Amanecer Z

Capitulo: 2 Un día normal

Nathalia estaba sentada en la sala de espera. Como siempre estaba sentada en el último asiento apoyando su cabeza contra la pared mientras con su dedo tocaba la pantalla de su móvil; el cual tenía problemas de señas desde hace algunas horas. La sala de espera estaba pintada de un gris algo oscuro que al igual que su casa le daba la sensación que las paredes se cerraban con cada parpadeo, con cada respiro. Ese color la hacía sentir ahogada, sofocada. Mientras que unos cuadros astrictos trataban de darle un toque sofisticado y algo en que fijar la vista en aquel lugar aburrido y en medio había una mesa ridículamente baja que casi rosaba el suelo y sobre ella lo que parecían cientos de revistas que la verdad ningún paciente extrañaría si algún día decidieran deshacerse de ellas de una vez por todas. Y para darle emoción al lugar de fondo una canción de José Alfredo Jiménez titulada “Te solté la rienda” que al parecer le fascinaba a la secretaria. Nathalia siempre se preguntaba si el novio la dejaba cada vez que ella venia a la consulta ya que esa canción era tan corta vena, tan deprimente que solo una despechada la escucharía tanto. El móvil de la secretaria vibro y luego sonó muy bajo la canción de Coldplay titulada: The Scientist. Nathalia reconoció el tono ya que en su móvil tenia la misma canción pero era un cover de Willie Nelson que escucho en los créditos del film “El juez” que había visto un fin de semana con su hermano Tom. ¿Por qué ella tendrá señal y yo no? Se pregunto mientras escuchaba la conversación.

- ¡hola tía Mari! – exclamo la secretaria con el auricular pegado a su oreja. – bien, bien, lo sé Tía pero tenemos que tener fe de que mi tío aparecerá. – en la cara de la secretaria se notaba cierta preocupación. – sí, si tía, se que la cosa esta fea por allá pero cálmese… – en eso la secretaria se quita el móvil de oído y ve al pasillo. - ¡Eh… ya puedes pasar! - le informo la secretaria a Nathalia. Que de inmediato se levando y se encamino por el corto pasillo el cual siempre le generaba una cierta sensación. Como si en ese corto trayecto la liberara, como si tuviese un nudo en la garganta que se fuese liberando poco a poco. Pues la verdad le agradaba mucho la psicóloga que desde hace ya un mes la trataba.

- ¡hola Nathalia¡ ¿como estas? – pregunto la psicóloga apenas su paciente abrió la puerta. En el rostro de Nathalia se dibujo una gran sonrisa que de inmediato fue correspondida.

- ¡adelante, toma asiento! cuéntame ¿Cómo has estado? – inquirió la psicóloga, mientras ojeaba el expediente.

- ¡bien, bien¡ - respondió Nathalia mientras tomaba asiento. – he estado mucho mejor.

- ¡wow me alegro!, y ¿tu hermano como esta? – pregunto la psicóloga. - Ummm ¡Tom! si mal no recuerdo.

- sí, si es Tom. – respondió Nathalia mientras se recogía un mechón de cabello apartándolo de su cara. – el está bien. Lo deje con una nueva niñera ya que la otra se mudo a C.C. (ciudad de Caracas)

- O.K. bueno, entremos en materia. ¿Cuéntame cómo van las flagelaciones? – le pregunto la psicóloga mientras se recostaba en su sillón de cuero negro, parecía que desaparecería en este.

- han disminuido. – respondió mientras frotaba su mano derecha contra su muslo. – aunque cuando la niñera renuncio. – agrego. – el estrés y la preocupación por quien cuidaría de mi hermano menor mientras yo estudio o trabajo, disparo las ganas de hacerme cortes.

- entiendo, entiendo. ¿y lo hiciste? ¡Me refiero a que si te cortaste¡ - inquirió la psicóloga.

- ¡Sí!.. Tuve que hacerlo. – respondió Nathalia mientras seguía frotando su muslo. – sentía que mis venas estallarían. No pude soportar eso… sentía que mi cabeza dejaría mi cuerpo. Se me hizo casi imposible aguantar las ganas por mucho tiempo.

- ¿dijiste casi imposible? ¡O sea que crees que hay posibilidad de no hacerlo! – dijo la psicóloga mientras se inclino sobre el escritorio y apoyaba sus codos sobre la madera.

- bueno… eso lo dice usted, usted es la que dice eso. – respondió Nathalia desviando la mirada a la ventana.

- mis palabras no tienen significado ni poder si tu no crees que puedes. – explico la psicóloga, mientras tratada de ver lo que observa su paciente. - ¿Dime crees que puedes aguantar las ganas de cortarte?

- ¡si, si puedo! Pero la verdad es algo difícil. -  expreso Nathalia, mientras volvía a ver a la psicóloga. - Pero a veces me pregunto ¿en qué me ayuda eso?

- ok, me alegro que tu respuesta sea sí. Y ¿que respuestas le consigues a esa pregunta?



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En el texto hay: muertosvivientes, accion, virus

Editado: 22.04.2018

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