—Por más que te ame, es imposible que permanezcamos juntos. Lo siento, Yuu.
El viento fuera del auto dejó de llevar consigo las hojas de los árboles, y por un segundo eterno, toda la creación del universo, se detuvo cuando él pronunció esas palabras, con la mitad del alma abandonando su cuerpo. Un hoyo sin final fue perforando en su corazón al expresar la frase más patética que diría en su existencia.
Ella era la razón que halló en medio de la tempestad para despertar en las mañanas queriendo ser un mejor ser humano. En contradicción a los cambios positivos que pretendía realizar, su raciocinio le imploraba distanciarse de la mujer que sus sentimientos hambrientos eligieron amar con un desenfreno inagotable, colosal e imposible de extinguir. La pasión encerrada en el mundo que añoraba poner a sus pies, nunca se dejaría atisbar en la claridad del amanecer. Los pájaros no tendrían oportunidad de rivalizar con sus cantos de amor, ya que él no cometería el desliz de cruzar la frontera que impuso entre los dos.
No podía… No quería arruinar la juventud de su amada.
—¿Por qué? Si los dos nos queremos ¿cuál es el problema? —exigió saber. Merecía respuestas.
Era una verdadera locura que le declarara su amor sin prestarle atención a lo que todavía les faltaba recorrer. Estaban hechos el uno para el otro, entonces ¿Por qué no tendrían la posibilidad de demostrarse la pasión que se profesaban bajo la luz de la madrugada?
—Nosotros debemos estar juntos y nadie lo puede impedir… —una risa impaciente luchó por emerger, mas Yuu se mordió los labios, hasta sentir el sabor agrio de su sangre, con tal de calmarse, ya que dejarlo contemplar su versión más debilitada solo manipularía la decisión que él tomaría.
—Tú eres muy joven… Hay diferencias gigantescas que no dejarán que nuestra relación progrese —un pretexto bastante estúpido, que ni él pensaba tomar como real—, te faltan cosas por experimentar, personas que conocer —enumeraría millones de actividades que nunca realizaría por atarse a él—. Estar conmigo perjudicará lo que serás en el futuro. Te limitará porque estamos en distintas etapas. Comprende que yo no soy para ti… No soy conveniente…
—¡La que decidirá eso, soy yo! —clamó perdiendo la cabalidad de sus pensamientos—. ¡Es mi vida y sé qué hacer con ella! —con los puños tan apretados, que clavó sus uñas en su piel, Yuu quiso golpearlo; sin embargo, eso de nada serviría. No cambiaría de parecer.
—No, no lo sabes —y con esa actitud comprobaba sus ideas. Ella era demasiado inmadura para saber que ambicionaba con exactitud—. Hoy puedes amarme con todo el corazón. Mañana, tal vez, llegarás a querer a otro hombre, más joven y vital que yo —veía su futuro reflejado en las gotas que se derramaban en sus manos abiertas—. Alguien que tenga los mismos sueños que tú y que no sea un obstáculo —un nudo se formó en su garganta a medida que recitaba su parlamento al desamor. Era la primera vez que pensaba en una mujer antes que en su propia comodidad.
—Es que no entiendo las tonterías que estás diciendo… —observando como él se desmoronaba con cada frase que manifestaba, ella se cruzó de brazos—. ¿Por qué si nos queremos tenemos que estar alejados? ¿Te importante tanto el qué dirán?
—La opinión de los demás no influye en mis decisiones. Solo estoy pensando en tu futuro.
—¡No es el futuro! —titubeó—, es el presente que nos reclama estar juntos…
Aquello no hizo más que reafirmar lo que él determinó. Yuu era una niña que pensaba en el hoy. Ansiaba vivir su amor adolescente sin medir los efectos que repercutirían en su cotidianidad. Ella ni siquiera reflexionó en la situación de Siwon; él ya no era un hombre que podía juguetear con mujeres menos conocedoras del amor.
—Yūme… Lo siento —Siwon rastrilló sus cabellos, abrumado por la explicación que le daría—. Una persona como yo está siendo seria contigo —la joven se abrazó a sí misma, percatándose de que incurrió en un error al decir que solo se trataba del momento—. ¿Qué pasará cuando tengas treinta años, te levantes y veas a un señor de casi medio siglo durmiendo a tu lado? Sería muy injusto que yo intente retenerte si quieres irte —y nunca tendría el valor de negarle conseguir su felicidad.
Quizá exageraba un poco al visualizar tantas alternativas; sin embargo, ese era su propósito, asustarla con las formalidades, hacerla correr de una relación que la ataría.
—Eso no va a pasar: te amaré hasta la eternidad —musitó, imaginado la manera de convencerlo de que su amor duraría por siempre.
—No serás feliz desperdiciando tu juventud conmigo —agachó la cabeza mientras el llanto amenazaba con destruir la figura reacia que creó frente a ella—, no quiero ver cómo te arrepientes de haberme escogido —tan solo con imaginarla asqueada de sus años, le destruía la consciencia—. Sé feliz con un chico de tu edad, que te comprenda y te ame —Yuu se removió inquieta en el asiento, herida por su frialdad al rechazarla—. Porque volverás a enamorarte, de eso no tengas duda. Te juro que llegará un chico que robará tus suspiros —y esperaba que viviera una relación normal lejos de su vista—. Las personas somos así, nos enamoramos muchas veces.
—No cuando tienes el corazón roto —rebatió percibiendo el remezón de su mundo entero. Viendo como los pilares que la sostenían a la realidad iban cayendo uno tras otro.
—Se te pasará, nadie muere por amor. Puedes creer que ahora es el fin del mundo, pero cuando pase el tiempo, esto será un mal recuerdo —Siwon era un sobreviviente de una relación destructiva, que no tuvo un final feliz—. Yuu, es lo mejor… —ella hizo un puchero y confirmó lo que decía.
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Editado: 25.07.2021