de su vida guardó para un momento parecido al que estaba viviendo en la habitación de invitados. Le daba placer relucir su carta maestra y al parecer la espera valió la pena. Henry recordaba a la perfección lo sucedido en su viaje familiar a una isla paradisiaca de Italia; fueron las peores vacaciones de su vida, pero en esos instantes los malos recuerdos restaban de ser primordiales.
Tanto su padre y madre no coexistían en armonía; se gritaban y él contaba con los dedos de las manos aquellos días en los que no peleaban las veinticuatro horas. La relación de sus progenitores se basaba en discusiones y pleitos causados por una presencia invisible que a menudo atormentaba a Kyuhyun; y aunque intentaban ser discretos, Henry se percató que no dormían juntos. Atrás quedaron los primeros años de su vida; donde los tres juntos, abrazados y sonriendo veían películas infantiles en la amplia sala, comiendo golosinas y bebiendo refrescos azucarados con muchos cubitos de hielo.
La pacífica y amorosa relación de sus padres se deterioró (mejor dicho, se mostró con su cara real), y el niño solo comprendió que las recriminaciones llenas de rencor proliferadas por su madre eran motivadas por una foto rota en miles de pedazos. El viejo papel fue reparado con cinta adhesiva trasparente y forrada con un plástico protector. Henry lo sabía porque lo sostuvo entre sus manos varias veces, no vio a plenitud el rostro del retrato, ya que sus malas condiciones no le dejaron plantear bien los rasgos concisos de la susodicha "perra". —Aoi decía ese apodo en sus discusiones con su papá—. Cuando Henry atisbaba escondido, en algún armario del despacho, a Kyuhyun, lo hallaba admirando la cara despedazada de la mujer sin nombre.
Con el fin de restaurar los cimientos de un matrimonio ya devastado, decidieron ir a una segunda luna de miel a Cerdeña; acompañados de su unigénito. El viaje consistió en pelea tras pelea; las riñas duraron hasta la madrugada. El niño se distraía jugando por los pasillos del hotel donde se hospedaron; molestaba a los residentes, haciéndoles bromas pesadas y fingiendo ser un fantasma: le agradaba ver como salían corriendo. Ya cansado del pleito de sus padres, que llegó a los golpes, Henry determinó que era momento de tomar medidas en el asunto que sin querer también lo afectaba. Procurando no ser visto; se escurrió a hurtadillas mientras desayunaban y paseó solitario por varios sitios del hotel, que no recorrió en soledad. A propósito, les dio pistas a sus padres de su paradero, luego de que ellos se dieron cuenta de su extravío.
El pequeño de ocho años vagó sonriente y cerca del pasillo principal, encontró a una mujer muy hermosa que se le hizo familiar. Su madre era bellísima, una mujer inolvidable; no obstante, aquella extraña criatura tenía un don que la convertía en un ser superior. «Ángel» fue el primer pensamiento de Henry: sus cabellos rubios y sus ojos azules respaldaron la idea de la inocencia. Además, la herida en su espalda, que se dejaba ver gracias a su pareo, le confirmó la procedencia divina de esa mujer. Ella lo trató con cariño y le sonrió como Aoi lo hacía en el pasado. La situación fue digna de reconocimiento.
Todo fue perfecto hasta que su padre terminó por hallarlo, sintió mucha tristeza al ser separado de su salvadora y la magia terminó desapareciendo tan pronto como ese señor y el ángel se vieron las caras. Algo se transformó en el ambiente; tal vez resultó ser malo que se encontraran.
Henry era un niño vivaz, aun así tardó demasiados años en comprender al cien por ciento la conversación que los dos sostuvieron. Ella lo advirtió destilando odio; mientras que Kyuhyun demostró con un gesto insignificante, el gran amor que conservaba para ella.
La mujer lo insultó y agredió al sentir las malas intenciones de Kyuhyun. El hecho resultó caótico, y gracias a la providencia, la hermosa señorita desapareció de la escena hecha una furia; dejando a su padre desesperado; alimentando un dolor que no superó.
Henry lo meditó y uniendo cabos sueltos en los aires, dedujo que la mujer de Italia era la culpable principal de las fallas del matrimonio de sus padres. Desde luego, la rubia no había hecho nada para arruinarlos… Kyuhyun, pese al tiempo y distancia, no podía matar su insistente recuerdo. Al parecer la amaba demasiado, rebasando el punto de ser una obsesión.
Él siguió pensando y obligando a su memoria a recordar extractos de esa horripilante conversación: los días le demostraron que su propósito fue mala idea. Siendo un adolescente de quince abriles, una noche cualquiera, escuchando música pesada con los audífonos puestos, tuvo una revelación que desencadenó odio por su padre.
«Él abusó de ella». Pensó quitándose los auriculares, sentándose de golpe. Henry lo detestó por haber manchado a un ángel. En aquel tiempo, el muchacho pendenciero creía en el romance verdadero y la idea de forzar al supuesto amor de su vida no era concebible en su cerebro.
Un enorme rencor se formó hacia su padre; un rencor que acabó de explotar al oírlo decir que se encontraba decepcionado.
—¡Defiende tu honor, papá! ¡Habla! —Exclamó el muchacho; mirándolo con desamor—. ¡Dime que estoy mintiendo! —Prosiguió gruñéndole como un perro más de la jauría; sin duda los colmillos que enseñaban eran los de un líder innato—. ¡Reclámame lo desgraciado que soy por forzar a una mujer! ¡Anda, padre, dime algo! —Gritó con más potencia, esforzando demasiado a su garganta. Los reclamos ocasionaron que Nali rompiera a llorar; no aguantaba ver a Henry comportándose tan mal—. No puedes hacerlo. No puedes decirme nada —dijo meneando la cabeza con autosuficiencia—. No eres tan hipócrita para reclamarme algo que tú también hiciste en la juventud. Te aprovechaste de una pobre mujer que al menos pudo rehacer su vida al lado de otro hombre —Henry tocó el punto exacto de la herida.
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Editado: 25.07.2021