Amándote para siempre

Capítulo 8: Aithana

Jennifer me agrada. Me ha reír mucho y me recuerda un poco a Ava.

La tienda de juguetes sexuales es impresionante, hay hasta disfraces y algunos son interesantes. Conozco algunos juguetes, pues no soy una virgen de vibradores, pero no sabía que había tanta variedad.

Ella me regala un vibrador llamado moxie y me explica como utilizarlo, de inmediato despierta mi curiosidad y tomo nota mental para utilizarlo.

No he estado con nadie desde el padre de Brennan y con él apenas lo hice tres veces y tuve la mala suerte de no haber usado protección. Al menos no obtuve ninguna enfermedad de trasmisión sexual.

Jennifer me entrega la bolsa rosa con el logo y me pide que nos vayamos a ver el departamento. Su amiga Sophie no vendrá porque se le presentó algo en la galería que debe resolver. Así me enteré de que su amiga Sophie es la pintora Sophie Brown. Me emociona conocerla porque amo sus pinturas y es la única pintora que me gusta que está viva.

Brennan está dormido en el cochecito que Iker compró amablemente esta mañana y podemos movernos tranquilamente.

Caminamos hasta el primer departamento porque está a dos cuadras de aquí. Lo único que resalto a simple vista es que es una zona muy céntrica y concurrida. Jennifer me comenta que de esta forma estaré más cerca de la oficina ante cualquier eventualidad que se pueda presentar con mi hijo y hay negocios de todo tipo por si necesito comprar algo de último momento. Ella sabe que ando con Brennan encima y agradezco que haya tenido en cuenta ese detalle.

—¿Qué tal las cosas con Iker? —pregunta—. Me agrada mucho.

—Ha sido amable y parece buena persona. Tiene que ser amable conmigo porque le conviene que me quede.

Jennifer ríe.

—Iker es amable porque así es él. Y es guapo. Tiene un buen trasero… No le vayas a decir a mi futuro esposo que dije eso.

Suelto una carcajada.

—Mi amiga Ava dijo lo mismo, yo no le presté atención.

—Oh, vamos, de seguro lo miraste, aunque fuera por error.

Me muerdo el labio inferior. Claro que lo vi, lo hice antes de saber quien era, pero confesarlo en voz alta es otra historia.

La noche anterior fui a la cocina a tomar agua y lo encontré sin camisa. No pude evitar babearme durante unos segundos fugases, lamentando que estuviera bastante oscuro.

He estado con tres hombres en mi vida. El primero un flacucho sin gracia con quien perdí la virginidad y ahora que lo pienso no sé que vi en él. El segundo no estaba mal, pero no hacía ejercicio de seguro, digamos que era normal. El último fue el padre de Brennan y también es un flaco sin gracia que estuvo mientras pasaba un momento complicado y solo quise desquitarme y no pensar.

—No soy de las mujeres que va por el físico del hombre.

—No te estoy preguntando si quieres ser novia de Iker, sino por su trasero que ya sé que es bueno.

—Bien, lo admito, está muy en forma.

Jennifer me codea.

—Te lo dije. Yo no tengo nada que envidiar. Mi prometido es más guapo y cocina. Iker no cocina.

—Genial, ahora cuando me cruce con tu esposo, querré verle el trasero.

Jennifer ríe.

—Tienes mi permiso, siempre que sea solo mirar y no tocar.

Con ese comentario termino por confirmar que Jennifer me agrada mucho y será bueno contar con su amistad durante mi estadía en esta ciudad.

—¿Tú cómo terminaste en París? Iker me dijo que eres inglesa.

—Siguiendo a mi supuesto novio, que resultó que era casado. No quise regresar a Londres a darle la razón a mi madre y decidí buscar trabajo para quedarme una temporada, Tucker me dio trabajo de asistente, luego de varios obstáculos nos enamoramos y mi estadía pasó a ser permanente. Aquí estoy, a punto de casarse y esperando un hijo…—se calla de repente—. Oh, mierda, ya metí la pata.

—¿Con qué?

—Con hablar sobre mi embarazo. Tucker y yo quedamos que lo mantendríamos en secreto hasta pasar las semanas seguras del embarazo. Ni Sophie lo sabe.

—Tranquila, haré de cuenta que no escuché nada.

—Gracias. Creo que seremos buenas amigas, lo que es raro porque no soy buena haciendo amigas. Por algún motivo no les caigo bien a las mujeres.

—Te comprendo.

Nos detenemos frente a una bonita casa victoriana.

Entiendo por qué algunas mujeres pueden no caerle bien Jennifer. Es una mujer hermosa, simpática e independiente. Tiene un buen cuerpo y un rostro exótico. Más de una se debe sentir intimidada a su lado.

Yo no. Me agrada rodearme de mujeres como Jennifer que hace sentir orgullo a nuestro género. Parece buena persona y es lo que importa.

Una mujer castaña saluda a Jennifer con un abrazo y nos presenta, es la agente inmobiliaria y quien nos muestra el lugar.

La casa es espaciosa, tiene buena iluminación, dos habitaciones y un pequeño jardín con césped donde Brennan podría jugar.



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En el texto hay: millonario, comedia humor, madre soltera

Editado: 13.02.2023

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