Amante de la muerte

CAPÍTULO 9: EL INCIDENTE PARTE 2

EL INCIDENTE

PARTE II

 

—Presente—Dijo Valentino, apuntando los rostros boquiabiertos de sus compañeros.

Las preceptoras permanecieron calladas, el silencio se apagaba de vez en cuando ante los suspiros de algunos alumnos asustados.

Algunos de ellos pensaban que era sólo una broma, todo cambiaría cuando una sombra se asomara detrás de Valentino, era el profesor del primer turno, aquel que estaba llegando tarde; Emanuel, de Ciencias políticas.

Valentino sonrió, como nunca antes había sonreído, sus mejillas parecían dos esferas presionadas por la fuerza de sus labios.

Él disparó, la bala atravesó la cabeza del docente en un instante, murió de inmediato, su cuerpo caía mientras todos se acorralaban contra la pizarra tapando sus oídos ensordecidos.

—Van...—Suspiró Valentino—. Van a guardar silencio.

Lentamente salió del curso, mientras desde la dirección llamaban a la policía, un alumno había encontrado el cuerpo del conserje en los baños de la institución, además de que el disparo había sido escuchado por  todo el colegio, nadie se atrevió a salir. 

Valentino comenzó a cerrar cada salón desde afuera con las llaves que había robado del cinturón con conserje, aquello no estaba en sus planes pero gracias a ello logró quitarse de encima a un gran número de alumnos, que no tenía pensado involucrar, pues su venganza estaba dirigida a unos cuantos, sin embargo, en su interior, poseía una sensación fría y placentera que corría por su cuerpo cada vez que le arrebatada la vida a alguien, aquello le permitía acabar con quien quisiera arruinar su plan, no le importaría, ni mucho menos le daría culpa, pues todos tenían posibilidad de sobrevivir a sus actos a menos que sean su objetivo.

Una vez cerró todos los salones, se dirigió a la dirección, ahí el director sostenía un teléfono en su mano mientras un joven muchacho lloraba a su costado. Valentino disparó a las piernas del director en un instante, este cayó al suelo mientras giraba, el teléfono colgaba de su cable como un péndulo en un viejo reloj, del otro lado de escuchaban preguntas que ninguno logró responder en su momento.

Mientras el muchacho lloraba asustado mientras su espalda chocaba con la pared, Valentino sin parpadear o quitarle la vista de encima colgó el teléfono, cortando la llamada.

—¿Cómo te llamas?—Le preguntó Valentino con seriedad.

El muchacho no paraba de llorar, se había abrazado las rodillas con desesperación, el temible Valentino se acercó a su oído con lentitud, mordiendo la parte inferior de su oído y lamiendo la sangre mientras el joven gritaba.

—¿Cómo te llamas?—Repitió.

—Franco—Dijo con voz rota entre lágrimas de dolor—. Franco Nievas.

Valentino sonrió y levantándose disparó una vez más, acabando con la vida de su director, quien estaba agonizando en el suelo, para luego marcharse, dejando con vida al joven que lo había acusado, por primera vez le había perdonado la vida a alguien, pero lo sentía al saborear su sangre, no merecía la pena, era como verse al espejo, aquellos moretones en sus brazos le decían que había sufrido lo suficiente en ese colegio.

Franco dejó de llorar, pero al perdonarle la vida había condenado la suya.

Valentino entró de una patada a la sala de profesores, disparó dos veces, asesinando a dos docentes que se encontraban en su lista negra. No dio razones, sólo entró a completar con sus objetivos, si alguno deseaba levantarse contra él acabaría como sus víctimas, lo dejaba en claro con su mirada y rápida manera de asesinar, una vez más, al salir los encerró con llave, necesitaba volver a su salón, allí se encontraba la verdadera tarea, a lo que había venido en realidad.

Mientras aquello sucedía, en el salón de Valentino, Paola y Verónica Alonso, hermanas y perceptoras predilectas del colegio superior Faustino, intentaban mantener la calma mientras golpeaban con fuerza la puerta para poder abrirla, era imposible.

—Tengo miedo, mucho miedo—Susurró entre lágrimas Úrsula.

Francisco se acercó a ella y la abrazó con fuerza, este se había enamorado de ella desde su llegada a la institución, pero al igual que todos ahí, en ese momento podían sentirse con miedo a perder sus vidas, la mayoría ya lo daba por hecho entre lágrimas. 

Debido a esto, decidió demostrar todo lo que sentía por ella en aquel abrazo, si ese era su último día juntos debía actuar como su corazón lo dictara, no habría otro momento.

—No voy a dejar que nada te suceda—Le dijo—. Lo prometo.

Úrsula lo miró los ojos, mientras se dejaba caer en sus brazos, viendo un futuro en los suyos.

En medio del salón, se encontraba Mía Vega, llorando mientras tocaba el frío suelo con sus manos, se encontraba tirada y sola, sin consuelo de nadie, tampoco lo quería, no después de… 

~Un fuerte sonido de llaves asustó a todos~

La puerta se abrió nuevamente, era Valentino, estaba incluso aún más manchado de sangre que antes, no había nada en su mirada más que el frío vacío de la muerte.

—Es hora del tiempo libre—Sonrió.

—¿Por qué haces esto Valentino?—Dijo con furia Paola.

Valentino sonrió y disparó su última bala, la pobre preceptora cayó hacia atrás dando un último suspiro que pretendía ser una última palabra que hiciera al joven cambiar de opinión ante sus actos, pero todo estaba comenzando, los gritos sonaron al unísono. Valentino había llegado a la segunda fase de su plan, acabar con la vida de sus compañeros. Mía Vega lo miro a los ojos desde el suelo, tirada a mitad del salón, él sonrió y pasó su lengua con lentitud sobre su labio superior.

 

 




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